*EL TIEMPO SE PAGA CON VIDA*
NO SE PUEDE EVADIR EL PAGO, TE LA DESCUENTAN DE LA DOTE QUE TE ASIGNARON.
Hola, amiga(o) pensante. Vivir el tiempo que se viva se paga con vida, no se paga con tiempo. El tiempo es la medida de la cuota que se está pagando por vivir.
Las personas sacan la cuenta de sus gastos diarios, semanales o mensuales; quieren saber qué hacen con su dinero para llevar una buena administración, de modo de sacarle el mejor provecho a sus recursos.
Pero el principal recurso, que es la vida, llega a vivirse hasta sin ningún propósito que valga la pena. Se ve normal consumir vida malhumorado, deprimido, aburrido y fastidiado por permanecer en las mismas rutinas.
Sucede en muchas personas que quieren sacar fuerzas para reanimarse a vivir con más entusiasmo, pero se equivocan al no estar conscientes de la importancia de su único recurso: la vida. Quieren contar con recursos materiales para solucionar el apagamiento y las ganas de vivir que poco a poco van perdiendo.
A estas personas que no son conscientes de que están consumiendo vida y que el tiempo solo sirve para ir descontando, les recomiendo buscar un reloj grande, ya sea de agujas o digital, y sentarse unas cuantas horas a ver que mientras pasa el tiempo, están pagando con vida ese tiempo. Cada vez les queda menos, no es un día más de vida, es un día menos de vida. Deben hacer esto para que se les grave en todos los niveles de consciencia que les permita la mente: “no son eternos”.
No se trata de qué van a hacer con el tiempo, el asunto es: ¿Qué van a hacer con sus vidas? ¿En qué la van a invertir?
También debería ser un hábito sacar cuentas del gasto de vida diario, semanal, mensual o anual, y ver cuánto provecho se obtuvo durante ese tiempo.
No se vive gratis, todos tienen que pagar su permanencia en este plano terrenal con vida física. No se pueden hacer trampas, ya que se descuentan automáticamente de la dote que les asignaron.
El asunto se vuelve más interesante debido a que nadie sabe cuánta vida dispone. Nadie sabe para cuánto tiempo le alcanza. Esto obliga a ser más cuidadoso y usar con inteligencia cada minuto de vida que se consume.
Hay un coro de voces repitiendo: “vive cada minuto como si fuera el último de tu vida”. De hecho, este puede ser el último día. Yo prefiero gritarles: “no hagan de su vida un drama y no la desperdicien entre quejas, lamentaciones y maldiciones”.
No vean a la gente como gente, a los animales como animales, a las plantas como plantas; véanlos como vidas. Estamos rodeados de vida, prueba fehaciente de que somos vida y nos pertenecemos unos a otros. En esencia, todos somos vida.
Si profundizas y llegas a experimentar esta unión o hermandad, no hace falta que confieses tus errores para convertirte en un manantial de amor.
Autor: Emilio R. Fernández Ramos
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