LA PROCRASTINACIÓN, ENEMIGA DE LA VOLUNTAD

 


La Procrastinación, Enemiga de la Voluntad

Hola, amiga(o) pensante:

La voluntad en el ser humano es como la caja de cambios en un vehículo. Cuando se requiere fuerza adicional, ella entra en acción para generar el empuje necesario y evitar el desfallecimiento.

Planes, proyectos, emprendimientos e incluso simples propósitos demandan energía extra —no solo para arrancar, sino también para afrontar pendientes y obstáculos. Es en esas subidas donde la voluntad deja de ser concepto y se vuelve fuerza práctica.

¿Has puesto a prueba tu voluntad?

Quien busca bienestar —propio y familiar— debería conocer cuánta voluntad posee. La vida, como las carreteras empinadas, ofrece oportunidades para medir esa capacidad de generar energía extra.

Quienes manejan vehículos sincrónicos saben cuándo cambiar de velocidad para evitar forzar el motor y provocar un daño. Lo mismo ocurre en nuestra vida cotidiana. Conocerse se vuelve fundamental: sobreesfuerzos mal gestionados pueden conducir al recalentamiento, al agotamiento, a la renuncia.

Un error común es exigir más sin bajar el ritmo. Ignorar la necesidad de ajustar la velocidad según nuestras condiciones físicas o emocionales puede tener consecuencias serias. La voluntad no es una fórmula mágica ni un ímpetu perpetuo: requiere adaptación.

También es clave distinguir entre voluntad e intención. Aunque ambas pueden expresarse en la acción, la intención suele quedarse en el deseo, convirtiéndose luego en excusa para el fracaso: “menos mal, yo lo intenté”.

¿Cómo se ejercita la voluntad?

Lo primero es revisar el lenguaje con el que nos calificamos: “eso lo veo muy difícil”, “no puedo”, “no es lo mío”, “odio este trabajo”… Todas estas afirmaciones niegan la posibilidad y bloquean la aparición de la voluntad.

El segundo paso es combatir la procrastinación, ese hábito de postergar lo que podemos hacer ya. Ante el “lo hago después”, conviene preguntarse si se trata de una justificación. Si lo es, hazlo. Supera la flojera y verás cómo el engranaje de tu voluntad se lubrica, y la fuerza comienza a fluir.

Al decirle adiós al sacrificio, damos la bienvenida al ejercicio voluntario de nuestras capacidades. La intención se intensifica y se transforma en herramienta poderosa.

Quienes viven sus acciones como sacrificio puro terminan el día sintiéndose extenuados y sin valor. Ellos más que nadie debe recuperar su voluntad y elevar la intención. Si tienes dudas, observa a tu alrededor: ¿las crisis disminuyen o crecen en número e intensidad?

Ha llegado el momento. Como dice el refrán: “Mono no carga a su hijo, camarón que se duerme se lo lleva la corriente…” Tú lo sabes. Nos vemos pronto.

Autor: Emilio R. Fernández Ramos  

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