¿ÁNIMO POR EL SUELO?

RECIBIR ALIENTO NO ES SUFICIENTE

Hola amiga(o) pensante. En el momento que una persona despierta y hace consciencia de su existencia, lo primero que examina es su estado de ánimo para comenzar el día.

En ese momento saben cuánto esfuerzo le va a costar entrar en actividad. El cuerpo y las energías anímicas están en un nivel muy bajo. Pero tiene que levantarse, no le queda más remedio que hacerlo, es vida o muerte.

Pasan los días y los años y vivir se convierte en un eterno sacrificio. La vida es un asunto serio, no tiene nada de divertida. Aunque muchas veces provoca divertirse, pero no se puede intentar mientras se esté consciente de los problemas y de esa falta de entusiasmo. Qué bueno que existe el aguardiente y las drogas.

Por propia experiencia pueden darse cuenta que esas energías anímicas tienen que ser producidas por el propio pensante. De no hacerlo se vuelve un dependiente que vive revisando los basureros que otros lanzan a la calle a ver si encuentran algo que los motive, o los anime, si es que no se recurre a los químicos.

En promedio, una persona recibe diariamente un buen porcentaje de frustraciones. Si revisa sus estadísticas mensuales o anuales, por lo general siempre está en negativo. El grado de insatisfacción es mayor que el bienestar que le producen sus éxitos.

¿Cómo hacer para mantener un buen nivel de ánimo a pesar de que los hechos y sus consecuencias no estén a favor?

Lo primero que hay que saber y comenzar a comprobar, es que las energías, bien sean anímicas, emocionales, sentimentales, etc, todas se producen dentro de la persona.

Somos productores de psiquis. Somos seres que llevamos una vida psicológica interactuando con una vida fisiológica.

Las energías psíquicas no pueden fabricarse en laboratorios y ser inyectadas, sin embargo, somos susceptibles a ser estimulados.

Ante tantas personas incapaces de producir sus energías anímicas por propia iniciativa, la sociedad ha abarrotado el mercado de todo aquello que pueda ser un estímulo.

Muchos, muchos… necesitan y quieren ser estimulados o motivados, y el mercado y los gobiernos hacen su tremendo negocio.

Conseguir buena información, o material didáctico que esté limpio del interés oculto de manipular la emocionalidad del público, no es nada fácil, los algoritmos están diseñados para premiar los estímulos.

Así se presenta la realidad. El acoso se efectúa desde todos los ángulos. Pero aun así, el pensante que haga consciencia de la situación en que se encuentra, puede rehabilitar el dominio de sus actividades mentales y gestionar sus propias energías emocionales o anímicas a su favor.

Autor: Emilio R. Fernández Ramos