LA DESTREZA FÍSICA Y LA DESTREZA MENTAL

 


SI NO PUEDES CON LA MENTE, ENTRALE CON EL DOMINIO DEL CUERPO

Hola amiga(o) pensante. El pensante que está por rendirse o se ha rendido ante la impotencia por recuperar el dominio de sus actividades mentales, y sus efectos negativos, como causarse efectos psicosomáticos(enfermedades físicas), el descontrol emocional, traumas neuróticos y psicóticos, deficiencias anímicas, etc.. Debe volver para retomar el control de la movilidad o inmovilidad de su cuerpo.

El cuerpo es un especialista en adaptación, repites unas cuantas veces una acción o posición y todo el aparataje físico se reacomoda para lograr esa exigencia.

Las posiciones o movimientos que introducen cambios a las adaptaciones ya hechas del cuerpo, se reconocen por experimentar dolor o incomodidades al insistir que sobre-pase su limitación o zona tolerable de confort.

No se trata de posiciones extremas como las del yoga. Esas tienen sus razones de ser; pero lo que necesitamos ahora es dominio de la movilidad o inmovilidad del cuerpo. Si te suena extraño la inmovilidad, observa cuanto te cuesta mantener el cuerpo quieto.

El pensante comienza haciendo lo que su cuerpo puede hacer. Si el cuerpo puede caminar, entonces por decisión consciente, hazte un plan de caminatas, por lo general establece un tiempo no usual, y camina durante ese tiempo, introduce otros ritmos, etc.

Si el cuerpo puede sentarse, siéntalo estableciendo un tiempo que sobrepase lo usual y mantenlo inmóvil lo más que puedas.

Todas las acciones o movimientos que se pueden hacer con el cuerpo, se hace una rutina y se ejecutan incrementando las series o repeticiones, o aumentando el tiempo. Muy importante, mantenerse consciente que ese acto o acción su propósito fundamental es el dominio e imposición de la voluntad del pensante.

El cuerpo va a pasar por todo el proceso de adaptación, con dolencias, cansancios, y otros malestares. Eso es normal a nivel físico, pero lo que no debe perder de vista el pensante, que no está modelando o tonificando el cuerpo, aunque eso sea un resultado inevitable. El pensante está imponiendo su dominio, haciendo o logrando que el cuerpo haga lo que él decide que haga.

Es la intención permanente del pensante mientras pone su cuerpo o alguna parte de él; a que se mueva o no se mueva. Mientras se mantenga enfocado en su propósito de dominar su cuerpo, dejará de luchar contra las distracciones mentales. Ni siquiera debe ocuparse de lo que sucede en su cabeza. Si se va o pierde consciencia de lo que está haciendo por estar recordando o con la atención en otra cosa, al darse cuenta, solo tiene que recordar para que hace lo que hace y volverse a enfocar en eso.

Para adquirir dominio o hacerse diestro en una acción, hay que ejercitarse el suficiente tiempo hasta que se logre. Por ejemplo; como el proceso para aprender a bailar, o a ejecutar cualquier actividad. Sucede que una vez aprendido el proceso, se automatiza y el pensante ya no necesita prestarle atención al proceso, y se da el lujo de ejecutarlo mientras piensa en pajaritos preñados.

Este hábito de automatizar se puede romper, cuando ya se ha ganado cierto nivel de dominio, ya que se ha reducido la interferencia de la mente.

Lamentablemente, la práctica más cercana para recuperar dominio del cuerpo o de una de sus partes; es la fisioterapia. Donde se es ayudado por otro. Pero esta se limita a la falla fisiológica, y pocas veces el pensante reconoce que es él, el que debe encargarse del dominio o control de su cuerpo y para eso debe poner toda su voluntad o intención en ese logro y no dejarlo solo en manos del terapeuta.

Los deportes y otras actividades artísticas que exijan dominio del cuerpo, convierten a estos pensantes en unos pensantes con un elevado dominio mental. Ya que, la coordinación psicofísica es inevitable para el autocontrol del cuerpo.

Así que, el deporte o una actividad que requiera dominio del cuerpo, es una alternativa que se puede usar de manera consciente en el propósito de recuperar el dominio y control del cuerpo, y de manera indirecta, dominio de la mente.

No te rindas carajo. Desde aquellos tiempos que aprendiste a caminar, a hablar o a bailar, no le habías puesto empeño consciente a tu cuerpo para que hiciera lo que le estabas exigiendo. Hazlo ahora y recuérdale a tu cuerpo que quien manda… eres TÚ. Y tu mente al ver que eso es verdad; “se hará la loca”, y pondrá su prepotencia en remojo.

Autor: Emilio R. Fernández Ramos  

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