APRENDE A TENER PODERES PSÍQUICOS

 BUSCANDO EL BURRO Y ANDA MONTADO SOBRE ÉL

   Hola amiga(o) pensante. Los deseos de ser un poderoso psíquico o tener poder mental es un indicativo directo de la ignorancia que se tiene de sí mismo.

  Estas personas sueñan con los llamados poderes paranormales; poder hacer cosas fuera de lo común “con la mente”. Mover objetos, telepatía, comunicación con los espíritus y otras curiosidades que llaman la atención.

  Querer tener, lo que se cree que no se tiene, es ser un convencido de no ser poseedor de esa virtud. Como es obvio, si eso es lo que se cree, esa es la realidad para el pensante. Un incapaz en el uso de la psiquis.

  Estas personas no saben que la etimología de la palabra “psiquis” es alma o espíritu. Todo el que se considere ser en esencia un ser espiritual es un psíquico. Pero hay que ir más allá en el entendimiento: todo pensante es un psíquico por naturaleza.

  Vamos a demostrar el porqué. El comportamiento, las actitudes, las condiciones emocionales, los estados anímicos, las enfermedades psicosomáticas, etc. Todo esto ocurre como efecto de la psiquis generada por el pensante.

  ¿Y como produce la psiquis?  Mediante la actividad pensativa; produciendo ideas o pensamientos. Toda la realidad subjetiva, o propia de un pensante, es producto de sus consideraciones, ideas o creencias.

  Pero muchas personas no se creen psíquicos, no pueden usar ese poder de manera consciente, y tener claridad en los resultados que desean obtener, tanto físico como mental, o en términos de aspectos de la personalidad, porque creen no tener ese poder.

  Pero quieran o no, lo ignoren o no, todo el tiempo de vida se está usando la psiquis. Por esa razón cada quien es como es, y se encuentra como se encuentra.

  El pensante debe eliminar ese mal entendido. Por un mal entendido han muerto muchos, se han separado muchas parejas y se han cometido barbaridades por tener información errónea.

  Ese mal entendido o ignorancia es la mejor demostración de que muy poco el pensante se conoce a sí mismo. “Conócete a ti mismo”, y aquellos que se quieren conocer van al espejo a hablar con su imagen para recordar cómo se llama, donde nació y que le gusta comer.

   Si no se es capaz de reconocer que el modo o manera de pensar y de ser es un fenómeno psíquico, la persona anda a la deriva, no puede conducir su vida con dominio, porque no cree que tenga ese poder. Usted los oye quejarse de su mala suerte, de su destino, o simplemente decir que esa manera indecisa de guiar su vida la heredó de algún familiar. La ignorancia la trae en los genes.

   Otros más entusiastas que creen que se posee un gran poder mental, pero que no se está usando; quieren comprobar sus poderes psíquicos moviendo una silla, lanzando rayos y centellas por los ojos como Superman o adivinado el futuro. Pero si no pueden creer en ellos, ni se dan cuenta que han estado siendo psíquicos desde que nacieron; no van a llegar a ningún lado.

  Mas es el daño que se hacen con sus psiquis o con sus pensamientos que los beneficios que obtienen. De hecho, hay más de uno que está tratando de no pensar, o confía más en la psiquis del brujo del pueblo que de sus propios pensamientos.

  Y usted los oye; “ese hombre si sabe”, “y puede comunicarse con espíritus muy poderosos que los usa para sanar o mandar a eliminar a quien se meta con él”. “tiene una mente muy poderosa”. Y esos bla, bla, de reconocimiento a otros, los convierte en unos miedosos susceptibles a ser sugestionados.

   El hipnotismo es sugestión, el que alguien le diga a otro que le mandó a echar una brujería y la persona a los pocos días caiga en cama, eso es sugestión. Llenarse el cuello de amuletos y darse baños especiales para la suerte o la protección, eso es sugestión.

   Los efectos placebos; o mentiras piadosas para que la gente se sienta bien, eso es sugestión, y toda sugestión es un efecto de la propia psiquis.

  La gente piensa que fue la psiquis de la otra persona la que lo curó o lo enfermó, y no es así. Es la propia psiquis, es la permisividad a que otro lo sugestione y a no creer que se tiene poder psíquico.

   Con esa misma creencia con la que se auto-invalida, enterrada hasta los tuétanos de la mente, quiere entonces pensar positivo, a tener una fe inquebrantable o confianza en sí mismo.

  Amigas(os) míos, hay que comenzar por creer en uno, pero no en quien crees que eres. ¿O de verdad no estás seguro si eres o si tienes un espíritu? Y si crees que eres, por qué no actúas como tal, por qué hay que esperar a que muera el cuerpo para poder ser lo que ya se es.

  El pensante, como llamamos aquí a ese que verdaderamente es el que es, es el psíquico, ya que es el que piensa.

  En lugar de practicar el poder psíquico tumbando una pared o cerrando ventanas, se debe comenzar a practicar, siendo capaz de producir un pensamiento que haga desaparecer un malestar físico o mental.

  En lugar de correr a tomarse la pastilla, mejor se toman unos minutos y tratan con sus pensamientos de desaparecer esos síntomas. Si no pueden, “que vivan las pastillas y los efectos secundarios nocivos que pueden suceder”.

  En actividad pensativa se ha tratado de proveer datos valiosos, pero ese valor no es intrínseco a las palabras aquí escritas. Hay que reflexionarlas, haya que compararlas con las creencias que se tienen, y debe ser el lector quien le dé ese valor.

  Aquí viene la pregunta de las tres lochas: ¿y si le gustó o está de acuerdo con la información, por qué no lo practica? Ya sabe lo que debe saber para cambiar su vida, pero no hace nada. Y si lo hace un día ya el segundo pasa media hora pensando hacerlo, y el tercer día ya no se acuerda que había “decidido” hacerlo.

  Luego se oye a esa persona criticando a la gente deshonestas, mentirosas, falta de palabra, en las que no se puede confiar; y uno los ve por una hendija de la vida y piensa; “le falta un tornillo”. Exige en los demás, lo que ni siquiera puede darse a él mismo.

   Claro, uno mismo no se puede odiar tanto de manera tan descarada y a la vista de la gente, hay que disimular. Miren a su alrededor, como hay gente simulando, y llevan tanto tiempo que ya es normal ser así.

   ¡Caramba! Hasta donde nos trajo la búsqueda de poder psíquico. En conclusión: no se busca lo que no se ha perdido. Y si alguien se descubre despistado preguntando por el burro y montado sobre él, debiera tomar en serio que no puede seguir viviendo así.

   Ha sido un placer. Buen provecho usando tu poder psíquico. Nos vemos pensante.

   Autor: Emilio Ramón Fernández Ramos

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