EN BUSCA DE LA TRANQUILIDAD

 


LA VIDA ES COMO UN VIAJE EN ALTAMAR

  Hola amiga(o) pensante. Si vas viajando en tu buque y el mar está tranquilo, deja de pensar que tienes buena suerte. No depende del capitán del barco que el mar se comporte a su favor o que no le presente problemas. Algo parecido sucede con cada uno de nosotros en la vida.

  Con el cuerpo físico que es nuestro barco, con la naturaleza y la actividad social, el pensante se encuentra con tantos factores que no dependen de su voluntad, que no hay manera de estar exento de peligro.

   Ante esta realidad imposible de ignorar, en el capitán recae el serio compromiso de ser bueno piloteando y estar preparado para los imprevistos. Por el lado de su cuerpo pueden surgir dificultades, la naturaleza lo puede sorprender con uno de sus tantos desbordamientos, o la sociedad en la que se desenvuelve, de algunos de sus participantes pueden venir problemas inesperados.

   A todas estas, el pensante como capitán de su vida debe mantenerse calmado. Y más le vale que sea capaz de mantener la calma. Todos tienen experiencias bien vividas y hasta inolvidables; de cómo se sintieron cuando perdieron el control y la intranquilidad los agitó tanto que casi se vuelven locos.

   ¿Pero será posible mantener la calma en medio de una tempestad o mantenerla sabiendo que el peligro acecha?

   Para los que tienen dudas, comiencen a considerar que no es el único que vive la vida de esa manera. No hay excepción. Las más prominentes personalidades o famosos, se encuentran en la misma situación. Ocurren accidentes, enfermedades, crisis sociales que afectan sus intereses, etc.

  De no poder ser una persona calmada o poder recuperar la calma antes de que cause estragos psicológicos, no hay escapatoria. La vida no se va a calmar o a dejar las violentas agitaciones para complacer a nadie en especial.

  Si alguien se atreve a reflexionar esta realidad descrita, espero que no se vaya a asustar. Porque parece que si se ignora es mejor, si no se sabe no hay de que preocuparse. Pero esta es una de esas cosas que, si se evaden o se ignoran, el sufrimiento es mayor.

  A cada capitán o a cada pensante, le cae la responsabilidad de conocer su barco, a la naturaleza y el mar por donde viaja en ese momento. Pero, sobre todo, reconocer cuáles son sus condiciones, o sus comportamientos en determinadas situaciones que esté pasando.

  La calma del capitán es más importante que el agite que pueda tener el mar. Y esa calma es posible de lograr, ya que no hay nada que pueda impedirle a un pensante ocuparse de su actividad pensativa.

  Si es por información, en este blog hay suficiente, si no mande un correo y con gusto respondo sus preguntas; pero no se abandone. Ya hay muchos que dejaron de estar intranquilos, nerviosos o temerosos, pero nadie querrá resolver sus problemas o descontroles emocionales muriéndose.

  Se entiende que la exigencia pensativa es mucho mayor. Son tantas cosas importantes que se mueven alrededor que hay que dedicarle actividad pensativa; reflexionar, analizar. Pero qué pasa si después de un buen rato de reflexión, a las posibles soluciones a las que se llegaron, la realidad indica que en ese momento es imposible de actuar. ¿Qué debe hacer un pensante para cuyas soluciones no haya condiciones materiales para actuar?

   El impulso es a seguir pensando que debe o puede hacer. Y aquí viene el exceso que destruye los buenos puntos que se habían obtenido. A veces hay que dejar que la naturaleza haga lo que tiene que hacer y mientras tanto mantener la calma y sujetar bien el timón.

  Llegó la noche y no hay que comer. Todo lo que se puede hacer, se debe hacer de día; ¿para qué pasar la noche atormentado sumándole al cuerpo ese sufrimiento psicológico adicional?

  Pero la habilidad para serenarse y mantener la calma es una acción que hay que practicar. Hay que ejercitarse usando la mente como simulador de situaciones catastróficas y aprender a vivirlas.

  Para esto, es que se ejercita el control del acto de pensar. Dejen las ideas o pensamientos bonitos, buenos o maravillosos a un lado y dedíquense a ejercitar el acto; la acción de pensar, pensando una idea simple, sencilla, que les guste, que no tenga nada que ver con sus problemas. Y a los más valerosos; sigan mi consejo; usen el concepto de “Nada”. (ausencia absoluta de toda cosa)

  Ha sido un placer. Buen provecho manteniendo la calma. Nos vemos pensante.

  Autor: Emilio R. Fernández Ramos

  Correo: emiliofernandezr@hotmail.com

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