EL INTERÉS Y LA ATENCIÓN EN CAOS
UN MAL FAMILIAR, CULTURAL Y SOCIAL
Hola amiga(o)
pensante. Ha ocurrido una peligrosa reversión de las cualidades de iniciativa y
autodeterminación en la gran mayoría de los seres pensantes, y no se ve que
haya intentos de corregir.
Y esta reversión
tiene que ver con el interés y la atención. Desde que somos niños se nos amaestra
para esperar que nos llamen la atención y hacernos interesar en algo. Así que,
si no nos causan interés, no prestamos atención.
Pero llegamos a
adultos en una sociedad comercial donde nos esperan para bombardearnos hasta
destrozar la voluntad, la iniciativa, y por supuesto la autodeterminación se va
para el carajo.
Para permanecer
atento por tiempo indefinido en algo la persona tiene que estar interesada. Si
pierde el interés, la atención se retira de inmediato.
Pregunta loca. ¿Cómo
puede perder el interés alguien que le ha nacido desde lo más profundo de su
ser, alcanzar un sueño, un objetivo o una meta? ¿Verdad que es imposible
destruir esta determinación?
¿Pero qué ha
estado sucediendo? Ya es un hábito esperar ser tentado, cautivado, seducido, atraído,
etc. para interesarnos y prestar atención a alguien o a algo.
Perdón a los que
se sientan ofendidos, pero con seguridad las personas sienten que tienen sus
propios gustos, sus propios intereses, que a todo aquello que le presta
atención durante el día es porque lo ha decidido.
Pero si no se
detienen a examinar minuciosamente el proceso, no se podrán dar cuenta que nos fuimos
acondicionando unos a otros, y lo que tanto nos gusta; como comprometer el tiempo
futuro por 4 o 6 meses para ver una serie o temporada de una película o
programa, es un gusto que nos nació del alma.
Todos los artículos
de consumo o de utilidad que se compran, ¿será verdad que la compra fue un acto
de consciencia, de estudio y reflexión?
Será cierto que
los gobiernos que “elegimos”, es el resultado de un profundo análisis poniendo
nuestros intereses personales, familiares y los de la comunidad, para decidir
cual nos conviene.
Me atrevo a
suponer que muchas parejas, que pueden o no ser felices, llegaron a juntarse
debido a que uno de los dos se las arregló para llamarle la atención al otro. Interesarlo
de tal manera que cuando se dio cuenta ya estaba comprometido hasta la
coronilla.
La actitud generalizada
es, que ese algo externo o lo que sea, tiene que llamarle la atención, si no,
no se interesa.
Un grueso de los
seres humanos anda por ahí esperando que los hagan interesar en algo, y por
supuesto, les meten gatos por liebres y les inventan todos tipos de trucos para
mantenerlos interesados en futilidades, consumiendo un tiempo valioso para su
vida y de paso generando gastos económicos, mientras no arranca con sus
proyectos porque no tiene tiempo o no tiene dinero.
Ya es una profesión
muy rentable ser experto en llamar la atención y mantener interesada a la gente.
Hasta juegan con la atención creando las llamadas “cortinas de humo”, para que
no presten atención a algo que no le conviene a los interesados.
Lo lamentable es,
que todo el mundo sabe que para retener la atención de alguien tiene que
mantenerlo interesado. Desde los núcleos familiares los integrantes juegan a
llamar la atención, exigen atención a juro o usan triquiñuelas. La espontaneidad
se perdió de vista.
En otras palabras,
lo que estamos logrando es hacer que se pierda la voluntad y la
autodeterminación, y no nos estamos dando cuenta. Se está ignorando la
importancia de conservar la iniciativa y el dominio de la atención.
Los efectos son
deprimentes al ver a los niños y adolescentes, con cara de fastidio, aburridos,
desesperados si no encuentran algo que les llame la atención.
En su mente no tienen
nada que les interese. No saben que el interés deben producirlo ellos, apoyados
en sus sueños, objetivos, propósitos, anhelos, etc.
Nadie les aclara a
temprana edad este asunto del interés y la atención, debido a que es un mal de
familia, cultural y social.
Es hora de que empecemos
a reestablecer los valores inherentes a nuestra naturaleza, para vivir una vida
producto de nuestra iniciativa y no conducido dentro de un rebaño de pensantes
amaestrados.
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