LA EMPATÍA INVERSA
LA TOZUDEZ ES UNA ACTITUD TÍPICA DE LOS PENSANTES QUE JURAN CONOCERSE MUY BIEN
Hola
amiga(o) pensante. Para que alguien sea considerado inteligente o con mucha sabiduría,
debe ser alguien que sepa cosas que nosotros no sabemos.
Porque aquel que ya tenga algún tipo de entendimiento acerca del tema,
no lo va a ver así. El espacio que dispone para ver u oír, puede ser casi
ninguno.
Para
reconocerlo, si es que está dispuesto a oír, o que sus intereses no sean una
barrera infranqueable, tienen que mostrarle pruebas tan contundentes que no le
quede más remedio que aceptar que esa persona lo que sabe es superior a su
entendimiento.
Con estos dos factores; los intereses de por medio, y las verdades con
la que cada quien está de acuerdo; la humanidad tiene el juego trancado para
llegar a un entendimiento que favorezca a la mayoría, y no les queda otra cosa
que usar recursos sucios para tratar de dominar o imponer sus ideas.
Como
siempre, no vamos a enfocarnos al problema por la falta de entendimiento
mundial. Nos interesa conocer si ese problema no los creamos nosotros a
nosotros mismos.
El
entendimiento de sí mismo, el saber que cada quien se atribuye, son los ítems
que se deben someter a observación.
Lo
que el pensante sabe que no sabe, no es problema. Pero en lo que considera que
sabe y que cree con firmeza, ahí se esconden sus ignorancias y las barreras que
le impiden superar su incapacidad cognoscitiva.
Con
aquellas cosas que la persona reconoce que no sabe, si le interesa conocer,
estará dispuesto a leer, a oír, a ver si le dicen algo novedoso. ¿Pero que tan
acerca permite llegar de las opiniones o ideas que tiene de sí mismo?
¿Quien
le discute sus verdades, su entendimiento o su sabiduría? Él con él mismo no
tiene nada que discutir, que analizar o discernir. Ya sabe lo que tiene que
saber acerca de sí mismo.
Lo
que sabe, o a las conclusiones que ha llegado, le explican todo lo que tiene o
debe saber de sí mismo.
La
ciencia y el pragmatismo, que bogan por la aplicación del conocimiento para
darle validez, los puede usar como bandera para otros asuntos, pero no se los
aplica a sí mismo.
La
persona puede explicar sus deficiencias, sus fallas, sus incapacidades y el
porqué de cada una de ellas. Los motivos, razones o el argumento que utiliza
para explicar no le proporcionan lo que debe hacer para solucionar el problema,
pero insiste tozudamente en su verdad.
La
tozudez es una actitud típica de los pensantes que juran conocerse muy bien.
Por ejemplo; puede estar seguro que es de esa manera porque lo heredó de
alguno de sus padres o abuelos. Es igualito o igualita a fulano de tal. Pero no
solo se refieren a aspectos físicos, las conductas o las incapacidades o
virtudes las echan en el mismo saco.
La
persona puede tener innumerables ideas erróneas o malas interpretaciones de sí
mismo, y no las va a ver hasta que no haga un ejercicio de “empatía inversa”.
(Ya te explico de que se trata)
Antes
quiero que recuerden que el ojo que ve, no se ve a sí mismo mientras ve. Pero
hay un truco para que tus ojos se vean cuando están viendo. Usa un espejo para
mirarte.
Esto de “empatía inversa” es un invento mío, para ayudarte a entender cómo
puedes hacer para observarte mientras ves. En otras palabras, para observar lo
que sabes, siendo alguien diferente.
La
empatía es la habilidad de ponerse en los zapatos o la piel de otro, superando
barreras de comunicación. En la empatía inversa el pensante debe ponerse en sus
propios zapatos como si fuera alguien diferente.
Es
posible que la persona ni siquiera pueda abstraerse de su personalidad para
convertirse en un observador objetivo de sí mismo. Si esto te ocurre, entonces
hay una condición fundamental que lo impide.
Esta condición es; la incapacidad del pensante para NO SABER. Esta
inhabilidad se produce por la imponente fuerza del QUERER SABER.
Se
ha vivido tanto con la necesidad de saber, que se ha perdido el control y somos
arrastrado por esa fuerza invisible.
¿Recuerdan
la idea de la NADA? Les decía que manejar esta idea con la pretensión de
experimentar la condición de nada. Es una especie de reseteo o reinicio, que
permite desatorarse, o desatorar la mente de programas que entorpecen el buen
funcionamiento.
Mediante el ejercicio de “pensar la Nada”, el pensante puede lograr
desactivar ese irrefrenable impulso de “saber”.
Antes
de saber, se debe no saber. Antes de llenar la copa, esta tiene que estar
vacía.
La
disposición que tenga un pensante, es la condición previa que permitirá que se
haga realidad lo que piensa y lleva a la práctica.
Hazte la pregunta; ¿qué tan dispuesto estás a no saber? En las lecciones
del Tao te King, se recomienda entre otras cosas, deshacerse del conocimiento
para alcanzar el Tao. Si te interesa, practica pensar “La Nada”.
Y
volviendo al tema principal: el uso de “la empatía inversa” para observarte, ahora
dispones de herramientas para hacer algo al respecto.
Ya
basta de afirmar que; “mono no se ve su rabo”. En lo que se refiere a lo que un
pensante se puede causar en sí mismo, no hay nada imposible que no pueda
experimentar.
Sé
que puedes estar muy orgulloso de las experiencias que te puedes producir a ti
mismo, pero no te pierdas la oportunidad de llevar esas experiencias a niveles excepcionales.
Niveles que quizás has oído, pero que parecen estar reservados para unos pocos
privilegiados.
El pensante tiene que ocuparse de su consciencia, si permite que el conocimiento
lo envuelva en un capullo, se quedará colgado en esta fracción de tiempo de esta
vida, como lo ha hecho en un pasado no muy lejano.
Antes
de despedirme quiero decirles algo. ¿Ustedes en verdad creen cien por ciento lo
que escribo? ¿No les provoca opinar, evaluar el contenido, preguntar algo?
Gracias, ustedes son lectores fantásticos y he tenido la suerte que me
han tocado a mí.
Ha
sido un placer: espero que este contenido te sirva de ayuda. Buen provecho con
el nuevo entendimiento que lograrás de ti mismo. Nos vemos pensante.
Autor:
Emilio R. Fernández Ramos
Correo:
emiliofernandezr@hotmail.com
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