EL ERROR DE DESEAR NO PENSAR
SI SE QUIERE APLACAR EL DESCONTROL MENTAL NO HAGAS ESO
Hola, amiga(o)
pensante. ¿Cuántas veces has deseado no pensar, y qué motivos tenías para
desear tal cosa?
Es obvio que lo
que ocurría con tu mente no te gustaba, y al no poder tener algún control de
eso, te quedaste con el puro deseo.
Esta situación de
descontrol de la actividad mental puede ser tan perversa que la persona busca
por cualquier medio sin importar las consecuencias, como desaparecer el
desorden mental.
Para el afectado es
importante que empiece por diferenciar entre actividad mental y actividad
pensativa.
La actividad
pensativa es un acto consciente y voluntario con la mente para discernir,
razonar o analizar situaciones con un propósito bien claro de comprender, de
hallar respuestas o soluciones a los asuntos que nos interese aclarar o
resolver.
En cambio, la
actividad mental es involuntaria. El pensante, ha perdido su poder de conducir
la mente y ahora ella se activa en automático.
En la actividad
mental se pueden observar, el que desee hacerlo, que solo está haciendo dos
cosas; recordando o imaginando, y que por lo general son cosas malas.
Esta actividad
compulsiva de la mente trae como consecuencias estados de perturbación emocional
y psicológicos. Estos se convierten en la pesadilla que sufren las personas de
día y de noche.
El acto de pensar
es afectado directamente cuando el pensante no puede evitar que su mente sea la
que disponga lo que debe procesar, y no le haga caso cuando le dice; “basta de
tanta perorata”.
Es decir; mientras
más tiempo pase la persona obedeciéndole a su mente, se vuelve menos eficiente
en su capacidad para pensar libremente. Y ya ustedes saben que eso significa
menos inteligencia y más obstruido para resolver sus problemas.
¿Qué hacer? … Mira
primero lo que has estado haciendo para resolver el desorden mental, y echa eso
a un lado. ¿Qué más quieres para aceptar que no te funciona?
Y prueba iniciar con
ampliar la comprensión observando lo que hace tu mente sin que tú se lo pidas.
Quédate mirando cuando recuerda, y los asuntos que aborda, y cuando te
encuentres imaginando cosas, mira los contenidos. Y de refilón observa cómo te
hace sentir con lo que te está haciendo ver. Mira tú estado de ánimo, emoción,
etc. No trates de frenarla, solo observa, y observa.
Puedes distraerte
viendo los disparates que hace tu mente sin que tú se lo pidas y los efectos
que produce en ti. A lo mejor terminas riéndote de ti mismo.
Este consejo es un
gradiente o escalón accesible para cualquier estado de descontrol en que se
encuentre un pensante. Excepto, los que están encerrados en un manicomio, o
sometidos a tratamientos extremos por su mal estado psicológico.
Quizás no sean
ustedes los que les haga falta intervenir en su actividad mental, pero siempre
hay alguien que nos importe que esté pasando por esta mala situación. Buen
provecho.
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