¿AHORA QUÉ VOY A HACER?...

  


LA PREGUNTA DESPUÉS DEL APOCALÍPSIS

Hola amiga(o) pensante. En algunos momentos cruciales de la vida, surge con fuerza esta interrogante. “Ahora que voy a hacer?”  Han ocurridos  hechos, o están ocurriendo, que no favorecen en absoluto los anhelos, sueños o propósitos personales.

Cuando los pensantes tienen todas sus esperanzas depositadas en un resultado o situación dada, y sus expectativas se fundamentan solo en eso, ha colocado su vida en un punto fijo, y no ha dejado alternativas visibles para en caso de que las cosas no se den como quiere.

A la mente le pueden llegar probabilidades que pongan en dudas su confianza, pero no son procesables. Son negadas, rechazadas, pateadas. No se permite un momento de reflexión; “no vaya a ser que lo que está viendo lo contradiga y no lo pueda devaluar”.

Todas las esperanzas del pensante cuando están colgadas frente a su vida, esperando por hechos y acontecimientos que el 99,99% de ellos no depende de él. Mientras espera, está sometido a las fuerzas internas de su emocionalidad, resistiéndose a mover un pie del sitio donde se ha colocado. Todo lo que huela a peligro que no parezca ir a favor, es dinamitado, bombardeado, debe ser destruido, la persona se convierte en un activo guerrero dispuesto a todo. Pero muchos no saben en qué estado psicológico van quedar si no salen airosos. O si suceden hechos que lo obligan a cambiar su modo de vida o posición.

El estrés o desgaste psicológico al que se someten o son sometidos los pensantes, son efectos secundarios que pueden impedir que se recupere de las ruinas causadas por el derrumbe de sus esperanzas y la muerte de sus expectativas.

Si te estás preguntando: ¿qué voy a hacer ahora?... Antes de tomar cualquier decisión, si es que tienes opción de tomar una; examina el proceso que te condujo a poner “todas tus esperanzas”; o a “echar el resto en esa sola jugada”. 

Esos factores que fueron base para los argumentos, siguen ahí. Siguen siendo pensamientos, ideas o experiencias que siguen vivos impactando el estado de salud mental y espiritual.

Si se logran o no se lograron los objetivos, los factores argüidos que respaldan la tesis van a seguir vivos. Pero para aquellos que perdieron, esos mismos factores, serán como isotopos radiactivos que quedan después de una explosión nuclear. La contaminación mortal sigue por dentro. 

“No hay calidad de vida exterior sin una buena calidad de vida interior”. Lo bueno de este práctico y demostrable principio, es que la calidad de vida interior, depende solo de nosotros. Y tú no te odias tanto que no puedas hacer algo por ti.

Autor: Emilio R. Fernández Ramos  

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