EL MUNDO INTERIOR VS EL MUNDO EXTERIOR


"Quien no gobierna su mundo interior, será gobernado por el miedo al mundo exterior."

Hola, amiga(o) pensante:

Las condiciones psicológicas adversas no solo afectan el ánimo, sino que revelan una fractura profunda entre el pensante y su mente. En medio de un ataque de pánico o nervios, la expresión más común es: “no puedo controlarme”. Aunque no se diga explícitamente, el fracaso en el intento de mantener el control es evidente.

Quienes rodean al afectado, sin saber cómo ayudar, suelen ofrecer frases que agravan el problema: “tranquilízate”, “haz un esfuerzo por calmarte”. Pero si el pensante ya ha dicho “no puedo”, esas palabras no solo son inútiles, sino que aumentan su terror. Se siente incomprendido, solo, atrapado en una mente que lo domina.

El descontrol no es una elección. Es el resultado de haber descendido a un nivel donde las reacciones emocionales superan la voluntad. Aunque el quiebre sea temporal, ya indica que las piernas de la voluntad flaquean. Y eso es peligroso: puede significar perder la cordura o depender de medicamentos de por vida.

Las señales están ahí: rabietas, tristezas, miedos, enojos, apatías, depresiones que se repiten. Pero se ignoran. Y cuando se encienden las alarmas, la solución más común es intentar cambiar el entorno. Mover objetos, alejar personas, modificar rutinas. Puede aliviar, sí, pero no resuelve el núcleo: la incapacidad de encarar la mente y conducirla sin que moleste.

Esta visión está generalizada. Se cree que el autocontrol se recupera alejándose de lo negativo. Pero incluso aunque haya relaciones tóxicas, el problema real está en la relación entre el pensante y su mundo interior.

Cuando el sistema defensivo psicológico falla, el pensante se limita a sí mismo. Se encierra en zonas de mínima amenaza, restringiendo su libertad. Quien se dedica a detectar personas “tóxicas” para huir de ellas, termina encerrado en su mente, en medicamentos o en un sanatorio. Todo el mundo se vuelve peligroso.

Esperar que los demás se comporten según nuestros deseos es una fantasía. Soñar con “algún día ser feliz” si el mundo cambia, es una esperanza que posterga la vida. Para muchos, la paz y la felicidad ya no son posibles en esta vida. Surge entonces la idea salvadora: después de la muerte, todo estará bien. Y así, se desconectan del presente, de la humanidad, de las generaciones futuras.

Pero esa evasión omite lo esencial: lo que ocurre en el mundo interior. Lo que sucede entre el pensante, su mente, sus pensamientos y emociones.

En el mundo interior somos dueños y señores. El mundo exterior, apenas invitados.

Autor: Emilio R. Fernández Ramos  


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