LO MARAVILLOSO QUE ES “NO-SER”
LO MARAVILLOSO QUE ES “NO-SER”
Hola, amiga(o) pensante.
Aunque Shakespeare nos legó el dilema entre ser o no ser, la humanidad aún
confunde la expresión literaria con la condición real que atraviesa todo ser
humano.
Encontrarse con esa disyuntiva es inevitable. La decisión que se tome marca el
rumbo. El pensante consciente la enfrenta a diario.
Pero… ¿dónde
reside lo maravilloso de ser “no-ser”?
“No-ser” es
no ser el que yace en la urna, el atropellado, el paciente psiquiátrico, el
habitante de un pueblo bombardeado.
Es no ser cada uno de esos que, en este instante, atraviesan una tragedia.
Y eso, paradójicamente, es maravilloso.
Con alivio se contempla el “no-ser”, y con gusto se siente el ser que uno es en
ese momento.
Pero
cuidado: el alivio se desvanece cuando no hay otro que sufra más.
La atención regresa a nuestra vida, a esa realidad ineludible que no siempre es
grata.
En nuestro mundo interior también hay disyuntivas:
Lo que soy, pero no quiero ser, lo que deseo ser, y lo que soy con
satisfacción.
“No-ser”
tiene su encanto.
Quienes no pueden ser lo que anhelan —como ser millonarios— deberían hallar
dicha en el “no-ser”,
porque sus logros, sus “seres”, les permiten existir y contemplar lo que no
son.
Pero no.
A juro, muchos se empeñan en no aceptar quiénes son, ni cómo son,
y viven en el limbo de la inexistencia, anhelando lo que no tienen.
“No-ser”
siempre ha estado con nosotros.
Desde el instante en que el partero recibe el cuerpo, parece decir al mundo:
“Comprobado: este niño o niña llega inmaculado, un no-ser sin rayaduras, sin
marcas de uso.”
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