ADIVINA ADIVINADOR


CUANDO NO PEGAS UNA Y YA TE QUIERES RENDIR. LEE HASTA EL FINAL PARA QUE VEAS EL ERROR
  Hola amiga(o) pensante. La persona que vive adivinando, que de hecho es un mal hábito, siempre va a salir del casino de la vida con las tablas en la cabeza.
  El consuelo con los fracasos es tildarlos de mala suerte. Y cuando el susodicho pensante está convencido que tiene mala suerte, entonces va a buscar astrólogos, numerólogos, médium, o brujos que tengan remedio para la pava o le recomienden un pachulí (planta cuyo aceite se usa para preparar perfumes) para que le devuelva la suerte.
   Esta es una de las soluciones producto de la ignorancia del pensante, con respecto al conocimiento que debe de tener acerca de la actividad pensativa y para que le sirve en la vida.
  Perdón, perdón, … eso son algunos (“argunos”, como decimos ciertos venezolanos del oriente de Venezuela). La gran mayoría de los pensantes SABE de la importancia que tiene el acto de producir pensamientos, las ideas o creencias en su personalidad, lo que tiene que ver con su inteligencia, y con lo que le ha sucedido en la vida y lo que le está sucediendo en este momento como producto de su manera de pensar.
   Ustedes lo saben, pero saber no es suficiente. Todo el que comete crímenes o pecados, “SABE”, que está mal lo que está haciendo.
  Y tu te preguntas: ¿entonces por qué lo hace?
   Vamos a repetir la respuesta entre los dos; “porque SABER no es suficiente”.
   ¿Qué necesita un pensante además de saber? La práctica, la aplicación de ese conocimiento, la disciplina. No parar hasta que desarrolle el hábito, la costumbre y vea resultados.
    La gran debilidad que nos caracteriza es la “INDISCIPLINA”. ¿Y ustedes saben cual es el factor principal de esa falla. Que la única “diciplina” que tenemos es la que nos han inculcado, las que nos han obligado, las que han logrado implantarnos con amenazas, chancletazos, correas, y todos los castigos que nos causen dolor o miedo.
   A las nuevas generaciones (por lo menos aquí en Venezuela) se les amenaza con que si sale a la calle los malandros lo van a robar, lo van a secuestrar, lo van a matar. Y no es mentira, que se atreva a salir en bicicleta, o con zapatos de marca, o un celular inteligente. Los pobres están siendo disciplinados por el crimen.
   No, a los políticos no los menciono, ¿esos de cuello blanco?, esos no; hablo de los criminales de cuello negro y sucio; para no meterme en vaina.
   En conclusión; no hemos practicado la autodisciplina. En esa dirección no se nos educa desde que nacemos. Y ahora somos una cuerda de manganzones, de viejos, de adultos y jóvenes, SABIENDO soluciones y respuestas, pero incapaces de hacer algo al respecto por falta de disciplina.
   Cuantas dietas abandonadas, cuantos programas de ejercicios abandonados, de cursos, de estudios; cuantas cosas vitales las dejamos abandonadas por falta de disciplina. Llego hasta creer, que muchos adultos añoran sus padres fallecidos para poder ser disciplinados, necesitan aquello que los disciplinó.
  Hay una palabra rara, de uso no común, pero que define el comportamiento usual de muchos pensantes; “PROCRASTINAR”. (aplazar actividades importantes para realizar otras que son gratas, pero innecesarias).
   Debemos aclarar eso de “adivina adivinador”, con el que titulé el artículo. Muchos de ustedes recuerdan los exámenes en la escuela. Yo era uno que respondía adivinando. “de tin marin, de do pingué, cúcara mácara títire fue”. (este canto lo usábamos hasta para adivinar quien fue el que se tiró el peo). Estoy pasando la risa para seguir.
   El asunto fue que siempre estaba raspado en los exámenes, pero todos SABIAMOS desde niño que tratábamos de adivinar porque no habíamos estudiado. No podíamos PENSAR sin datos, sin información, así que en aquellas pruebas donde había la posibilidad de adivinar o inventar respuestas, no quedaba otra que jugársela adivinando a ver si la pegaba.
  Así viven gran parte de su vida muchos pensantes; adivinando. Jugándose la vida, la salud, su bienestar, sus metas, sus sueños, su cordura, como si estuvieran en un casino. El azar o la suerte que se encargue de los resultados. Y el 99,99% siempre sale perdiendo, con las tablas en la cabeza.
  ¿Dónde está el error? Todo aquel que tiene que adivinar no puede usar la actividad pensativa, no puede analizar, discernir, reflexionar debido a que carece de datos acerca de la actividad que ejecuta.
   De dónde saca consciencia si solo sabe que es importante, sabe lo que tiene que hacer, pero carece de autodisciplina para entrenarse. Para convertirse en un operador con control del acto que ejecuta.
   Sabemos de la importancia, de lo importantísimo que es para nuestra calidad de vida  el acto de pensar. Pero vemos todas las fallas, todos los descontroles, todos esos pensamientos de pésima calidad que tenemos, y no se tiene fuerza para levantar los brazos y hacer algo para no dejarse morir a mengua.
   Te respondo a lo que pensaste. Si, todavía hay tiempo. Los huesos y los músculos estarán sin energía, cansados, enfermos, pero el espíritu es la vida, y tu eres vida. No dejaras de serlo a ninguna edad que el cuerpo tenga.
   Hace como quince años fue que dejé de conformarme con “saber” y me puse a aprender a AUTODICIPLINARME. Estoy mejorando el control del acto de producir ideas y me siento feliz con los resultados. Y de paso, deje de jugar la vida a las adivinanzas. 
   Ha sido un placer. Buen provecho con tu autodisciplina. Nos vemos pensante.
    Autor: Emilio R. Fernández Ramos

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