GALOPANDO EN UN CORONAVIRUS

 VENEZUELA DEJÓ DE ESTAR EN EL ULTIMO LUGAR Y SU CORONAVIRUS VUELA EN LA RECTA FINAL PARA LLEVARSE EL TROFEO DE LA OMS.

       Hola amiga(o) pensante.  A mi edad (70 años) he tomado todas las precauciones para evitar el contagio del coronavirus, de hecho no salgo de casa para nada. Pero está sucediendo lo que se temía, contagio generalizado y en un par de semanas más, sálvese quien pueda tener dinero para pagar en dólares para que lo atiendan en clínicas privadas.

     Las personas no pueden hacer otra cosa que pensar en la amenaza de la enfermedad, la falta de dinero, y los servicios públicos, incluyendo la gasolina, a punto de causar una paralización completa en todo el país.

      Muchos van a sobrevivir, el venezolano muere dando pelea, pero la gran mayoría no va a quedar en condiciones psicológicas para llevar en adelante una vida que los premie por su sacrificio.

      Mientras el pueblo camina al despeñadero por la bancarrota que sufre el estado, el gobierno y su PCUV galopa en su coronavirus, con su estrategia ganadora de las elecciones para diputados de la asamblea nacional el próximo mes de diciembre.

     Financia con el poco recurso que está pariendo con las barras de oro que con desesperación está sacando de la bendita tierra, una campaña política para las elecciones de los nuevos miembros de la asamblea nacional, disfrazada de inversiones productivas, nuevos emprendimientos y asistencia solidaria al pueblo con esporádicas bolsas de comida a bajo precio.

      Moviliza miles de sus camaradas en todo el país, que se activan  con gustos y son felices por ser pobres, pero con privilegios y oportunidades para sobrevivir, que la gran mayoría de pobres no tiene.

      La maquinaria política del gobierno tiene la apariencia perfecta, para que no se pueda desmentir su intención de que lo está dando todo para que el pueblo no se muera de hambre, ni lo mate el coronavirus.

      No hay manera de negar que las limosnas compra consciencia (perdón, bonos patrióticos) le salen mas barato al gobierno que pagar un sueldo mínimo que haga justicia a las necesidades de la gente. Estos bonos puede dejar de pagarlos, y la gente no va a salir a protestar, corren el riesgo de que lo borren de la lista. En este momento, no a todo el que tiene que llegarle, le llega, y tiene que morir callado.

       En mi pequeño pueblo que no pasa de 30 mil personas, mas de la mitad de las personas han estado pasando por una serie de síntomas (“gripales”), fiebre, dolor de cabeza, mucosidad, vómitos, mareos, malestar de garganta, perdida del olfato y gusto; y todos se están remediando con plantas medicinales y con alguna pastilla que consiga con un vecino para la fiebre o para el dolor de cabeza. Conozco familias enteras que todos sus miembros han pasado o están pasando por estos síntomas, y gracias al creador de este universo con este poco de pensantes locos, solo un señor ha muerto, dio positivo en la prueba rápida que le hicieron al cadáver y están esperando por la otra que tarda varios días los resultados.

     Uno se comunica con un familiar en otro estado, y el cuento es el mismo, familias enteras pasando por esos síntomas. Ojo no estoy afirmando que sea contagios de coronavirus, pero el hecho que un pobre pase por la enfermedad sin que venga una autoridad con su bata blanca y el estetoscopio colgado del cuello y le diga; “usted está positivo del coronavirus, pónganlo en un lugar donde no lo vea ninguna persona que sienta amor por él”.

     Y luego ver la cara de susto que trae una enfermera, haciendo todo lo posible para no acercarse, con el brazo estirado le pone unas pastillas en la mano, le da agua y con una voz temblorosa que le sale de la mascarilla le dice; tráguesela.  

     ¡Uff! Con esas dosis de amor, quien se va a querer morir, quien se va a sentir desamparado. Quien va pensar que está siendo atendido como un desahuciado.

       Les voy a repetir las cosas que oigo cuando se le pregunta a una persona; por qué no va al hospital, o lo dicen de manera espontánea sin que se lo pregunten. “En el hospital si no me mata el coronavirus, me dejan morir de hambre”. “Aquí afuera por lo menos la cosecha de mango este año ha sido la mejor en décadas, y aunque sea con mango lleno el estómago”.

     Al inocente lo salva su ignorante psicología. El pobre está a salvo de convertirse en su propio acosador psicológico. No tiene que aparentar ante nadie, le importa un carrizo que sepan que está enfermo, está acostumbrado a pasar por cuanto malestares existan y no tiene miedo de morirse y no poder disfrutar la fortuna que de buenas o malas maneras lo está esperando para darse la buena vida. Y para rematar no está en una clínica u hospital privado donde, desde el gerente y todo el personal que lo atiende está rogando que permanezca todo el tiempo posible hospitalizado para cobrar un dinerito extra. Y para que dure bastante tiempo enfermó hay que curarlo de a poquito. (No crean esto, lo estoy inventando para ser sarcástico con unos enfermitos muy renombrados y con mucho dinero en el país).

      Estoy como las comadres vecinas, chismoseando. Contándose los últimos acontecimientos. Y como yo se que ustedes saben lo que les estoy diciendo, estoy dándole una mano de pintura fluorescente para que observen en el país donde se encuentren, haber si es más amenaza el coronavirus, la crisis económica o los políticos corruptos. Repito, los corruptos. Aquel que no lo sea, no es con él o ella.

     Y a quienes les duela que se diga que hay políticos corruptos, porque piense que me refiero a su líder, debería ver porque tiene tanta inseguridad.  

      Ultimo chisme. Quiero informarles que en este momento tengo mi actividad pensativa enfocada en una nueva novela que ya está a punto de finalizar y no me quiero perder un capítulo. Tampoco se las voy a poder mostrar porque es la segunda parte de “CUERPO”, una novela pornográfica en donde se describe el acto sexual de tal manera que me van a execrar los puritanos.

    Esta segunda parte de “cuerpo”, se titula el “Amante Perfecto”. Así que usted se imaginará todo lo que pasa en esa historia.

    No hay tiempo para dejarse arrastrar por la pandemia y sus consecuencias y convertirse en su propio coronavirus psicológico.

    Ha sido un placer. Buen provecho; “cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”. Nos vemos pensante.

     Autor: Emilio R. Fernández Ramos

     Correo: emiliofernandezr@hotmail.com

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