AUTO GESTIÓN PSICOLÓGICA, UNA NECESIDAD
LA SOCIEDAD SUFRE UNA TRANSFORMACIÓN FORZADA Y TÚ ERES UNO DE LOS INTEGRANTES
Hola
amiga(o) pensante. Lo nunca antes vivido está ocurriendo. Nadie estaba
preparado para el nuevo orden mundial. La reestructuración de la sociedad está
en pleno proceso.
La base de toda sociedad son sus integrantes, y la cordura de esa
sociedad es la suma de la cordura de sus integrantes.
La sociedad a partir de ahora, requiere que sus integrantes sean
autosuficientes psicológicamente y sepan gestionar sus estados o condiciones
psicológicas.
La auto-gestión psicológica se ha convertido en estos tiempos en una
cuestión de vida. La dependencia, e inclusive la atención profesional no puede
cubrir la demanda, y las variantes condiciones que están ocurriendo son todas
unas novedades para muchas personas.
La
necesidad urgente de hacer algo cuando se tiene un problema, una condición
emocional negativa, o cualquier malestar, es un impulso dominante.
Es lo lógico, es lo correcto, es lo recomendable. La prisa o urgencia
para salir de esa desagradable condición impulsa a la acción; a hacer algo.
Pareciera que cualquier cosa que se haga soluciona el asunto.
Y
sí, esta compelida acción causa un alivio temporal. Se hizo algo y desapareció
la angustia, ahora lo que hay es ansiedad por ver los resultados. Ya no hay
angustia, se siente una ansiedad esperanzadora, con mucha confianza que lo que
se hizo o se hace resultará bien.
Este tipo de acción compulsiva, necesaria y urgente, por lo general
carece de observación, se basa en un análisis superficial y las probabilidades
son muy pocas.
Ante esta fuerza de atracción es donde el pensante demuestra su
auto-control. La no acción es el recurso que le permitirá aumentar las
probabilidades de hallar la respuesta correcta, que le permitirá actuar de la
mejor manera. (Haciendo Nada; técnica para la no acción)
En este ciclo de no acción el pensante tiene que sobreponerse a su
desespero, a su intranquilidad, a su dolor, a su miedo, y lograr la serenidad
suficiente para observar antes de actuar.
En
las circunstancias actuales, el tiempo que le lleve a un pensante para meditar,
reflexionar, tranquilizarse interiormente, antes de accionar, deben ser breve. No
puede esperar hasta mañana.
Cuando los cambios emocionales se salen de control, impiden tomarse ese
necesario tiempo de meditación, y como la vida sigue pasando, se acumulan
situaciones conflictivas con sus respectivos malestares físicos y emocionales,
y lo que le queda a esa persona es llorar desconsoladamente.
Unos se lanzan boca abajo en la cama a llorar, pero otros se sumen en la
apatía, en el desgano o depresión, y quedan flotando inertes a la deriva en
esta embravecida vida social.
El
autocontrol es una habilidad que se está poniendo a prueba todos los días. Hay
quienes no le prestan atención a este hecho, y terminan acusando a los
problemas y circunstancias adversas de sentirse como se sienten.
Una persona no debe permitirse ignorar su incapacidad para mantener el
control, o recuperar el control si lo ha perdido. A menos que disfrute sentir
las torturas en ese infierno que ha creado por dentro.
En
un ring de boxeo, o de otras prácticas similares donde se entra consciente de
que se van a recibir golpes y caídas, a los contendientes les dan unos minutos
de descanso entre cada tanda de golpes. Esos pocos minutos, no son tanto para
descansar como lo es para observar la situación y afinar su estrategia.
Usando ese ejemplo, vemos como los asesores a toda prisa aprovechan esos
minutos para hacerlos consciente de lo que está ocurriendo. Estos dos o tres
minutos de no acción, permiten ganar muchas peleas.
En
las acciones que ejecutamos a diario debemos hacer lo mismo. Dependiendo del
tipo de actividad, a veces ese tiempo es al final del día, de la semana, o bien
pueden ser breves lapsos de tiempo que se toman dentro de un ciclo, cada vez
que se presente una dificultad.
Estar sumido en algo, conlleva a veces a perder la perspectiva global
que se debe tener de un asunto en particular. El criterio se reduce a lo que se
puede percibir y sentir desde esa posición, y sus decisiones no lo van a
favorecer en el enfrentamiento que tiene.
La
auto-gestión psicológica se convierte en una necesidad ante la presencia de una
enfermedad. Una persona enferma, que no pueda mantener el control, agrava su
condición y se pone en peligro.
Lo
que menos desea que le ocurra, lo está provocando con su descontrol. A este
descontrol del acto de pensar se le llama descontrol de los pensamientos, de
las emociones o de su mente, pero ya sabemos que el descontrolado es el
pensante con su acto de pensar.
Con
las medidas restrictivas de las actividades a nivel mundial, pareciera que a la
gente le sobra tiempo para meditar. Pero le está ocurriendo algo que no puede
entender; no puede tomar una porción de ese forzado tiempo libre para observar,
meditar, y afinar su estrategia para cuando vuelva a la pelea.
La
razón; no está en ninguna de sus contiendas particulares. Lo mandaron a su
casa, detuvieron sus peleas y ya lleva esperando más de un año para reanudar
sus asuntos. O trabaja a medias, o solo puede hacerlo por cortos periodos de
tiempo.
Siguiendo la comparación con los deportistas, cuando se detienen las
acciones por un imprevisto, no se puede dejar enfriar el cuerpo ni perder la
concentración de lo que hace. Igual debemos hacer con nuestros trabajos o actividades,
si se enfría el pensante, para volver a retomar las acciones debe replantear
todo de nuevo.
Otros muchos pensantes, se han visto obligado
a improvisar. A convertirse en emprendedores improvisados. No hay tiempo para
el estudio y la preparación. Cuando mucho, un curso de 4 horas es suficiente
para emprender.
Los fracasos a mediano y largo plazo de estos improvisadores, como han
tenido que convertirse tantos venezolanos, están a la vista. La improvisación
por lo general es una solución temporal, forzada por las circunstancias, y
donde hay que resolver con lo que se tenga a la mano.
Los estados de ánimos suben y bajan producto de las circunstancias, y el
pensante ha caído en el hábito de permitir que sean los hechos quienes
controlen sus emociones.
Ya las personas no pueden y hasta ignoran cómo gestionar sus estados de
ánimo para sacarle provecho o para evitar caer al fondo del barranco.
El
rol de pensante es el estado de ser fundamental de toda persona. Si sigue
creyendo a pies juntillas que el cerebro o la mente como también lo llaman, es quien
se encarga de gestionar sus estados de ánimo, o sus emociones, seguirá convirtiéndose
en víctima involuntaria de sus propios pensamientos.
El cerebro sigue siendo un misterio para la ciencia, y eso lo saben quiénes
no son científicos. Con esa consciencia de su ignorancia, la gente se siente
con las manos atadas para enfrentar sus condiciones psicológicas.
Sabe que no sabe nada acerca del cerebro. Así que no puede hacer nada, y
su capacidad para gestionar sus estados emocionales o sentimentales y sacarles
provecho o evitar males mayores, es nula.
Ya sabes porqué aquí nos hacemos llamar pensante, y te he mostrado como
puedes observarte ejecutando el acto de pensar y lo que puedes hacer con los pensamientos
fundamentales que condicionan tu personalidad.
Ya has practicado demasiado como perder el control del acto de pensar. La
vida te ha forzado, pero ya te he explicado cómo hacer para recuperar el
control.
Sin control de la actividad pensativa no hay posibilidad de ser autosuficiente
psicológicamente y hacer una buena gestión de los distintos estados de ánimo
que responden a las circunstancias.
Ha
sido un placer. Buen provecho gestionando tu inversión sentimental y emotiva.
Nos vemos pensante.
Autor: Emilio R. Fernández Ramos
Correo:
emiliofernandezr@hotmail.Com
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