RETARDANDO LOS EFECTOS DE LA EDAD
HOY CUMPLIENDO 71 AÑOS. Y CONSECUENTE CON LO QUE PREGONO. (AHÍ UNAS FOTOS COMO EVIDENCIA)
Hola amiga(o) pensante. Hoy 18 de febrero
felicito a mi cuerpo por responder a mis cuidados. Está cumpliendo 71 y los
efectos de la vejez, comparado con los cuerpos de mis contemporáneos, lo ubica
entre los mejores conservados en lo que se refiere a salud y vitalidad.
Los
efectos psicológicos negativos que padece el pensante, derivados de las
condiciones físicas que se van produciendo por efecto de la edad, aceleran su
acercamiento al borde de la muerte.
Las
personas ruegan para tener salud física, y repiten su frase filosófica
preferida; “la salud está primero que todo”. Pero a la hora de hacer algo al
respecto, se les olvida la prioridad de la salud.
Muy pocas veces publico imagen de mi cuerpo. El motivo ahora es mostrar
los resultados de la atención que tengo con mi cuerpo para ayudarlo a conservar
la vitalidad y la salud en general.
Hago
ejercicios para mantenerlo en condiciones. Eso lo pueden ver en la foto; pero
lo que no pueden ver es la actividad pensativa que le dedico para inducirlo a
mantener una función orgánica sincronizada de acuerdo a sus estándares
naturales.
La
alimentación en estos años en Venezuela es precaria, y no puedo cumplir como
quisiera, pero es vital para un cuerpo de la tercera y cuarta edad.
En
estos 71 años no recuerdo haber padecido una enfermedad grave. Aun no sé lo que
es un dolor de cabeza, cuando hay gripes todos a mi alrededor se contagian, y
mi cuerpo ni se entera.
Hay una excepción, hace 12 años fui sorprendido por un infarto que casi
lo mata. Según los médicos, era hipertenso asintomático, y el corazón perdió un
35% de su capacidad con el desgarre que sufrió, según la prueba de esfuerzo y
otras que me hicieron.
Me
mandaron tratamiento farmacológico para el resto de la vida. A los 6 meses fui
a una consulta con el especialista y le dije que tenía dos meses que había
dejado de tomar los medicamentos, y me dio un fuerte regaño y me alertó de las
fatales consecuencias, antes de sacarme de su consultorio.
Desde
esa fecha hasta el día de hoy no uso medicamentos. Me mantuve con un tensiómetro
todos los días monitoreando los resultados del programa que desarrollé para
controlar la tensión.
Pero
no le recomiendo a nadie que haga lo que yo hice, ya que cualquier programa de
recuperación no es el cuerpo por su cuenta el que lo va hacer.
Es
el pensante quien tiene que encargarse de eso. En primer lugar, sus
descontroles emocionales alteran las funciones de su organismo. Luego está la
voluntad y el coraje para enfrentar la debilidad física, ya que no va a poder
evitar sentir lo que siente el cuerpo y el miedo a la muerte.
Cualquiera que haya recibido rehabilitación para recuperar la movilidad
de un miembro accidentado, sabe los dolores que tiene que soportar para poder recuperarla.
Si por evitar el dolor no lo hace, la mano, el brazo o la pierna, le queda
inutilizada.
A veces el problema es el envejecimiento del
pensante. El cuerpo pone todo de su parte, pero su inseparable amigo es un
quejumbroso anciano, apagado, que no genera energía positiva de su parte para
colaborar.
La
muerte del cuerpo es inevitable, es absurdo tratar de buscar la inmortalidad
física. Se trata de administrar esa vida de manera inteligente para sacarle el
mayor provecho posible.
Mientras
menos tiempo pase el cuerpo enfermo, o impidiendo el normal desenvolvimiento, la
vida será más placentera.
La
felicidad es incompatible con la mala salud física. Por lo tanto, considero que
hay que prestarle atención a esa salud.
Ha sido un placer. Buen provecho con el uso de tu cuerpo. Nos vemos
pensante.
Autor: Emilio R. Fernández Ramos
Correo: emiliofernandezr@hotmail.com
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