“YO ME CONOZCO MUY BIEN”
LA CONFIANZA PUEDE ESTAR APOYADA EN UN PISO FALSO
Hola
amiga(o) pensante. Revisa a ver con quien, o con que estás contando para que se
te den las cosas que esperas lograr. Estas personas o condiciones que puedes
recordar son valiosas, no cabe la menor duda.
Pero, ¿estás preparado para un fracaso o una decepción? Eso lo debes de
saber. Si no has pasado por esa experiencia negativa, no eres de este planeta.
La
plataforma que sustenta tu vida, eres tú. Y si no tienes la mínima idea de cómo
andan tus condiciones psicológicas, saber que tanto puedes resistir sin
quebrarte, prepárate para que visites los oscuros sótanos de un desorden
mental.
Con
seguridad sabes cuánto peso puedes levantar con tu cuerpo, cuanto frio o calor
resiste, o cuantos metros puedes caminar sin tomarte un descanso.
Saber estos límites evitan tragedias físicas, pero que me dices del
conductor de esa vida. Será que es importante que se conozca a sí mismo.
A cualquier persona que se le pregunte; ¿te
conoces a ti mismo? No dudará para responder que se conoce perfectamente. Sabe
su nombre y apellido, las cosas que le gustan y las que no le gustan, en que
cree y en que no cree, etc.
Pero
no sabe qué hacer con su descontrol emocional, sentimental, su estrés,
depresión, angustias y mortificaciones. Se acuesta a dormir para descansar del
desorden mental, y amanece con grandes ojeras al no poder dormir bien por causa
del pensar desenfrenado que no supo como parar.
Pero dice que se conoce muy bien. Es obvio que lo que se conoce es muy
poco, y desconoce aspectos más fundamentales de sí mismo.
Volviendo al punto inicial, la persona puede contar con medio mundo para
llevar adelante sus objetivos, pero debe reconocer que los objetivos sin él, se
desintegran.
Antes decían el “jefe de familia” o el “cabeza de casa”, ahora hasta la
mascota tiene que liderar el grupo familiar. Era usual que este jefe de familia
padeciera del miedo a enfermarse o a tener un accidente.
Como generador de los ingresos para sustentar el hogar, no se podía permitir
el lujo de enfermarse. Y estoy seguro que muchos de ustedes padecen de este
sentimiento, pero lo tienen solapado, evitan encararse con ese miedo, ya que de
lejos no le ven solución.
Pero no hace falta estar casado o tener pareja; sustentar la propia
vida, mantenerse como individuo para no terminar pidiendo limosna, ya es una
enorme presión, y el talón de Aquiles es enfermarse físicamente o sucumbir al estrés.
Está bien que se cuente con otras personas a
la hora de momentos difíciles, pero aparte que estamos en una era donde mono no
carga a su hijo, o que cada quien tiene que arreglársela como pueda; lo peor es
que el pensante no cuente con él mismo.
Esto no tiene justificación. Y mucho menos si eres asiduo lector de “actividad
pensativa”.
Ser autosuficiente económicamente, sin serlo psicológicamente,
se desperdicia un montón de la calidad de vida que se puede estar disfrutando.
Imagina el porcentaje de felicidad, gusto o placer que obtuviste el último
año. Ahora imagínalo si tienes la habilidad para mantener paz interior, sin importar
las circunstancias que apremien.
Para
alguien que no ha visto las estrellas, es normal ver el cielo en tinieblas. Para
alguien que ha vivido lidiando con sus descontroles y desórdenes mentales, su
rango de normalidad le impide apreciar valores, que solo aquellos que han logrado
salir del fondo del barranco pueden ver las diferencias.
Hubo un día, hace años, que puse en duda lo
que sabía de mí. En ese mí, que me parecía conocer muy bien y del que me jactaba
de aceptar tal como era. (Una forma muy común de autoengaño).
Una aceptación que me permitía alcahuetear mis
sinvergüencerías y mi indolencia. Y fue así que pude entrar en acción para
transformar al Emilio que decía conocer muy bien.
Pude
romper el molde y salir de esa vida unidimensional, para experimentar una vida
multidimensional de un colorido esplendoroso.
No
puedes, ni debieras intentar conquistar otro mundo, sin conquistar el mundo
propio. Esa es la razón principal por la que se reciben tantos palos dolorosos.
Ha sido un placer. Buen provecho contigo mismo. Nos vemos pensante.
Autor:
Emilio R. Fernández Ramos
Correo:
emiliofernandezr@hotmail.com
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