LO QUE PUEDE PASAR CUANDO ENVEJECES
ENTRE LA IGNORANCIA, LA INCONSCIENCIA Y LA INFORMACIÓN FALSA SE HA CONVERTIDO LA VIDA DESPUES DE LA MUERTE EN UN NEGOCIO
Hola
amiga(o) pensante. ¿Esperas transcender espiritualmente o salvarte de algún
posible castigo de manos de la divinidad en la que crees por los errores
cometidos en esta vida terrenal?
Si estas a salvo o no. O si te preocupa lo que
vas a encontrar en el más allá y sientes la necesidad de un crecimiento
espiritual para cuando tengas que abandonar el cuerpo físico no te invada el
miedo, entonces no se puede vivir la vida siendo indiferente a nuestra propia
naturaleza, o lo que en verdad somos en esencia.
Para aquel que se cree y se siente ser una masa encefálica o producto de
ella, todos sus problemas se le solucionan cuando el cuerpo muera. Estas
personas no debieran de tener esperanzas con una divinidad, creer en vidas
pasadas o tener miedo a fantasmas o espíritus malévolos que rondan en las
noches oscuras.
Se supone que con la muerte del cuerpo no hay continuidad espiritual, ni
pueden existir entes fantasmagóricos para llevar a cabo brujerías, posesiones,
comunicaciones con los muertos, ni nada que se le parezca. Para ellos la
naturaleza creó un ecosistema donde el ser humano es una especie más con el
privilegio de tener un cerebro desarrollado que le permite usar la imaginación
fantasiosa para suponer esos fenómenos paranormales, inventarse un Dios todo
poderoso, y soñar con la inmortalidad por negarse a aceptar que, si el cuerpo
muere, muere él.
Estos argumentos son típicos de algunos pensantes en ciertas etapas de
su vida. Sobre todo, cuando se es joven y el cuerpo físico se encuentra en
plenitud de condiciones y la muerte no se vislumbra por ningún lado. Ni
siquiera se piensa en ella, y no importan los peligros a lo que se exponen.
¡Ah¡, pero a medida que pasan los años se ven forzados a pensar en la
muerte y lo que deberían hacer para no morir. Pueden seguir siendo osados, pero
con seguros de vida terrenal y espiritual.
Es común ver a las personas
volverse empedernidos ritualistas religiosos a medida que envejecen. Se vuelven
fácil de convencer y de manipular para que se conviertan en alguna fe que le
prometa salvación y ocuparse de resolverles todos sus problemas, incluyendo la
salud. Los sitios y los momentos ideales para convencerlos, son los hospitales,
las cárceles y cuando están pasando por serias enfermedades.
En apariencia se vuelven más racionales y conscientes; pero siguen
siendo los mismos pensantes, solo que ahora están acobardados y necesitan un
salvavidas ya que no saben nadar.
No saben nada de ellos mismos, no saben nada de su esencia, la vida los
acorraló y ahora están pidiendo clemencia. Piden auxilio espiritual convencidos
que su cuerpo está descontando el tiempo de vida que le queda y cada vez está
más débil para enfrentar la muerte. No queda otra que salvar el alma, el
espíritu o lo que considere que lleva por dentro. Ni siquiera sabe o ha
experimentado, aunque sea levemente, que es eso que quiere salvar de las pailas
del infierno.
Ser responsable con uno mismo es asumir sin tapujos, que se es en
esencia de una naturaleza diferente a la vida del cuerpo físico. Aquel que cree
que es un soplo de su Dios, entonces es ese soplo. Para que se aferra
endemoniadamente del cuerpo con terror a que este muera y se convierta en polvo
o partículas atómicas.
Lo
grave de la situación por la que está pasando la mayoría de los pensantes, es
que, aunque el cuerpo muera y se vean forzados a comprobar que siguen vivos y
pensando, siguen atrapados en la misma inconsciencia. Siguen siendo un producto
de sus creencias y esa es toda la verdad que saben acerca de sí mismo.
El hecho de que en nada beneficia estar todos los días pensando en la
muerte, no significa que no se pueda observar un hecho que ha servido para
embaucar y manipular a la humanidad desde hace unos miles de años.
Entre el hecho de nacer y el hecho de morir se extiende un tiempo de
vida con un cuerpo biológico. Este tiempo de vida se puede vivir sin necesidad
de saber si se existió antes de nacer y si se seguirá existiendo después de la
muerte. De hecho, casi todo el mundo opta por el tiempo de vida ignorando el
antes y el después.
Esta generalizada actitud ha sido
aprovechada de forma maliciosa para dominar, para conseguir poder sobre los
demás. El interés por saber acerca del antes y el después de esta vida puede
surgir de manera espontánea, pero son más los que son inducidos a interesarse
en el asunto y hacerlos absorber ideas prefabricadas para engañar.
Las campañas masivas para adoctrinar vienen después que se ha convencido
a la persona que debe creer que seguirá vivo después que el cuerpo muera. Con
seguridad presiente que no le están diciendo nada nuevo, y que casualidad que
esa idea se le ha ocurrido algunas veces, pero estaba tan ocupado en vivir que
no tuvo tiempo de examinar o reflexionar el asunto.
Las personas que han pasado por enfermedades que bien pudieron haberles
quitado la vida como a otros, o han sufrido accidentes que les restregaron la
muerte en la cara, o están envejeciendo y el cuerpo comienza a manifestar
síntomas que antes no sentía, empiezan a tomar en serio el asunto de la vida
después de la muerte.
Quieren saber, quieren respuestas a sus preguntas, pero se consideran
unos ineptos. Pero para su alivio están rodeados de infinidades de libros y reconocidas
personalidades que se encargaran de llevarlos de la mano al más allá.
Déjenme
decirles que el más allá está lleno de borregos pastando a donde los llevaron o
los mandaron a comer.
Su actividad pensativa no les sirvió en la vida terrenal y sigue sin
servirles en el más allá para causar su propio despertar.
El
momento de despertar es ahora. La muerte del cuerpo es inevitable y el espíritu
de quien tiene que liberarse y salvarse es de sí mismo.
Ha sido un placer. Buen provecho con ese cuerpo sin importar la edad que
tenga. Nos vemos pensante.
Autor: Emilio R. Fernández Ramos
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