RENOVAR EL AMOR LO HACE ETERNO
PROSAS DEL SOL Y LA LUNA
Aquel
atardecer fue una desagradable sorpresa para el sol, se encontró que su adorada
luna terrestre no se encontraba en su órbita, ni en su extenso territorio. No
supo de ella por varios días y las cosas en la tierra iban de mal en peor por
su ausencia. Del oscuro firmamento que rodea su sistema, apareció un cometa
llevando en su cola un llameante mensaje donde le notificaba su forzada
ausencia y que pronto iba a volver. Desde ese día cada atardecer se demoraba todo
lo posible para ocultarse, no tiene en quien reflejar su luz, su amor y cuidado
en todos los durmientes que no puede atender de manera directa. Es ella quien
se encarga de evitar que las tenebrosas tinieblas anulen la vital energía
lumínica que les ha entregado durante el día. Por primera vez experimento la
nostalgia. La luna ha sido una compañera de vida para atender a la tierra, es
una placida relación romantizada con el frio y el calor, con la furia y la
ternura, con el contraste de convulsionantes reacciones atómicas y ella
convierte las emanaciones de este amor, en accesible alimento para la vida que
florece en el planeta.
"No sabes cuánto te extraño, llegaré a mi orbita en el ocaso". Fue el
último mensaje que apareció en el cielo en la cola de otro cometa que surcaba
el firmamento. Del entusiasmo causó un día de altas temperaturas, no hubo nubes
que impidieran el paso de sus rayos solares. El ecosistema afectado por su
tristeza y desgano, recuperó la tan ansiada vitalidad, mermada por el
apagamiento del sol. Aquel atardecer
ocurrió el reencuentro entre el sol y la luna. Fue el inicio de una nueva
visión de la vida y de un vibrante sentir que emancipó a los corazones, y la ya
tediosa rutina de amar y ser amado se elevó a un pedestal mayor, renovado y
reluciente. Fuera del alcance del fastidioso salitre que arrastran los vientos
de la vida y que le quitan brillo al amor. "Renovar el amor lo hace
eterno"
Autor: Emilio R. Fernández Ramos
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