TENER PAZ Y TRANQUILIDAD

  


UN PADECIMIENTO QUE PROMUEVE EL SUFRIMIENTO Y LA INFELICIDAD

Hola amiga(o) pensante. Mucha gente quiere paz; desea estar en paz. La humanidad en general quiere paz. En términos de convivencia la paz se vuelve fundamental para el desenvolvimiento del grupo social.

Como se puede comprobar observando lo que ocurre en el planeta, o en el país, y un poco de la historia; la paz cuando se consigue no dura mucho. La paz no es tan rentable, ni da buenos dividendos en corto tiempo como la guerra y los conflictos.

Pero una cosa es el negocio de la guerra, de la violencia o de producir zozobras en la población, y otra la paz que cada individuo tiene que tener como requisito fundamental para poder llevar una vida placentera.

Si no te puedes sentar en el retrete en paz para hacer tus necesidades fisiológicas, te pierdes el placer del alivio que siente el cuerpo al expulsar los excrementos.

Si no puedes estar en paz cuando comes, te diré como decían mis viejos; “la comida no te llega a ninguna parte, ni la vas a disfrutar”.

Paz, paz y tranquilidad es un requisito fundamental en todo ser humano. ¿Cuánta paz tienes contigo en todo lo que haces desde que te levantas y vuelves a la cama?

En la respuesta encontrarás la explicación del por qué no llevas una vida placentera. Y es la explicación del por qué tanta gente se está anotando para encontrar la paz después que se muera. Reconocen que para ellos es imposible sentir esa paz y tranquilidad interior. 

¿Pero cómo se consigue la paz?  ¿Cómo se logra estar en paz?

Es obvio que si se quedan esperando que el mundo allá afuera cambie a la manera que cada quien desea para poder sentirse en paz, se van a morir, pero con la esperanza de encontrar paz en el más allá, y mucha gente rezará y rogará para que se le cumpla ese deseo.

¿Pero de verdad quieren esa solución?  ¿Muchos rezos, misas, ruegos, etc, para encontrar la paz que no pudieron tener mientras estaban vivos?

Cada quién es libre de hacer lo que le parece, pero confío que haya personas que prefieren encontrar la paz aquí y ahora en este momento de su vida. Y habrá personas que disfrutaran de sus creencias religiosas al eliminar esa obsesión de pertenecer a ese grupo solo por garantizarse la paz después que se muera.

Si fuera “imposible” para un ser humano ser capaz de producir o crear su propia paz y tranquilidad interior, consideraría que el Supremo Creador cometió un error con la especie humana. Hay que morirse para encontrar la paz. Esto no tiene sentido.

Aquí vuelve al tapete, la actividad pensativa, o el acto de pensar.

El acto o las acciones son una cosa y el producto que son las ideas o pensamientos son otra cosa.

Con esta diferencia bien clara, y bien establecida para que no se mezclen, un pensante puede reconocer con facilidad sus errores y hacer las correcciones que tenga que hacer.

El producto que son sus pensamientos, ideas, consideraciones, suposiciones, etc, no importa que nombre tenga el pensamiento, su calidad, utilidad o beneficio que aporte al pensador depende de cómo efectuó el acto de pensar o de producirlo.

Pero, pero… los grandes influencer, guías y maestros del pensamiento positivo, se olvidan de resaltar y hacer énfasis en el proceso de pensar.

Ignorar es no saber, pero a muchos no les gusta que los llamen ignorantes, se molestan, y para evitar que se les vea la ignorancia, afirman como verdad cualquier idea estúpida que se les ocurra.

Mi ignorancia, mi no saber, es la señal que me indica por donde debo buscar. Y como dijo el otro; “solo sé que nada sé”. El interés por saber está en aquellos que admiten “no saber”, o que la verdad  para ellos es relativa y hasta temporal.

El que quiere paz y tranquilidad, por favor, préstese atención a sí mismo a ver como efectúa el acto de pensar. ¿Mantiene dominio durante el proceso, de su mente, de sus recuerdos o de su imaginación.

Haga algunas pruebas y establezca como se encuentra su capacidad para dominar el acto de pensar observando estos factores.  

Una vez que se dé cuenta que la mayoría del tiempo es un títere de su mente y está allí incapacitado para tomar el mando, entonces, grite durísimo y llame al “Chapulín Colorado”. Él responderá; “No contaban con mi astucia”.

Autor: Emilio R. Fernández Ramos  

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