SERÉ FELIZ PARA SIEMPRE

 


FALSAS ESPECTATIVAS CAUSAN DOLOR

Hola, amiga(o) pensante. Las falsas expectativas golpean tan duro que ya muchos tienen la cabeza cuadrada.

Ser feliz, ese deseo que se antepone a todos los deseos es como una paradoja. El pensante busca ser feliz y cuando tiene la felicidad en las manos, se le transforma en infelicidad.

Te casaste o buscaste pareja para ser feliz; deseaste tener una profesión o encontrar trabajo, lo lograste, y la felicidad duró poco tiempo. Algo pasa con la felicidad que no puede mantenerse. Para observar ese fenómeno, se pueden recordar hechos cuyos resultados gustaron tanto que se experimentó física, mental y espiritualmente todo lo que se siente al ser feliz. Pero su duración es corta. Ya pasó ese momento.

La felicidad se da por breves momentos especiales, producto de los resultados de algún ciclo de acción emprendido para obtener algo o alcanzar un objetivo. En vista de que los objetivos importantes por lo general llevan largo tiempo de dedicación para alcanzarlos, ¿qué sucede con la felicidad durante ese largo tiempo?

Se iban a casar para ser felices para siempre. Se casaron y fueron felices los días de luna de miel, ¿y después? La idea de que iban a ser felices para siempre no se ve por ninguna parte. Pero ¡qué casualidad! Si los resultados no son los esperados, esa frustración e infelicidad sí que les dura toda la vida. Llevan todo el día y a todas partes su fracaso.

Obviamente, hay un error en el asunto. La felicidad no es más que el cenit de una acumulación de placeres. Es como la cabeza de una serpiente, ¿y qué se hizo con el resto del cuerpo?

En otras palabras, si no tienes un ciclo de acción con un claro propósito que te interese, será muy difícil que produzcas placer mientras trabajas en ello. Ponerse a esperar la felicidad al final del ciclo es vivir la mayor parte del tiempo infeliz, o al menos no experimentar el entusiasmo y buen ánimo que produce el placer, el gusto o el agrado de hacer lo que haces en cada momento.

La felicidad no es más que una acumulación de placeres que se producen en la consecución de una meta o un sueño. Una vez que se culmina, hay una explosión de emociones que, como los fuegos artificiales, se apaga al poco tiempo. Apagar significa que se acabó, ese ciclo se cerró, ya no puedes esperar más placer o felicidad de él.

¿Quieres más placer y experimentar lo que se produce en el cenit de ese ciclo? Entonces, siéntate a encontrar un nuevo objetivo, propósito o meta y ponte a producir placer. En lugar de experimentar trabajo, esfuerzo o sacrificio, deberías estar experimentando placer. ¿Y por qué no tratar las actividades cotidianas de la misma manera y vivir de forma placentera?

Ya lo probé, y la experiencia es buenísima. Lo recomiendo para las amas de casa y, sobre todo, para los jubilados a quienes el tedio hace estragos.

Autor: Emilio R. Fernández Ramos 

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