SIEMPRE SERÉ EL MISMO
LA NATURALEZA DE LA VIDA, SIN EL CAMBIO NO SOBREVIVE.
Hola, amiga(o)
pensante. El que los otros sean los que necesiten hacer cambios en su
personalidad es algo que los demás ven con claridad en todos con el que se
relacionen. Se tienen muy claro las razones por las que deben cambiar la manera
de ser.
Ya esto es un mal
pandémico, pero si hay personas que reconocen que deben hacer cambios en su
personalidad y no necesitan que otro se lo venga a decir. Solo que lo intentan
como el que está tirándole palos a la piñata con los ojos vendados.
En la profundidad
de la personalidad hay pensamientos que la sostienen, y el constructor en ese
momento escogió los mejores bloques para sostener los distintos aspectos de
quien es. Y ahora no está a gusto y desea ser como otros que a su parecer lo
hacen mejor que él, o simplemente hizo consciencia y aspira ser de otra manera.
La personalidad es
como la sombra, se mueve un brazo y la sombra imita los movimientos. El
pensante cambia los pensamientos acerca de algo y la personalidad cambia ese
aspecto.
Pero las personas
se empeñan en hacer cambios en la sombra. O en su personalidad sin hacer
cambios en los pensamientos.
Ya está más que
demostrado que no se puede cambiar algún aspecto de la personalidad, cambiando
la personalidad. Ni en la sombra intentando cambiar la sombra.
La persona puede
repetirse, “no me gusta como soy, quiero ser mejor”; “voy a cambiar, lo juro
por mi madre”, pero sigue aferrado a sus ideas, creencias, suposiciones, a su
entendimiento, conocimiento o verdad.
Pareciera que a muchas
personas no le gustan hacer cosas fáciles, prefieren quemarse el lomo y dejar
el pellejo para al final no lograr lo que quieren.
Dejar ir una idea
a la que se le ha dado tanto uso, pensamientos por los que se ha discutido con
amigos y familia, o peleado para defenderlos; “¿y ahora los voy a echar a la
basura?” … “No puedo, estoy muy encariñado con mi yo.”
Ahí está el meollo
del asunto; no puede desprenderse de sus verdades. Va a sentir que ya no es el
mismo. No se explica como alguien puede dejar de ser como es y estar tan
tranquilo. ¿Tú sabes lo que es levantarte en la mañana sintiéndote otro? Algo
impensable.
La generación de
mis padres y abuelos que conocí era cuestión de honor y de mucho orgullo seguir
siendo el mismo. Ser el mismo de antes garantizaba los mismos valores. Pero lo
que no sabían era que cerraban las puertas al progreso, a una mejor calidad de
vida.
Los descendientes
debían ser una copia de ellos. No entendían como alguien puede ser mejor de los
que ellos eran. Todavía se oyen a algunos echándoles en cara a los jóvenes los
cambios que han hecho en ellos.
Alguien refunfuña
por aquel rincón: “pero es verdad, se perdieron todos los valores y han acabado
con la naturaleza”. Cualquiera de estos niños de ágil mente, le puede
responder: “claro abuelo, mejor nos regresamos a la prehistoria ahí éramos unos
santos”.
El único animal
peligroso es el hombre animal, ese que está aferrado y maniatado con sus ideas
o creencias. El radicalismo viola las leyes naturales, el agua que no fluye se
pudre, eso les pasa a las supuestas verdades absolutas que los hombres se
construyen.
Afirman que las
guerras de ahora son geopolíticas, territoriales, religiosas o económicas. Creo
que no, estas y todas las anteriores son productos de ideas, creencias o
pensamientos absolutos. No admiten discusión. Solo se hablan con bombas, balas
y antes con espadas y flechas.
La personalidad es
el uniforme que nos ponemos al despertarnos para ponernos a vivir ese día. Hay
que quitárselo de vez en cuando estando bien despierto para cuando llegue “la
pelona o el encapuchado vestido de negro con la hoz”, no volverse a morir por
un infarto en el alma.
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