AUTOESTIMA Y AUTOCONTROL

 SI ESTÁS PERDIENDO VALOR EN TU PROPIO MUNDO, AQUÍ AFUERA EN ESTE MUNDO, ESTAS ACABADO.

     Hola amiga(o) pensante. La autoestima y el autocontrol son dos condiciones fundamentales en la vida de un pensante. Vamos a plantear un enfoque diferente para que aquellos que no están logrando mejorar sus condiciones observen a ver qué tal les va.

   La verdad es inmutable. No importa que creencia tenga el pensante, la verdad no se ve afectada. De hecho, puede haber todos los pensantes que quieran y pensar cada quien su idea de la verdad y actuar en función de ella, y la verdad verdadera no se alterará.

     En el proceso de aprendizaje, de adquirir conocimiento o de saber, podemos observar que a medida que nos acercamos a la verdad con nuestras ideas, las respuestas o las soluciones a nuestras dificultades, son más funcionales.

     Y en la medida que nos alejamos de la verdad con nuestras ideas, los problemas se vuelven cada vez más difícil de resolver. Es decir, en aquellos asuntos que no se progresa en su resolución, se evidencia no estar acercándose a la verdad.

    En vista de la imposibilidad de obtener una verdad absoluta en este universo, solo necesitamos aproximarnos a ella lo suficiente, hasta que se resuelvan nuestras dificultades presentes.

   El autocontrol, la autosuficiencia psicológica, son los temas de los que hablamos insistentemente en “actividad pensativa”. Importante atender estas dos condiciones, ya que nuestra vida interna, está íntimamente relacionada con la vida exterior. En otras palabras, nuestro mundo interno, está en permanente interacción con el mundo externo.

   Por tal motivo, el juicio que debemos emitir, o el criterio que debemos tener, debe ser producto de la consideración de los dos mundos por separados, antes de considerar los problemas que surjan de esta interacción.

   En el mundo propio se puede obtener toda la verdad que se necesite para resolver las dificultades internas, mentales o espirituales. Pero este conocimiento tan necesario, se adquiere mediante la observación. Una observación hecha, despojado de todo conocimiento precedente.  

   En el proceso de observación, de aprendizaje, toda creencia, idea o sabiduría que se tenga, funciona con la fuerza de un prejuicio. El grado de fuerza influye en la objetividad de la observación.

   Se puede afirmar que; la personalidad en su totalidad, es una barrera prejuiciosa para el observador. ¿Qué tan obvio es lo obvio?

   Lo obvio de hace sesenta años, ya está casi todo en el basurero. Lo cerca que se llegó a la verdad en ese tiempo, hoy se ve que tan lejos estábamos. Pero hoy, los recalcitrantes, los retrógrados, y los filibusteros del conocimiento, quieren convencer a medio mundo que ya se llegó a la verdad absoluta.

  “Ya todo está inventado”. “Ya la verdad está dicha”. “no necesitas observar, basta con memorizar las verdades que se te enseñan.”

    La presión que existe para la credibilidad de los pensantes, es acosadora. Todos deben tener la verdad que se les está ofreciendo y construir su mundo interno basado en esa creencia o verdad.

    No basta con la propia ignorancia que uno mismo padece, el pensante es inducido a usar la ignorancia que se produce fuera de él.

   Entonces, tienes tu propio mundo que responde a las leyes de tus pensamientos. Tienes el mundo exterior donde los pensantes crean sistemas para operar en él, y tienes un mundo turbulento que resulta de la interacción de esos dos mundos.

   Ese mundo turbulento o no, es la vida que se está viviendo. Los resultados de esa interacción, son los hechos que están aconteciendo y cuyos efectos golpean al mundo propio.

    Cada pensante quiera o no, está produciendo estos hechos resultados del choque de los dos mundos.

     Siendo el mundo propio, el único en el que el pensante puede tener control y autonomía, no puede seguir buscando verdades fuera de él y no darles importancia a las verdades de su mundo propio.

     Elementos como la atención y la intención, cualidades que se desprenden del ser pensante, debieran ser herramientas de trabajo que no se deben abandonar nunca.

   Descuidar, desatender o no darle importancia o valor a la atención y la intención, es menospreciarse a sí mismo. Todo pensante que padece de baja autoestima, es un condenado pensante que es llevado por la vida como a un perro mascota con un bozal y una cadena hecha con su propia atención.

    Se conecta a las redes, y los van conduciendo con la atención, para hacerlo generar intención de querer, de desear, lo que le están mostrando. Y su mundo propio está desolado, en ruinas, ideas obsoletas, desgastadas de tanto uso.

    Ese es el pensante que necesita el sistema. Un pensante que tiene su mundo propio abandonado, mientras corre como un loco tras la falsa liebre, como los galgos usados en las carreras de perros. Nunca lo van a dejar que agarre la liebre.

   Dudo que haya un pensante que no quiera saber la verdad. Pero mientras mira o la busca, mantiene en su mano empuñando con fuerza, y escondido el puño en la espalda, su verdad. Esa verdad que ni siquiera estuvo consciente cuando se aferró a ella.

   No quiere desprenderse de su sabiduría o de su conocimiento mientras observa. Cree que se trata de perder la memoria y quedar sin consciencia.

    Para llenar el vaso, este tiene que estar vacío. “V-A-C-Í-O”. Debe haber nada en él. Y si le echas un líquido conteniendo algo de otro líquido, se produce una mezcla, perdiendo ambos su naturaleza.

    La autoestima es resultado del grado de autosuficiencia psíquica. Si quieres ser autosuficiente, necesitas el control del acto de pensar.

   Y para ejercitarse o entrenarse en ese control del acto de pensar, se debe dar duro con el control de la atención. Control de la atención es sinónimo de autocontrol.

   La verdad está en tu mundo, debes encontrarla para poder reducir los efectos negativos cuando choques con las verdades del mundo externo.

   Ha sido un placer. Buen provecho con tus verdades. Nos vemos pensante.

      Autor: Emilio R. Fernández Ramos

      Correo: emiliofernandezr@hotmail.com

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