CONSCIENTE DE LA INCONSCIENCIA
LA PAZ INTERIOR NO TIENE PRECIO. EL BIENESTAR DESEADO CUANDO NO SE TIENE, DEBE SERVIR PARA QUE HAGAMOS TODO LO POSIBLE DE QUE NO SE REPITA.
Hola
amiga(o) pensante. No hay nada mejor que estar bien con uno mismo. La paz
interior no tiene precio. Sin ella la vida, el desenvolvimiento cotidiano es
una calamidad.
El pago por el sacrificio que se tiene que
hacer para vivir en mal estado, es empeorar la salud mental y física, y pérdida
de la sensibilidad para experimentar satisfacción. Adiós felicidad.
El
pensante que no se ocupa de mantener en armonía su mundo interno, puede caer en
un sadismo contra sí mismo. En otras palabras, se acostumbra a convivir con el
dolor, con sus rencores, con su desorden mental, con la salud en peligro, y no
hace nada por evitar que le ocurra una tragedia mortal. Por ejemplo; el sobre
peso, los malos hábitos, su negatividad antepuesta a toda acción que va tomar, etc.
También tiene la otra opción de dejarse caer
al fondo del abandono moral para sobrevivir usando cualquier medio, y sus
valores o principios los reproduce de la atmosfera de desencanto e incapacidad
que ha producido. Es decir, los llamados caminos fáciles de la vida, que todos
sabemos violan todas las reglas de convivencia, pero que también destruyen la
salud y la integridad; los toma sin mirar las consecuencias.
Los
difíciles caminos de la vida, no los crea la vida. No hay un señor destino con
una maquinaria especial haciéndole el camino a todo el que nazca.
Entendemos que, si alguien se tropieza y se da un tortazo contra el
piso, o si recibe un golpe de los que pueden ocurrir como consecuencia de
desenvolverse en una complicada sociedad, que ha creado un peligroso ambiente.
Ese impacto duele, ese impacto causa heridas. Pero no es justificación para no
tener la capacidad de sanarlas y no dejar ni siquiera cicatrices.
Si
se interroga de manera incisiva a cualquier pensante, al final va admitir que
no tiene intención de hacerse daño, que no tiene deseos de estar enfermo, que
no quiere sentirse mal.
Pero si se le pregunta, porque motivos no hace algo para evitar
encontrarse de esa manera. Enseguida deja caer una tempestad de justificaciones
y excusas.
Que demuestra eso. Que el pensante es a la vez consciencia, es decir, no
tiene una consciencia atrincherada en alguna parte dentro de él. ÉL ES
CONSCIENCIA. Se le ve el estado que se encuentra como consciencia.
Hablando cara a cara contigo, estoy hablando con una consciencia. La
nombramos persona, espíritu o pensante como yo lo llamo, pero eso es lo que
somos.
Las variantes de esta consciencia, son los diferentes estados por lo que
puede pasar y en el que se encuentra esta consciencia en este momento.
Si
este planteamiento te da alguna claridad, se puede concluir que no hay algo más
importante para una consciencia (que estar en el mejor estado de consciencia).
Entonces, ese pensante que le parece mejor para resolver sus malas
condiciones, dar excusas y justificaciones en lugar de actuar con
responsabilidad, se puede evidenciar que se encuentra en un estado de
consciencia deplorable.
En cierto modo, está ciego, pero cree que ve. ¿Cómo se le convence que
lo que ve, no es lo que ve?
Este es el gran problema de la psicología. Este es la raíz de todo
problema o debilidades psicológicas: “el estado de consciencia en que se
encuentra el pensante”.
Aquellas
personas acostumbradas a usar la palabra consciencia como sinónimo de estar
despierto, viendo e interpretando lo que hay o sucede a nuestro alrededor en
acuerdo con los demás, deben salir de ese uso. Para entenderse como consciencia
que son.
Igual deben hacer aquellos que usan la palabra
consciencia para llamar sus remordimientos, por reconocer que han cometido una
acción que no debió cometer. Esa consciencia personificada como alguien más que
habita en nuestro mundo interior, es un Ego especializado para evadir la
responsabilidad de nuestros actos.
Si
somos capaces de vernos en esencia como consciencia, se hace fácil mantenernos
en el mejor estado de consciencia posible.
Y
si el estado en que nos encontramos nos hace ciego de algunos de los aspectos
de nuestra personalidad o como estamos siendo, la ceguera no nos hace tan
irresponsable de tratar de creernos perfecto y dueños de la consciencia más
luminosa del universo, o que estamos apagados por que otros nos apagaron.
Aquel
que se reconoce como consciencia, ya no tiene como caerse a mentiras. Ya no
tiene un bufete de Egos abogados que lo mantengan a salvo de no confrontarse a
sí mismo.
Todos
estos bufetes de egos abogados de los integrantes de la sociedad, son los que
han creado religiones donde los pensantes pueden descargar el paquete de sus
actos de inconsciencias, como el que se mete en una regadera y se baña cada vez
que está sucio.
Con
esta facilidad para quitarse la porquería, que se le ofrece al pensante
irresponsable consigo mismo, la humanidad no va a ver como sus integrantes mejoran
sus estados de consciencia.
Tienes razón, no son todos, pero son mayoría cuyos estados de
consciencia están inclinando la balanza hacia el desastre.
Pero
no nos ocupemos de ese problema mayor, ocupémonos de nosotros. Ocupémonos de mantener
nuestro mundo interior en orden, en armonía, en paz, mejorando nuestro estado
de consciencia.
Estar en buen estado de consciencia permite darse cuenta de las
debilidades, de los aspectos de la personalidad que deben ser eliminados,
cambiados o mejorados.
La
autoevaluación psicológica, solo es posible para un pensante que se observa a
sí mismo como consciencia. De esa manera puede reconocer si sus frutos son los
que les conviene mantener activos para desenvolverse en la vida.
Ha
sido un placer. Buen provecho disfrutándote tú mismo. Nos vemos pensante.
Autor: Emilio R. Fernández Ramos
Correo: emiliofernandezr@hotmail.com
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