MATÉ MI PROPIO OPTIMISMO

 ¿ES QUE ACASO HAY ALGO QUE PUEDA HACER PARA RECUPERARME?  SÍ, NO DEJES DE LEER ESTO

    Hola amiga(o) pensante. Las causas ajenas que te estropean el optimismo y te hacen perder energía anímica, te van a seguir golpeando.

   Anótalo, no vas alcanzar el éxito sin recibir unos cuantos trancazos, golpes y porrazos. Se perderán unas cuantas batallas, pero siempre debe quedar el hueso duro. Ese hueso duro es el pensante que puede recuperarse y empezar de cero si es necesario.

    En las publicaciones de “actividad pensativa” vas a encontrar mucho material para convertirte en un hueso duro de roer.

    Lo dijimos en el artículo anterior. Hay que estar preparado para enfrentar los avatares de la vida. Hay quienes se preparan para ganar, pensando que nunca van a ser golpeados. Son muy optimistas y voluntariosos mientras no le han conectado un golpe en el hígado.

   Pero tú y yo los hemos vistos a estos optimistas ganadores, abatidos, deprimidos, decepcionados, desesperanzado, nerviosos, ensimismados, quejumbrosos. Perdieron la esperanza y el optimismo y ahora no saben cómo recuperarse.

    Esos son los golpes y los fracasos que son provocados por actuación de otros, por circunstancias naturales o accidentes.

     Pero existen fracasos provocados directamente por el pensante. Él solito actúa de tal manera que provoca su propia derrota. Sus decisiones y acciones son erráticas y no puede culpar a nadie por sus fracasos.

     En ese matrimonio, o todas esas relaciones que terminaron en fracaso, el pensante dijo; “SÍ, acepto”. Piensen en aquellos que juran en una iglesia, amarse toda la vida, en las buenas y en las malas, y luego quieren matar o suicidarse por el fracaso.

    Los fracasos productos de las iniciativas del propio pensante, donde nadie los obligo o le puso el cañón de una pistola en la frente, le rompen los huesos. Los cimientos, los pilares que sostienen su personalidad, lo más fuerte y duro de su ser, recibe un misil explosivo hecho de su propia energía.

    “No hay mejor cuña que la del mismo palo”. Pero en nuestro caso, lo usaremos de esta manera: “no hay peor derrota que la causada por uno mismo”.

    Esto lo sabe el sistema que controla la sociedad planetaria. Ellos usan este principio de esta manera: “no hay mejor forma de derrotar a un pensante que lograr que se golpee el mismo”.  

    De esta manera los que tienen el poder y están en proceso de aumentarlo mediante cualquier medio criminal; siempre son inocentes a la vista de las víctimas. Hacen al pensante sentirse culpable de que el “bolívar”, la moneda venezolana esté llegando al millón por un dólar americano. Lo hacen sentir culpable de los males que ellos están provocando.

    Como cuando discutes con tu pareja y te das cuenta que te quiere hacer sentir culpable. ¿Verdad que te enfureces que te provoca matarlo o… matarla? Bueno, es porque la persona lo está haciendo de manera inconsciente. No es tan criminal como los que dominan el mundo que saben lo que hacen.

    Pero el asunto principal de este artículo, son los fracasos provocados por el mismo pensante. Todos tenemos experiencias de cómo duele esa vaina.

    Todos sabemos cuánto cuesta quitarse ese dolor, no vale arrepentimiento, maldiciones ni lloriqueos, la vaina duele. La destrucción interna es devastadora, todos los valores de autoestima, de aquello que componen los sentimientos y las emociones de felicidad, desaparecen.

   ¡Qué vaina tan jodida morderse la lengua! No puedes culpar a nadie, tienes que aguantar tu dolor como una hembra o como un varón.

   Así queda el pensante que se golpea a sí mismo. Ahora que ya lo entiendes, te invito a examinar lo que está ocurriendo con aquellos pensantes que han caído en una conducta, vicio o comportamiento con el que se están haciendo daño a sí mismos y no pueden detenerse.

   Pensantes que todavía pueden ver por entre las lagañas y saben que se están autodestruyendo, saben que están arruinando su vida, saben que se están enfermando, saben que, de seguir así, lo que les espera es una muerte dolorosa.

   Pero no pueden generar la energía suficiente para controlarse. La tan deseada fuerza de voluntad, no les llega a niveles donde pueden producir cambios.

    Eso se puede ver, todos lo podemos ver, pero por lo general, las personas solo ven cuando le pasa a otro. Lo que no saben es que cuando pudieron ver en esa persona, que el vicio, el hábito o la manera de ser lo está matando o arruinando su vida, ya eso venía sucediendo des hace tiempo atrás.

    Las etapas iniciales de los comportamientos errados que se hacen visible, no son vistas por los pensantes. Ellos mismos o alguien muy cercano pueda que se dé cuenta que de seguir por ese camino, va a llegar a un punto donde retroceder o detenerse va a requerir un sacrificio para el cual no va a contar con recursos.

    El pensante que ya manifiesta un descontrol en algún aspecto de su vida, de su personalidad o manera de ser, ya está dando señales del camino que lleva. Pero todavía no está recibiendo golpes que superen su tolerancia al dolor.

    Tiene una noche sin dormir con el dolor de muela, puede aguantar sin hacer nada por solucionar el problema. Pasa tres días o más sin el dolor y se olvida que la muela está infectada. Se acuerda cuando vuelve el dolor.

    Las personas discuten con la pareja o familiar y pasan días, semanas o meses sin tratarse, ninguno de los dos hace nada para subsanar las desavenencias. Las circunstancias los obligan a tratarse de nuevo, pero no drenaron la porquería que llevan por dentro. Así quedan tan sensibles que por cualquier pendejada se vuelven a mentar la madre, o agarrarse por las greñas.

   El pensante debe comenzar por obligarse a ver su propio rabo. Debe esforzarse en ver su propio comportamiento antes de ver el de los demás.

   Las personas han desarrollado el hábito de ver la personalidad de los demás y no ejercitan el de verse el de ellos. Por eso les cuesta verse a sí mismo.

   Y como el artículo se está haciendo muy largo, vamos a seguir hablando de este tema en el siguiente.

    Pero para concluir; para empezar a solucionar el problema de autodestrucción del optimismo, es cuestión de esforzarse en desarrollar la costumbre o el hábito de verse su propio rabo. No hace falta eliminar el hábito de detallar y ver cómo está el rabo de los demás. La razón, es útil si en verdad se quiere ayudar y no a desacreditar.

    Ha sido un placer. Buen provecho con tu autoobservación. Nos vemos pensantes.

    Autor: Emilio R. Fernández Ramos

     Correo: emiliofernandezr@hotmail.com

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