AUTOSUFICIENCIA PSIQUICA. SOLUCIÓN

 PON LA SALUD FÍSICA FUERA DEL PELIGRO DE LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS

  Hola amiga(o) pensante. La experiencia del año pasado, al vivir la fuerte expectativa por la salud física, y la consecuente amenaza que no termina de desaparecer, obliga a cualquier persona a evitar convertirse en un peligro para sí mismo.

  Esperar por la ciencia médica para que desaparezca el peligro, es agobiante. Sobre todo, por las divergentes opiniones acerca de los resultados y las supuestas intenciones ocultas detrás de las vacunas.

  Mientras los expertos resuelven sus contradicciones, el pensante no puede quedarse como un espectador en un juego de tenis, moviendo la cabeza de lado a lado. Está expuesto a sucumbir emocionalmente o sumarse a los miles de víctimas que ocurren a diario.

  No solo te sugiero que hagas algo por ti, también de dejo datos de lo que puedes hacer para no continuar soportando esa presión, que al final termina por debilitar las defensas psicológicas. 

   Las campañas contra la pandemia inducen y alertan acerca de la inseguridad que existe para la salud física, pero hacen poco hincapié en el peligro que hay para la salud mental cuando solo se habla de la inseguridad física.

  Se asume que es completa responsabilidad de cada persona tener control de su psiquis. Las autoridades debieran de decirlo, para que todas esas personas que solo obedecen ordenes le presten atención al asunto.

  Tú como asiduo lector de “actividad pensativa”, y compartes muchos puntos de vistas de lo que aquí planteo, debes estar ocupado en mantener un buen nivel de las energías que fortalecen tu psiquis y evitas inducir desordenes en las funciones de tu organismo físico predisponiéndolo a contraer enfermedades.

  La gran excusa de muchos pensantes se sostiene, en que los efectos psicosomáticos se producen de manera inconsciente. Eso lo dicen las autoridades en el tema, y la misma persona lo ratifica al no poder verse pensando pensamientos para enfermarse.

  Es un hecho real. Los pensantes saben que pueden enfermar su cuerpo y perder la fortaleza psíquica. Y existen miles de consejeros.

  Pero ya basta de consejos simplones como: Se fuerte, no seas negativo; piensa positivo, debes mantenerte tranquilo; deja las mortificaciones; cálmate; deja los nervios que te vas a enfermar; relájate, etc, etc.

  Y la respuesta que le provoca gritar el afectado es: ¡Coño y como hago para no estresarme!; ¿Es que acaso tú crees que yo quiero enfermarme?

  Hoy te voy a separar un poco más la salud física y la “salud psíquica”. (Es más entendible y práctico que decir, “salud mental”, el pensante es el psíquico por naturaleza, y la mente un medio para manifestarse)

   Cuando el cuerpo ya está enfermo, necesita ayuda médica. Por supuesto que hay médicos de médicos, en los que se puede confiar. El paciente debe convertirse en un colaborador del doctor. Debe hacer equipo con el experto para atacar la enfermedad física.

   Donde sí va a estar el paciente solo, es en su desorden psíquico o mental. Si ha estado presionado por la inseguridad de enfermarse durante todo un año, y llega a enfermarse de verdad, el desorden psíquico hace explosión.

   Y no hay tiempo ni condiciones para ayudas psicológicas mientras está enfermo. Es contagioso, es peligroso, tiene la boca tapada, no puede hablar. El aislamiento y la soledad van en contra de su estado anímico.

   Por esa razón, es necesario por lo menos entender que es la psiquis. El psíquico es el pensante y la actividad psíquica es el acto de pensar.

   Hay un error producto de la experiencia, de lo que se percibe cuando se piensa. Este error es creer que solo se piensa lo que en ese momento se está pensando, desarrollando o discerniendo.

  La persona olvida que lo dominante en ese momento es la condición en la que se encuentra. Lo que está pensando poco puede afectar el estado emocional que ya se ha producido como consecuencia de una acumulación de efectos de pensamientos ya producidos.

   Lo dominante es el estado, la condición que ya se ha producido y está experimentando o sintiendo.

   Como ejemplo yo diría, la condición que ya ha cocinado, y esa sopa no se va a enfriar con unos pocos pensamientos positivos.

   No se trata de lo que esté pensando en ese momento, se trata de lo que pensó y ya hizo efervescencia. Ya el efecto se derramó y lo baño por completo.

  Deshacer una condición, o recuperarse de una caída lleva algo de tiempo. Sin embargo, un pensante ejercitado, reduce al mínimo, el tiempo que le lleva alcanzar la condición emocional que desea.

  He aquí que te invito a ejercitar el acto de pensar. Durante todos estos años te he dado distintas maneras de enfrentarte con tu descontrol. Observa esta otra manera como te puedes enfocar al acto de pensar.

  Observa la velocidad con la que piensas. De seguro ya debes tener un hábito, o una zona de confort con respecto a la velocidad o el movimiento de pensamientos.

   Ese movimiento, lo más seguro es que está automatizado. Así que comienza con jugar con el movimiento. Piensa un poco más lento, un poco más rápido; detente y tomate un tiempo para continuar, etc.  

   Alterna velocidades, de esa manera impones tu voluntad y rompes con el automatismo. Usa cualquier tema, alguno de esos que tengas trillado de tanto pensarlo y no tengas que forzarte a improvisar.

   Cumple con esta etapa inicial y conseguirás prestarle atención al acto de pensar. Al acto del cual dependen las condiciones de vida que llevas.

   Como me gustaría saber cómo les va. Pero considero que son tan super- poderosos, que no necesitan preguntar más nada al respecto.

  Ha sido un placer. Buen provecho conduciendo bien el acto de pensar. Nos vemos pensante.

  Autor: Emilio R. Fernández Ramos

  Correo: emiliofernandezr@hotmail.com   

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