DEL PARAISO PETROLERO AL CANIBALISMO ECONÓMICO.

 EL COSTO DE LA VIDA, VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE SER EL MISMO DE SIEMPRE  

   Hola amiga(o) pensante. Es fácil adivinar la tendencia de los pensamientos en este momento de la mayoría de las personas. Y sobre todo del venezolano.

   Están impregnados de deseos de mejorar la condición de vida actual y en imprimir velocidad a un progreso sistemático que lo ponga a salvo con la familia, de esta vivida y anunciada debacle económica y de los conflictos políticos que generan incertidumbre e inseguridad.

   Pero hay una fuerza oculta, inconsciente, que llevan muchos pensantes, esta es: “intención de ser los mismos de siempre”. Ese expediente de vida, ha sido su garantía para sobrevivir.

   Así como ha sido, por ser como ha sido, está vivo y se sostiene con vida luchando para seguir adelante.

   Se queja de algunos detalles de su personalidad, pero no es para hacer un cambio radical, deshaciendo viejos patrones de comportamientos e introduciendo otros completamente nuevos.

   Pero sueña con producir un repunte en su calidad de vida, generando ingresos como nunca lo ha hecho. La sociedad del dinero, solo puede dar los mejores servicios a quien tenga dinero para pagar por ellos.

  El nivel de vida tiene un costo. El costo de la vida general es el precio mínimo que se debe pagar para vivir “bien”, de acuerdo a estudios hechos por quienes ese “bien” no lo soportarían vivir ni un segundo.

  La mayoría de los pensantes mantienen su impulso o tendencia hacia el progreso, hacia la generación de más ingresos que los que les entran ahora, pero están amarrados por la cintura con una cuerda elástica que vamos a llamar: “el mismo de siempre”, que solo le permite estirarse a favor de su tendencia usando mucho esfuerzo.

  Y ya ese máximo de estiramiento que puede lograr, siendo el que siempre ha sido, lo ha logrado varias veces y ha tenido fuertes retrocesos.

  Ya tiene pruebas de hasta dónde puede llegar con esa personalidad. Esos son todos los caballos de fuerza que tiene su motor para el progreso.

  Está siendo el mismo de siempre y la ventaja que tuvo para llegar hasta aquí, ya no la tiene. Necesita modificar el rendimiento del motor para generar ingresos que lo mantenga por delante del costo de la vida que mejor ha llevado hasta ahora.

   De no hacerlo, no podrá financiar los extras, como la diversión, el entretenimiento y los caprichos. El dinero que produce va justo a cubrir las necesidades diarias, y a veces debe recobrar su habitual nivel de vida, si lo ha perdido, y conservar ahorros para unos días o meses de garantía.

   No importa si el método de vida es producir el dinero primero para luego gastarlo, o hacer prestamos primero, para luego producir para pagar deudas. Ya la personalidad tiene un tope de rendimiento que la persona debe haber comprobado.

   Hay quienes todavía no han comprobado la elasticidad de quienes son y el máximo que pueden lograr. Pueda que algunos de estos personajes estén sin rumbo o se encuentren enredados, impedidos de avanzar, y necesiten reorientarse o romper esas ataduras.

  Pero igual están demostrando que su personalidad carece de algunos detalles y necesita revisión y mejora de esos aspectos que no lo favorecen.

   Ser el mismo de siempre, en un mundo o sociedad que está sufriendo cambios bruscos y repentinos, es una desventaja apremiante. Debido a que los repetidos golpes y encontronazos van a terminar por desmoralizar y hacer perder la confianza que se tiene “siendo como se es”.

   El pensante que resulta víctima, va a necesitar terapia intensiva para recuperar su orgullo, moral y confianza en sí mismo.

   Sin embargo, aquellos que pueden permitirse unos minutos de tranquilidad para la reflexión, pueden tener la oportunidad de hallar respuestas de lo que deben hacer o no hacer con su personalidad, para convertirla en el medio adecuado para progresar en este nuevo mundo, sometido a cambios repentinos, y sacudones que desprenden el techo de las casas.

  Pero no es igual reparar el bote en alta mar con los fuertes oleajes, que hacerlo fuera de él. Dejar de navegar y tomarse un tiempo para sacar el bote del mar y repararlo sin estar acosado por el costo de la vida, muy pocos están en condición de hacerlo.

   Hablando con la verdad objetiva, sin pretensión de ser pesimista; dudo mucho que la gran mayoría de las personas afectadas por el costo de la vida, puedan reparar o modificar su personalidad para adaptarla a este nuevo entorno.

   A menos que sea un asiduo lector de “actividad pensativa”, y tenga a la mano las herramientas que aquí se les ha ofrecido.

   Si este es el caso, será un capitán que, aunque no pueda llevar el barco a tierra para repararlo, lidiara con las tormentas y a la vez encontrará soluciones para que el barco no se hunda con un capitán y tripulantes aterrorizados que no saben qué hacer.

   Como ejemplo; aquí está el que les habla. Capitaneando un barco en medio de una gran tormenta que lleva varios años y no amaina.

   Donde unos cinco millones de venezolanos se fueron corriendo del país, y entre los que quedamos, hasta se ha desatado un canibalismo económico, que da terror la fiereza con que los mismos venezolanos quieren quitarse el dinero.   

   El que quiere sobrevivir, debe revender o producir algo para vender. Algo que puedas inflarle el precio al ritmo que lo hacen todos a su alrededor. No hay compasión con nadie, o especulas con los artículos y servicios de primera necesidad o te hundes en la miseria.

  Una prueba del canibalismo económico entre los venezolanos; es que no solo es el “Bolívar”, el que se devalúa a cualquier hora del día. El dólar que es la moneda base, con la que se mide el cambio del Bolívar, también la devalúan. Lo que hoy cuesta un dólar, mañana cuesta dos.

   Como les decía, sigo en alta mar capitaneando mi bote. No sé si el pequeño bote donde navegamos resista, pero yo, el capitán, puedo lograr la tranquilidad interior y estoy desarrollando aptitudes para adecuarme a los nuevos retos, y a una vida que le sangran las manos de tantos golpes que me ha dado y no me ve caer.

   Ya siento lastima por ella. No sabe con quién se enfrenta. Ha sido un placer.

   Buen provecho con tus ganancias. Nos vemos pensante.

  Autor: Emilio R. Fernández Ramos

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