ACÉPTALO; ASÍ ES LA VIDA

  


POR MÁS QUE TE PROTEJAS NO LO PODRÁS EVITAR

  Hola amiga(o) pensante. La protección y tomar decisiones que se lleven a la práctica sin considerar las consecuencias, son puntos fundamentales en el cuidado de la vida.

Sin embargo, hay hechos y consecuencias de eventos que no dependen de uno.

Eso es una verdad de Perogrullo. No existe un ser humano que solo le suceda lo que desea que le suceda. No hay manera de evitar pasar por situaciones que si hubiera sido nuestra elección, no dejaríamos que sucediera.

Pero el ser humano se empecina en que solo le suceda “lo bueno”. Vive rogando y preparándose para que no le suceda nada malo. A veces hasta se convence que es la excepción, que nunca le va a suceder algo doloroso o de fuerte impacto negativo.

La protección y pensar bien las consecuencias de nuestras decisiones para optar por las acciones menos riesgosas, es la mitad de lo que una persona debe hacer ante lo inevitable: que es estar expuesto a situaciones dolorosas, peligrosas o de impacto negativo.

La otra mitad es la preparación para lograr la máxima fortaleza física, mental y espiritual. De tal manera de reducir lo más que se pueda, el dolor, el sufrimiento y aumentar las probabilidades de recuperar la salud física.

Llevar a un nivel superior las condiciones físicas y psicológicas que tenemos, es un reto permanente. La muerte es inevitable, y por lo general no ocurre con dulzura.

El envejecimiento es visto como la llegada de tantas cosas “malas”, que ese miedo o esa aprehensión de evitar envejecer, es para no sufrir esas consecuencias negativas, más que la cuestión de apariencia.

Es la fortaleza física, psicológica y espiritual, la que garantiza un final de la vida con dignidad. Y por supuesto, ser un resiliente exitoso ante las adversidades de la vida.

¿Ya tienes un programa de ejercicios, de mejoramiento de tu gestión psicológica, y cómo está tu relación con la Causa Divina?

Autor: Emilio R. Fernández Ramos  

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