ACÉPTALO; ASÍ ES LA VIDA
POR MÁS QUE TE PROTEJAS NO LO PODRÁS EVITAR
Hola
amiga(o) pensante. La protección y tomar decisiones que se lleven a la práctica
sin considerar las consecuencias, son puntos fundamentales en el cuidado de la
vida.
Sin embargo, hay
hechos y consecuencias de eventos que no dependen de uno.
Eso es una verdad
de Perogrullo. No existe un ser humano que solo le suceda lo que desea que le
suceda. No hay manera de evitar pasar por situaciones que si hubiera sido
nuestra elección, no dejaríamos que sucediera.
Pero el ser humano
se empecina en que solo le suceda “lo bueno”. Vive rogando y preparándose para
que no le suceda nada malo. A veces hasta se convence que es la excepción, que
nunca le va a suceder algo doloroso o de fuerte impacto negativo.
La protección y
pensar bien las consecuencias de nuestras decisiones para optar por las
acciones menos riesgosas, es la mitad de lo que una persona debe hacer ante lo
inevitable: que es estar expuesto a situaciones dolorosas, peligrosas o de
impacto negativo.
La otra mitad es la
preparación para lograr la máxima fortaleza física, mental y espiritual. De tal
manera de reducir lo más que se pueda, el dolor, el sufrimiento y aumentar las
probabilidades de recuperar la salud física.
Llevar a un nivel
superior las condiciones físicas y psicológicas que tenemos, es un reto
permanente. La muerte es inevitable, y por lo general no ocurre con dulzura.
El envejecimiento es
visto como la llegada de tantas cosas “malas”, que ese miedo o esa aprehensión de
evitar envejecer, es para no sufrir esas consecuencias negativas, más que la
cuestión de apariencia.
Es la fortaleza
física, psicológica y espiritual, la que garantiza un final de la vida con
dignidad. Y por supuesto, ser un resiliente exitoso ante las adversidades de la
vida.
¿Ya tienes un
programa de ejercicios, de mejoramiento de tu gestión psicológica, y cómo está
tu relación con la Causa Divina?
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