CON ESPERANZAS Y SIN CONFIANZA


EN LO QUE RESPECTA A TI, TUS ESPERANZAS SOLO SE PUEDEN MATERIALIZAR POR LA CONFIANZA QUE TIENES EN TI.
  Hola amiga(o) pensante. La pandemia ha causado que haya un resurgir de esperanzas. Aunque todos de una manera particular, estamos esperanzados en solucionar alguna dificultad o problema por el que estamos pasando o viviendo.
  Existe la esperanza en otros y la esperanza en uno mismo. La esperanza puesta en otros no importa cuanta confianza se ponga, siempre depende por completo del otro.
  Y la esperanza en uno mismo, puede estar cargada de confianza, o de desconfianza y dudas.
  En lo que depende de ti; sin confianza no hay esperanza verdadera. Sin embargo, lo que depende de otro para resolver tu problema, la esperanza puede existir sin confianza.
  La esperanza que un pensante se da así mismo, carece de valor si no tiene confianza en él. Expresiones como; “tengo esperanza que…”. El pensante se puede dar cuenta, cuanta confianza tiene cuando lo dice o lo piensa.
  Podemos ver la cantidad de gente esperanzados, careciendo de confianza en ellos mismos. De esa manera es imposible que pueda ser capaz de materializar lo que desea.
  Un pensante que no confía en si mismo, no confía en los pensamientos o ideas que produce. Observa hacia donde recae la causa.  
  Y el trasfondo de no confiar en sus pensamientos, es considerarse un mal pensador o un pensador incapaz de producir buenas ideas, o ideas que sean útiles, que produzcan resultados favorables para el pensante. Llegamos a la acción de producir pensamientos, “EL ACTO DE PENSAR”.
   En el caso personal, la esperanza en uno por si sola, es inútil. “Tengo la esperanza de ser un buen escritor”; “tengo la esperanza de hacerme rico”; “tengo la esperanza de sanar mi cuerpo”. “tengo la esperanza de algún día llegar a ser feliz”.
  ¿A cuantos han oído repetir estas increíbles esperanzas en ellos mismos? …Preguntémosles; ¿y como está la confianza en ti mismo?
  No tiene problemas para llenarse de esperanza, pero si los tiene para mantener firme y consistente una confianza en si mismo con respecto a lo que desea.
  Hay quienes viven efímeros momentos de confianza, llenos de ánimo, de entusiasmo, y al otro día están apagados. Se les perdió la confianza que sintieron el día anterior.
  Si ese es tu caso. Esa confianza no fue producto de tu capacidad para producir energías positivas; llámese emociones o estados de ánimo. Lo que motivó, o indujo esa elevación de confianza, fueron las circunstancias o hechos que sucedieron. Hasta una buena noticia provoca el cambio favorable.
  El pensante cuyo ánimo depende de cómo lo trate la vida, vive montado en una montaña rusa. Un rato está arriba, de repente está abajo y de cabeza al piso.
  Entonces mi querida amiga(o), pon atención a ver como está tu confianza en ti mismo, para el asunto que quieres lograr o resolver.
  Es posible que descienda Superman y te salve, pero si no llega el superhéroe. O si en esos gobernantes que depositaste tu confianza les importa otras cosas y no tu. ¿Qué vas hacer?
  Se puede entender que hay que trabajar en la confianza. Pero para ello, es importante saber o tener una idea clara de que está construida la confianza en uno mismo, para poder trabajarla.
  Toda personalidad es construida por el pensante. Parte de esa personalidad la construyó presionado por dolorosas circunstancias. Hechos que lo forzaron a buscar salida, decidiendo o produciendo ideas que de alguna forma le permitieran sobrevivir.
  Y hay otras partes de la personalidad que fueron concebidas estando en control. Conscientes de considerar como le convenía ser, o actuar.
  Entonces, no te sorprendas de encontrar temas o tipos de asuntos o situaciones a resolver, donde te sientes con fuerza para actuar. La confianza que sientes en ti para eso, no necesitas confirmar si la tienes o no; actúas, entras en acción con lo pensado y punto.
  Pero. Que cosa, nunca falta un, pero. Los pensantes no se permiten un error, una falla, de inmediato aplastan toda su personalidad. “No sirvo para nada”; “nada me sale bien”, “nací para ser infeliz”; etc.
  Con ese reaccionar aplastan también la confianza en ellos mismos en áreas donde no tienen problemas, y no pueden aprovechar lo bueno que hay en ellos. No pueden aprovechar el potencial que tienen disponible, pero que está represado, por su manera de evaluar y concluir acerca de su manera de ser.
   Generalizar es una forma de caminar por sobre el agua con los ojos vendados sin mojarse. Sin entender en absoluto aspectos vitales de la vida en la cual está involucrado.
   La confianza, es aplastada por el mismo pensante que clama por tener confianza en sí mismo.
  Tu personalidad es tu obra maestra. Está echa de pensamientos y es con pensamientos que se le da mantenimiento.
  Observa los cambios o no cambios que has tenido a lo largo de tu vida. Todas esas conductas o manera de ser, le has estado dando mantenimiento. Algunas las has estado ratificando; “no sirvo para nada”. Otras les has estado dándole un baño de pintura superficial, sin cambiar su esencia. Otras ya no existen y solo recuerdas como eras. Etc.
  Este mantenimiento es permanente. Cada acto, cada acción, en cada suceso, en todo hecho, el pensante se evalúa y saca una conclusión. Y esa idea concluida va directo a la personalidad o al aspecto de la personalidad que estuvo en uso.
  Se actualiza o se da mantenimiento cada minuto de su vida, pero no lo observa. Es un proceso que ya lo ha automatizado, que ni cuenta se da, del tipo de idea que está usando.
   Ejemplo: “cocinas, pruebas la comida, y produces una idea acerca de como lo hiciste”.  “Haces el amor, y viene luego la evaluación de como lo hiciste”. Pero el colmo del colmo, es que muchas de estas evaluaciones se quedan en suspenso, porque el pensante necesita comprobar que piensan los demás.
  La confianza en uno mismo es como la pobre víctima de todos los aspectos de la personalidad. Todo recae sobre ella.
  En conclusión. La esperanza en la que debemos confiar el cien por ciento, es la que tenemos de nosotros mismos. Ya que la confianza en otros no depende de uno, depende en quien la has depositado.
  Y la ley que comparte la gran mayoría, es que cada quien es libre de pensar y decidir lo que le dé la gana. Existen tratados que contemplan penalidades, pero la mayoría tenemos tratados con la familia y amigos que son sobreentendido, tácitos. Se supone que cumplirán con lo que se comprometen o han dado su palabra. Al igual que uno las cumple.
  No voy a terminar este artículo sin recordarte. Que si quieres autosuficiencia para tener el control de tu personalidad. No te olvides de prestarle atención al acto de pensar. De vez en cuando, en el momento que llegues a una conclusión, o tomes una decisión, obsérvate como hiciste el proceso para llegar a esa idea. Mientras menos tiempo esperes para hacerlo, mucho mejor. Menos oportunidad tienes de meter la pata ya que puedes corregir lo que has pensado.
   Es como cuando cocinas, dale una probadita, no vaya a ser que le falta un poco de sal.
   Ha sido un placer. Buen provecho con tu confianza. Nos vemos pensante.
    Autor: Emilio R. Fernández Ramos

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