EL OPTIMISMO


  LA MEJOR DEFENSA QUE TIENES CONTRA EL CORONAVIRUS Y PARA MANTENER TUS SUEÑOS VIVOS
       Hola amiga(o) pensante. El optimismo está sufriendo la peor paliza que se le puede dar a un sentimiento.
   El pensante al no encontrar o ver estímulos positivos que vengan del exterior, debe recurrir a su arsenal de confianza y credibilidad en sí mismo para no dejarse llevar por la ola social de pesimismo que busca envolver a todos.
  Hay quienes no cuentan con reservas de fortaleza, y ya han consumido el segundo aire con el que lograron sobre ponerse a los primeros impacto de la crisis global.
   Los pronósticos de los expertos aunados a las divergencias y acciones contradictorias de los gobiernos más influyentes del planeta, mortifican a quienes buscan mantenerse informado del acontecer mundial y su optimismo recibe una lluvia de golpes dolorosos que lo maltratan.
   Aquellos que conservan voluntad de emprendimiento e iniciativa, han tenido que poner sus objetivos a muy corto plazo. Buscar soluciones inmediatas, ya que mientras más se piensa en el futuro a mediano y largo plazo, no se logran encontrar argumentos firmes para enfocarse en esos proyectos.
  La población del planeta están en este momento en espera. Esperan a ver qué pasa con las medidas de flexibilidad para reactivar la economía y la situación con el coronavirus,  ¿Habrá un nuevo repunte capaz de crear una situación peor que hace tres meses?
  No hay quien de una respuesta convincente, y quienes pueden dar el ejemplo de lo que se debe de hacer, como son los principales gobiernos, van con sus medidas para adelante y para atrás.
   El ciudadano común, aquellos pensantes que solo prestan atención a lo que van a comer ese día, o tener para pagar la renta, y si es posible que les quede algo para gastar el fin de semana; esos no necesitan cuidar su optimismo. Están acostumbrados a no levantar la cabeza, a no ver ni pensar más allá de lo que estrictamente necesitan. Que los demás se encarguen de los problemas sociales, que ellos viven el día a día.
   Sin sueños no hay paraíso. Ya hablamos de ese tema en un artículo anterior. Los que sueñan, aquellos que están dispuestos a dar la vida por sus sueños, no pueden planificar sus vidas para vivir el día a día.
   El soñador necesita levantar la cabeza para ver el futuro, para ver a lo lejos, para ver a mediano y largo plazo. No puede vivir la vida sin sus sueños.
   Estos pensantes son los que más están recibiendo golpes en su optimismo. La esperanza es una idea que está por debajo del optimismo. Es de menor valor para un pensante que no quiere vivir de esperanzas, necesita estar en acción. Necesita estar haciendo algo que tenga que ver con sus sueños. Este es el pensante que necesita muchos de los datos que he compartido en este blog.
   Todo el peso de la vida ha caído en los hombros de estos pensantes soñadores. Si no ha fortalecido sus piernas su optimismo puede entrar en rango negativo, es decir, cambia de comportamiento la energía y es ese estado que llamamos pesimismo.
   Un pensante que entró en el rango del pesimismo, su sistema inmunológico se derrumba, cae en los terrenos donde el virus (covid-19) tiene todo a su favor para ganarle una batalla por la vida.
   El optimismo no es una idea, es una manifestación de energía que está ocurriendo. Y para que eso ocurra el pensante está manteniendo firme sus ideas, sus sueños.
   Hay quienes se observan y no ven en ellos que haya pesimismo, pero tampoco se sienten optimistas. Estos pensantes son capaces de celebrar el estado de nulidad mental en el que se encuentran.
   “Que bueno, no me siento pesimista”. Lo que no saben es que los pensantes que se encuentran en los rangos emocionales del estado de apatía, ya están en la fase de muerte espiritual.
   La aparente serenidad, insensibilidad, o esa carencia de importancia a lo que le está ocurriendo, los hace parecer que es por fortaleza, por voluntad, por autosuficiencia psíquica. Pero no, son pensantes sin sueños, son piezas de la maquinaria social que solo necesitan lo indispensable para mantenerse vivo, siendo parte de un mundo, esperando morir algún día.
   A todo lo dicho yo preguntaría; ¿y como hago para no perder el optimismo o recuperarlo porque está débil?
  A ti que te gusta comprobar las cosas, el proceso es sencillo. Los sueños son ideas, si es una idea resultado del contagio o porque alguien te entusiasmó, te convenció. Es una idea dudosa, hay que comprobar que goza de nuestra autoría y determinación.
  Con la idea comprobada, con certeza que es producto de nuestra iniciativa, el peligro que corre el sueño, es el peligro que corre la idea.
   ¿Y quien es el encargado de mantener la idea? El autor.
 ¿Y como hace para mantener la idea a pesar de recibir golpes dolorosos, estar sometido a presión y estar en medio de una tempestad?
  MANTENIENDO EL CONTROL DEL ACTO DE PENSAR.
  El pensante que se permite perder el control en X circunstancia, pierde dominio de las ideas que mantiene y se apoya en las ideas inseguras que produce en medio de ese descontrol.
  Si el descontrol se repite seguido, o se mantiene por un tiempo, el pensante se va quedando sin voluntad para recuperarse, y se queda aguantado de esas ideas producto de su descontrol, y el optimismo por sus sueños, (optimismo es una manifestación de energía producida por el pensante) decae al rango negativo producto de esas ideas conclusivas hechas en su descontrol.
  En conclusión; la solución es ejercitar el control del acto de pensar. Una regla que se debe de seguir es; sin entendimiento no hay control. El pensante debe repasar su entendimiento  antes de ejercitarse. Si ha perdido el control, hay algo que no está entendiendo, o su entendimiento es incorrecto o incompleto.
   Si se pierde el control en la presencia de una cucaracha, tenga la seguridad que hay algo que no sabe o no entiende. Puede ser que el conocimiento sea con respecto a la cucaracha o con respecto a sí mismo.
  No hay excusa amiga(o) pensante a “echarle pichón”; “manos a la obra”. Todo sea por mantener el optimismo, ya que con ese estado de ánimo positivo también combatimos el coronavirus.
   Ha sido un placer. Buen provecho optimista. Nos vemos pensante.
   Autor: Emilio R. Fernández Ramos

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