LA SOLEDAD, UN TEMOR INFUNDADO
EL GENIO APARECE EN
SOLEDAD Y LA LOCURA SUFRE LA NECESIDAD DE COMPAÑÍA
Hola amiga(o) pensante. Hay dos tipos de
pensantes, los que huyen de la soledad, y los que van a su encuentro. “Quédate en
casa y practica la soledad”.
Usted se puede hacer la pregunta acerca de cuál
de los dos pensantes está en mejores condiciones psíquicas, y buscar respuestas
observando en la vida real a estos dos tipos de pensantes.
La soledad es parte de la individualidad. Se
es único, y en este estado no cabe otro pensante. Por esta razón surge la
necesidad de la comunicación o de la relación entre pensantes. Pero no se puede
pretender quitar el factor soledad a la individualidad.
Lo primero, siempre tiene que ser lo primero,
forzar otra manera de proceder agrava los problemas existenciales del pensante.
Las personas que ya no pueden estar solos; en otras palabras; con ellos mismos
en su soledad, o en su individualidad, si no son capaces de volver al
principio, al fundamento de su naturaleza, no importa cuanto intente solucionar
sus problemas psicológicos rodeándose de personas o buscando compañías para
remediar su necesidad, siempre va a ser infeliz. Siempre va a llevar una vida
colmada de infelicidad.
El genio despierta en soledad. Los mejores
momentos para la inspiración, la musa, la producción de ideas brillantes o cualquier
proceso reflexivo hecho para buscar respuestas, solo son posibles en soledad.
Los pensantes socializados se fueron al
extremo de la dependencia de unos y otros. La internet es la continuación de
una socialización virtual mucho más compulsiva y amplia, que fomenta el hábito
de vivir alejado de la individualidad, de la esencia, o del estado natural de
un espíritu.
Cierto es que hoy en día los pensantes pueden
estar más informados. La materia prima que se usa en la actividad pensativa como
son los datos, vienen importados por las redes, tienen que ser adquiridos de
otras fuentes, y los pensantes tienen muy poco tiempo, o ninguno para frotar su
propia lampara de Aladino y hacer que salga su genio.
Todo caso de perturbación mental, o de algún grado
de desorden mental o psicológico, detesta la soledad. La intranquilidad es una
lucha interna por no sentirse solo, o no estar en la soledad de su mundo.
La perdida del control de la actividad
pensativa causa esa pensadera desenfrenada que atormenta, y el pensante
prefiere ponerse unos audífonos a todo volumen para oír música o cualquier otra
cosa, y no ser victima en la soledad de su mundo interior.
La
depresión y la soledad van de la mano. El deprimido es alguien que ya fracasó en
sus intentos de huir de la soledad y ahora está obligado a estar solo. Está
obligado a convivir y a experimentar un factor importante de su esencia; la
soledad.
Los llamados maestros espirituales, los
famosos guías con su larga barba blanca y de hablar pausado, cuyos mensajes les
remueven las fibras a sus seguidores, son maestros de la soledad.
Eso es lo primero que se le debe aconsejar a
los nerviosos e intranquilos buscadores de sabios consejos que se llenan de sabiduría
teórica, pero no son capaces de hacer una práctica de manera consistente para
hacer realidad la teoría o lección que están recibiendo.
Practiquen la soledad. Bajen el volumen al
ruido que tienen dentro de sus cabezas, luego usando la atención, amárrense con
ellas a su respiración como le recomiendan los meditadores, o amárrense con su
atención al acto de pensar, o a una idea como es la idea de “nada”. Y practiquen
la soledad.
Al pensante, aunque le provoque, debe dejar
de hacer esfuerzos por huir de la soledad de su mundo. Es un esfuerzo y gasto
de energía innecesario, nunca va lograr quitarse la soledad de encima. Es parte
de su naturaleza, y se está perdiendo la dicha y la oportunidad de recuperarse
de cualquier problema existencial que se padezca.
Los gobiernos por causa de la pandemia están
obligando a la gente a permanecer en sus casas. Esta situación es un sinónimo de
soledad para muchos pensantes. Sin embargo la desconexión no es tan mala como
parece, y podemos aprovechar para recuperarnos del mal hábito que no quitó un
parte vital de nuestra esencia.
Hemos perdido la capacidad de estar solos. Y
con ella la capacidad de experimentarnos de manera íntegra, completa, tal cual
y como somos. “SOLOS” E “INDIVIDUALES”.
Practica
la soledad como si fuera un ejercicio espiritual. “Voy a estar solo diez
minutos”, le dices a todos en casa, y si no hay nadie, apaga esa televisión y
el celular y dedícate diez minutos a estar solo.
Al pensante interesado en hacer practica de
soledad, le recomiendo que reflexione lo que significa para él la soledad, o el
estar y sentirse solo. Échele una mirada reflexiva al asunto y observe cual ha
sido su actitud con respecto al hecho de estar o sentirse solo.
Esta revisión le sirve para replantear las
consideraciones que ha tenido con respecto a este hecho. Y como resultado va a
descubrir si es un pensante de los que vive huyendo o evitando de la soledad, o
de los pensantes que encuentra en la soledad como un estado ideal para
deslastrarse de la basura o mala energía que se pega en el mundo exterior.
Gracias al coronavirus muchos pensantes se
han reencontrado con ellos mismos y se han vuelto más íntegros o completos, ya que
vivían negándose parte de su naturaleza.
Si quieres despertar el genio que eres en
esencia, dale un fuerte abrazo a tu soledad.
Ha sido un placer. Buen provecho solitario.
Nos vemos pensante.
Autor: Emilio R. Fernández Ramos
Correo: emiliofernandezr@hotmail.com
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