LA INTELIGENCIA Y LA MEMORIA

 


HASTA LOS INTELIGENTES CUANDO PIERDEN EL CONTROL SE VUELVEN IRRACIONALES

   Hola amiga(o) pensante. Existe la costumbre de medir la inteligencia basándose en que tanto recuerda una persona. Si el individuo puede recordar una enciclopedia completa, entonces, es muy inteligente.

  Este punto de vista causa que los pensantes se enfoquen en memorizar. Repetir como loros detalles y detallitos que al final enturbian y hacen menos perceptible la esencia del mensaje.

  El sistema educativo a nivel primario y secundario, lo que fue mi experiencia, el énfasis estaba en memorizar, se validaba y premiaba con excelentes notas a quien pudiera recordar hasta las comas que llevaba el escrito. Luego estos estudiantes cuando llegaban a una universidad donde tenían que investigar y redactar sus propias interpretaciones, sufrían un colapso que muy pocos lograban superar y continuar con su carrera. (Yo no supe memorizar y me quedé en el camino).

  Y para colmo de males, sus especializados sistemas de memorización debían conectarlo con la práctica. Tenían tantos detalles y detallitos grabados que a la hora de demostrar lo que entendieron, les entorpecían para ejecutar una sencilla acción.

  Hago esta rememoración debido a que los pensantes actuales con o sin estudios, siguen preocupados por tener una buena memoria y se aterrorizan mucho cuando olvidan algún detalle. Ven su inteligencia y cordura en peligro.

  La inteligencia es mejor entenderla por los resultados. Las estadísticas demuestran si fuimos más solucionadores de problemas que fracasados en resolverlos. O propiciadores de problemas o dificultades cuando no era necesario.

  La historia de vida de cada uno de nosotros es una pizarra donde se puede observar que tan inteligente hemos sido. Aunque esta pizarra muestra dos puntos de vista; lo que los demás esperaron de nosotros y lo que nosotros mismos consideramos como objetivos. A veces difieren tanto que se tienen lecturas extremas de ambos lados, pero para el pensante, lo importante es su opinión.

   Un sueño de muchos pensantes es saberlo “todo” o “saber de todo”. Este sueño para que se cumpla exige desarrollar una supermemoria, y para lograrlo debe abastecer la mente de todos los detalles de cada cosa que se individualice y ni que pase millones de años haciéndolo, podrá lograr grabar cada detalle con sus detalles y detalles de estos detalles. Es una carrera hacia el infinito, no le quedará tiempo para vivir.

  Es más útil seguir los mecanismos que usa la mente genética para hacer interpretaciones de lo que percibe. Con un mínimo de detalles importantes para procesar, forma una imagen y hace una interpretación. De hecho, no se puede confiar en todo lo que ella produce para nosotros. Hay muchos que ven fantasmas, oyen que le hablan, y juran que lo que sintieron fue producto de algo misterioso, cuando de hecho fue un fenómeno perceptivo.

  Pero es verdad, un pensante no necesita hasta el último detalle para entender y formar una idea. He ahí la necesidad de saber hacer la pregunta correcta. La pregunta y el objetivo son tan hermanos gemelos que no hay forma de distinguirlos.

 ¿Quieres ver la montaña o algún árbol en específico?   ¿Quieres ser millonario, pero que tan millonario quieres ser?

  Cuando el pensante se pregunta: ¿cómo hago para ver la montaña? No está pensando que tiene que ver cada árbol para saber que la vio.

 La inteligencia se mide con el producto final. Después de establecido un objetivo, lo que viene son problemas o situaciones que hay que resolver, y aquellos que no son claros en sus preguntas, o no sabían lo importante que era para encontrar las respuestas más acertadas, deben de una vez aprender a plantear preguntas.

  Esto debe hacerse como un ejercicio hasta volverse diestro en hacer preguntas.

  El proceso es sencillo, el primer paso es saber que se quiere con exactitud. No puede ser una generalidad. Aunque pueden surgir objetivos menores dentro de un objetivo que requieren sus propias interrogantes; ¿qué hacer para lograr eso?

  Es posible que alguien use el éxito y el fracaso para saber qué tan inteligente ha sido, pero estos dos tipos de resultados son relativos. No existe un fracaso absolutamente negativo, ni un éxito absolutamente positivo.

  Es por esta razón que la vida es vivible, está llena de esperanzas y oportunidades por todas partes, pero NO para aquellos que el fracaso o el éxito les hace perder la cabeza.

  La depresión y la codicia se disparan a los extremos cuando el pensante usa el éxito y el fracaso como dos extremos absolutos.

  ¿Cómo te sientes Luis? “Mal, muy mal”. Todavía no está muerto, pero responde considerando que ya lo está.

  “Él ganó una, ahora considera que tiene que ganarlas todas”.

  Estamos hablando de la misma actitud que conduce al extremismo. A los pensantes no les gusta ser fluido, suelto, relajado, flexible o dispuesto al cambio. Les da más seguridad estar anclados, amarrados a cualquier cosa que los inmovilice, los movimientos son peligrosos. Es preferible que no pase nada a que pase algo. “más vale malo conocido que bueno por conocer”.

 Ahora con los imprevistos cambios que está forzando la pandemia, hay más de uno que anda por ahí todo trastornado y desequilibrado.

  Empezamos hablando de inteligencia, pero hasta los inteligentes sucumben al descontrol, y cuando se desequilibran se vuelven tan torpes en sus razonamientos que deciden cualquier cantidad de actos irracionales.

  La capacidad de razonar, de reflexionar o analizar se hace presente durante el acto de pensar. No hace falta aprenderse de memoria todas las enciclopedias existentes para ser inteligente.

 Basta con mantener un buen control durante el acto de pensar. El pensante que mantiene autocontrol durante la actividad pensativa, no necesita que las emociones le dicten las instrucciones de lo que debe de hacer, y hace buen uso de la memoria disponible al analizar.

   Si aún tienes dudas acerca de la importancia y lo vital que es el control de la actividad pensativa, es preferible perder algo de tiempo volviendo a reflexionar el asunto, que tener que lamentarse de no haberlo hecho.

   El desorden psicológico que está ocurriendo en la “cabeza” de las personas que caminan a nuestro alrededor no se ve. Es una lástima que no se pueda ver desde afuera, ya que eso motivaría a muchos a hacer hasta lo imposible para no caer en esa lamentable condición.

   Ha sido un placer. Buen provecho con tu inteligencia. Nos vemos pensante.

   Autor: Emilio R. Fernández Ramos

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