LA INFELICIDAD TIENE SUS DÍAS CONTADOS
LO QUE TIENES QUE SABER PARA VIVIR UNA VIDA FELIZ Y LLENA DE SATISFACCIÓN.
Hola amiga(o) pensante. Hay personas
buscándole un significado a su vida, hay otros que sienten que la vida pierde o
ha perdido sentido, y al no entender el fenómeno, no pueden hacer algo por las
malas condiciones anímicas y depresivas que padece.
La vida es la vida y no tiene significado alguno, ni los tiene a montón
y anda repartiendo a cada pensante el sentido o razón de su existencia.
Eso piensan aquellos que le andan buscando sentido a su vida en vista
que la vida no les dio a ellos su parte.
Si la vida no es la que le da a cada quien el significado que debe tener
para ellos, entonces: ¿de dónde sale esa fuerza emocional y sentimental que
causa que las personas hasta se suiciden por falta de este sentido?
La infelicidad y los estados depresivos van de la mano con esa falta de
significado para la vida de esos pensantes.
Pareciera que algunos nacieron para ser infelices o padecer de una
perpetua insatisfacción toda la vida.
Inclusive, las personas que disfrutan
felicidad, aunque sea ocasional, muy pocos de ellos saben cuál es la verdadera
causa de su felicidad, de su buen estado de ánimo o entusiasmo.
Y al no saber cuál es la verdadera causa de su buen estado de ánimo, o
entusiasmo por la vida, cuando le tocan las vacas flacas, su vida se les
convierte en un mar de desdichas y las ganas de morirse le tientan los
pensamientos.
Desde que se nace se empieza a crear el sentido o significado que va a
tener la vida para esa persona.
La producción de ideas, pensamientos o creencias son los ingredientes
que le van a dar sabor o gusto a la vida que se está creando.
Los pensantes de manera particular, cada quien va creando el significado
de su propia vida. Esta es la razón para que el acto de pensar se vea como un
arte, la comprensión, las técnicas y la habilidad ganada con la experiencia,
consagra a ese pensante en la ejecución de la actividad pensativa.
Pero sigue siendo un misterio el por qué la persona siente que su vida
no tiene sentido, al extremo de tirarse en los rieles del metro. O la inmensa
cantidad de personas infelices que existen, unas que tienen de todo y otros que
se lo achacan a lo que desean, pero no tienen.
La búsqueda de la felicidad es una acción tan tonta como lo es buscarle
sentido a la vida. Lo indicado es producir el significado que haga falta para que
la felicidad aparezca.
El camino para producir esos contenidos que signifiquen lo que a cada
quien le apetece, comienza con “HACER LO QUE LE GUSTA”.
Mucha gente cree entender esto, pero en la práctica no está pensando en hacer lo que le gusta, está pensando en
tener.
Está afectado por lo que No tiene. No tiene una cantidad
de cosas que desea y ahora está protestándole a la vida y siendo infeliz.
Estos infelices no pueden salir de su infelicidad, porque no TIENEN esto
o aquello, o no tienen la salud que desean, y no pueden hacer algo al respecto
porque no tienen lo que asumen deben tener. Se atrapan en un círculo vicioso
que no conduce a ninguna parte.
Estos mismos pensantes ven a quienes muestran ser personas felices y
satisfechas y le atribuyen esa felicidad a lo que tienen o a sus riquezas. Otros a la suerte o a cualquier estúpida
razón que le sirva para excusarse de su falta de felicidad.
El comienzo de la vida de todos nosotros
ocurre dentro de una sociedad confundida, llena de suposiciones y creencias
inventadas de alguna manera, ya que se está obligado a tener una respuesta para
todo.
Los pensantes acostumbran a sentir que saben de todo o por lo menos le
tienen que dar una respuesta a todo, así sea un invento.
Miren a papá, mamá, el abuelo o la abuela, y todo el que ambiciona ser
un líder de opinión, no puede admitir que no saben un carajo acerca de algo.
Decirle al niño que no sabes algo, es invitarlo a ser una persona
honesta consigo mismo. Pero no, quieren oír a sus hijos diciendo: “mis padres
son inteligentes, saben de todo”; pura vanidad.
La infelicidad, o llevar una vida con el peso
de la insatisfacción, es producto del nivel de consciencia de la sociedad en la
que el pensante ha nacido y se ha desarrollado.
La excusa de no tener para poder hacer lo que nos gusta, es lo que nos tiene
paralizado. Si se le pregunta que tiene que tener para poder hacer, las
exigencias que está pensando son parecidas a lo que tienen unas personas que ya
tienen años de duro trabajo para llegar a ese nivel donde están.
Pero la felicidad tiene un gancho como el arpón o, los anzuelos, que
impiden que una vez que penetren no se puedan salir. El pensante que es feliz
por lo que tiene, cuando pierde ese algo valioso, la infelicidad lo agarra de
retroceso.
Esa pérdida de lo que le causaba felicidad, es dolorosísima. Para sacar
el anzuelo de la boca del pez hay que desgarrar la carne. Ese desgarre es el
que siente el pensante al intentar sanar el dolor de la pérdida.
Ya la
sociedad está estructurada de tal manera que los pensantes con escasos recursos
pensativos, con una baja autosuficiencia psicológica, con la atención secuestrada, se sienten
impotentes para empezar a HACER lo que les gusta.
El tener que sobrevivir a como dé lugar, es la
consigna para promover la infelicidad como algo imposible de curar.
Resignados a ser infelices por ser pobres, o porque no tienen esto a
aquello, y de paso no pueden hacer lo que quieren hacer, debido a que están
obligados a trabajar en lo que sea para ganar el dinero que necesitan para cubrir
las necesidades básicas de subsistencia, el planeta lo que emite al espacio
exterior son radiaciones de una consciencia global muy pobre.
Por ahí oímos a personas exitosas que se vanaglorian de su felicidad,
repitiendo lo que todo el mundo debe saber; “soy feliz porque hago lo que me
gusta, y de paso me pagan.”
“Eso es suerte”, dicen algunos infelices que se consideran
desafortunados. Y no saben todos los sacrificios y malos ratos que todas esas
personas tuvieron que pasar para llegar a donde llegaron haciendo lo que les
gustaba hacer.
El sentido de la vida, o la felicidad que se siente vivirla, se destila
por la acción durante todo el camino que conduce hacia el sueño o lo que se
quiere lograr.
Inclusive, si la muerte del cuerpo ocurre en algún tramo de esa deseable
aventura, la satisfacción y la felicidad producida ya se vivió.
Eso es lo que se llevan los pensantes cuando se ven obligados a dejar el
cuerpo. Lo que vivieron.
Por esa razón no se pierde tiempo buscándole sentido o significado a la
vida. Cada mañana que nos levantemos debemos empezar el día con la intención de
producir ese significado, manteniendo presente lo que vamos hacer ese día con
respecto a lo que nos gusta.
Hay que trabajar ocho horas en ese trabajo necesario para poder
subsistir, pero tan pronto salga de él o antes de ir, le dedico tiempo a lo
mío.
Aunque sea trabajar en la preparación para cuando sea posible entrar de
lleno a hacer lo que me gusta, es una acción que produce significado a la vida.
La infelicidad, la depresión, los bajos estados de ánimo, el poco
entusiasmo por vivir, todos estos efectos negativos causados por la impericia
del pensante para vivir la vida, desaparecen si se insiste en hacer los que nos
gusta. Y, hasta las pérdidas dejan de ser recuerdos dolorosos.
Y no se tranquen pensando solo en la gran meta, en el día siempre se
encuentra alguna otra actividad que se puede ejecutar con gusto.
Ahí les dejo esas perlas. Ustedes verán que hacen con sus vidas, nadie
más puede hacerlo por otro.
Ha sido un placer. Buen provecho con tu felicidad. Nos vemos pensantes.
Autor: Emilio R. Fernández Ramos
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