TENÍA QUE DECÍRTELO

POEMA


Una hora del día tan encantadora y viniste tú a marchitarla. Eres como un instrumento desafinado en una orquesta, como una desesperante voz gangosa para quien está apurado. Eres como la piedra en el zapato de quien tiene que pasar el día caminando. Puedo soportarte y ser indiferente a tu presencia, pero en la decoración de la escena para mis ceremonias preferidas, como la hora de un café fuerte y cremoso, donde disfruto su aroma, su penetrante sabor y la placidez de mi cuerpo al saborearlo, tú rompes la armonía de manera drástica. No te quiero en este momento. Siento que estoy comiendo envuelto en un fétido olor que me dan ganas de vomitar. Tenía que decírtelo.

Autor: Emilio R. Fernández Ramos  

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