SOMOS EL DESPERTAR QUE BUSCAMOS


SOMOS EL DESPERTAR QUE BUSCAMOS

Hola, amiga(o) pensante.

En estos tiempos de acelerada transición física, mental y espiritual, se multiplican los llamados al despertar de consciencia. El ser humano intuye —o incluso afirma con certeza— que su esencia no es física, al menos no en los términos en que percibimos el cuerpo y el mundo material que nos rodea.

Pero cuando se desea “despertar la consciencia”, suele imaginarse que hay una consciencia en alguna parte, como si fuese algo que tenemos, pero no somos. Esa visión es errada. Implica despertar algo externo a nosotros, cuando en realidad se trata de despertar lo que somos.

La confusión nace del uso múltiple de la palabra “consciencia”:
“Hacer consciencia”, “tener remordimientos de consciencia”, “recobrar la consciencia”, “despertar la consciencia” …
Cada expresión apunta a contextos distintos, y sin distinguirlos, se pierde claridad.

Entonces, ¿cuál consciencia se quiere despertar?
¿A cuál se le quiere elevar el estado?
¿No será que somos esa consciencia, y al nombrarla, nos estamos autonombrando?

Si así fuera, en lugar de pensar en “despertar la consciencia”, pensemos en despertar nosotros espiritualmente.
Así, el objetivo no es algo que poseemos, sino lo que somos.
La responsabilidad recae en nosotros, en ese quien esencialmente somos.

Podemos postular, decretar o decidir qué vamos a despertar un poco más de lo que ya estamos.
Podemos elevarnos a una frecuencia más alta que la actual.
Y desde esa decisión, trabajar para lograrlo.

El tiempo apremia.
Los procesos transformadores externos —aquellos que no dependen de la voluntad individual— se están acelerando.
Lo que está por pasar, pasará.
Y nadie podrá evitarlo.

La forma en que cada persona se encuentre —mental y espiritualmente— será determinante para las experiencias que inevitablemente tendrá que vivir.

Por eso me di prisa en publicar el Manual del Pensante:
Una guía para poner orden en la mente, los pensamientos y las emociones.

Mantener la calma, la tranquilidad o la serenidad es una cualidad que debe habilitarse.
No importa el grado en que se logre: lo importante es elevarlo lo más posible.

La transición que ocurre en el planeta —en lo físico y lo espiritual— es para bien.
Pero no todos están en condiciones de soportarla.

Autor. Emilio R. Fernández Ramos

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