LAMENTACIONES QUE ENCIENDEN LAS ALARMAS
Aprovecha el autoconocimiento antes de que sea tarde
Hola, amiga(o) pensante:
Hay muchas
razones por las que una persona puede caer en el lamento. Pero cuando ese
lamento lleva el sello del arrepentimiento, es momento de encender las alarmas.
Porque allí, en ese “debí o no debí”, “pude o no pude”, se revela una
conciencia que ya sabe —o intuye— que algo no fue hecho como debía.
Y es que,
seamos honestos: muchas veces sabemos que una decisión no tiene buen
pronóstico. Sin embargo, la tomamos. Y cuando el resultado no es el esperado,
aparece la frase lapidaria: “yo lo sabía”. Esa expresión no es solo un
juicio tardío, es una señal de que la brújula interna estaba activa… pero fue
ignorada.
Cuando estos
lamentos se repiten con frecuencia, hay que detenerse. Porque la mente, los
pensamientos y las emociones no pueden seguir conduciendo el destino sin
dirección. El descontrol emocional no solo nubla la objetividad, también
bloquea la intuición: esa capacidad sutil, profunda, que nace de nuestra
conciencia de origen divino.
Si no se
corrige este patrón, la vida entera puede convertirse en un largo lamento,
disfrazado de frases como “fue mala suerte”, “era mi destino” o “Dios lo quiso
así”. Y así, la personalidad se va marchitando, humillada por el autodesprecio,
envilecida por la culpa, degradada por la inercia.
Cada
decisión es una exposición del alma. A veces, incluso, se juega la vida entera.
Y en esos momentos, no hay espacio para arrepentimientos. Solo queda la acción
lúcida, el discernimiento entrenado, la conexión con lo esencial.
Dejar que la
mente, los pensamientos y las emociones actúen sin guía, bajo el dominio de un
ego que se cree infalible, es una de las mayores torpezas que puede cometer el
ser humano. Porque esa falsa confianza, ese impulso reactivo, nos aleja de la
inteligencia profunda que habita en nosotros.
Si estás
vivo, da gracias al Creador. Y pon orden.
Entrénate.
Corrige los errores de conducción mental.
Rompe el automatismo.
Haz que tu inteligencia brille.
Todo ser
humano, desde su esencia, es fuente de conocimiento. Tiene la facultad de
conectarse con la fuente creadora y canalizar el saber que necesita. A veces lo
llamamos intuición: ese saber que llega sin aviso, pero con certeza.
Quien desea
dar lo mejor de sí, debe asumir el compromiso de ordenar su mente y mejorar su
gestión psicológica. Solo así, el ser podrá manifestar decisiones que lo
conduzcan por un sendero de plenitud.
El “Manual del Pensante” es un abecedario sencillo, una guía para romper los
malos hábitos mentales y recuperar el timón de la vida.
Estás invitado a explorarlo.
Estás invitado a despertar.
Autor: Emilio R. Fernández Ramos

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