SER O NO SER PREDECIBLE


  LA CONFIANZA ESTÁ SUFRIENDO SU PEOR CAÍDA. OBSERVA COMO ESTÁ OCURRIENDO FRENTE A TUS NARICES Y NO TE DAS CUENTA
  Hola amiga(o) pensante. Una persona a la que no se le pueda predecir su comportamiento, no es de fiar. Es como confiar en una persona que ha perdido el juicio, la cordura, o está loco de remate.  
  Esto es un caso extremo de conducta impredecible, al cual no se le puede dar la espalda por lo peligroso que es, pero por el otro extremo tenemos a las personas excesivamente predecibles.
  Son tan predecibles que la gente se aprovecha de ellos. Reciben tanto palo, que tienen todas las costillas fracturadas.
  El acondicionamiento a esta sociedad de consumo, es volverlos tan predecibles, que los puedan conducir como ganado al matadero, sin que se den cuenta.
  La razón para que confiaras en esa persona y se convirtiera en tu pareja, fue porque consideraste que la podías predecir. En otras palabras, llegaste a conocerlo. Creías o crees que lo conoces “muy bien”. Y luego vienen las sorpresas, y el, “no lo puedo creer”.
  ¿Pero que conociste de él?; su conducta, su manera de ser. Y ese comportamiento te gustó. No hablamos de aventuras, hablamos de esa pareja con la que deseas compartir tu vida.
  “La vida me ha enseñado”; como dicen muchas personas. Les ha enseñado a no confiar o confiar de acuerdo al comportamiento que observan en las personas.
   Pero es tan fácil fingir, es tan fácil esconder un comportamiento para lograr un objetivo, que las personas se llevan sorpresas increíbles cuando les sale a relucir su verdadera forma de ser.
  ¿Confiar o no confiar? Esta pregunta se plantea desde dos puntos de vista. A) ¿Mostrar todo, dar a conocer todo de ti, confiar en que no te van hacer daño o aprovecharse de ti?
  B) ¿Confiar en la otra persona por lo que está mostrando, por lo que está diciendo de su manera de ser?
  La sociedad está en un conflicto, las personas están en un conflicto. Por un lado, deben confiar en otros y por otro lado no deben confiar. Por un lado, debe darse a conocer mostrando su manera de ser, y, por otro lado, ya ha recibido muchos palos para estar mostrando todo lo que tienen.
  Las sociedades sobreviven de la confianza, del compromiso, de la palabra. En una época era cuestión de honor en algunos aspectos de las relaciones humanas. Pero esos aspectos fueron vulnerados y hubo que firmar contratos, y hubo que fabricar abogados para que se cumplieran los compromisos.  
  Hoy en día los abogados, jueces y toda la parafernalia creada, llamada justicia, también ha sido vulnerada.
  Es decir, tampoco es confiable. Observa la dimensión del deterioro que han sufrido los pensantes. No es posible predecir resultados, aunque se conozcan los contratos, los tratados, o la misma constitución. 
  El pensante necesita ver y comprobar comportamientos para confiar, pero ni esto le da buenos resultados. Trata de ver lo que les ocurre a otros, y en su propia experiencia, y aquí está, atontado, dudando, si confiar o no confiar.
  El remolino succiona y hunde todo lo que entra en su campo de fuerza centrípeta. Los pensantes no encuentran manera de coordinarse con esas premisas que forman parte de su manera de pensar, y que afectan su confianza o su credibilidad en otro pensante.
  Las relaciones entre pensantes, se ha convertido en una aventura. Es como los deportes extremos; disfrutar la adrenalina que produce el miedo, el terror o el sufrimiento. Algo así como una variante de la conducta llamada masoquismo.
  El pensante inicia una relación cerrando los ojos y que pase lo que pase, pero no se queda para vestir santos. Morir virgen o vivir virgen de tantas cosas que se pueden disfrutar, no es vida.
  Así va y compra el remedio que le prometen que le va a curar todos los males, y que sea; “lo que dios quiera”. Cierra los ojos y se lanza en su bungee jumping (deporte extremo atado a una cuerda) al vacío.
  Tiene tres meses de conocer a la persona y se lanza a una relación a disfrutar la adrenalina, y que pase lo que pase.
  Esta es la manera de llevar la vida de muchos pensantes. Lo que no entiendo es porque caen en depresiones y no paran de llorar y lamentarse de sus llamados fracasos.
  No debieran llamar fracaso el hecho que el asiento de la montaña rusa, o la cuerda del bungee jumping ( deporte extremo, lanzarse al vacío amarrado a una cuerda elástica) se haya roto y se estrelle contra las rocas.
  Les voy a decir un secreto a mis amigas y amigos, pero no se lo digan a nadie. ¿Lo prometen? … A muchas personas que dicen haber estado claros en sus decisiones, en lo que hicieron, o en sus relaciones, y no les importan sus fracasos; uno les quita los huesos frontales y parietales del cráneo, y lo que ve en el cerebro es un hervidero de hechos de dolor y sufrimiento que no sabe cómo quitárselos de encima.
   No existe calidad de vida en un pensante que no entiende lo que está pasando en su mundo. Un pensante que no se da cuenta que ha vivido la vida buscando como acomodarse para adaptarse al entorno, para buscar sobrevivir en un ambiente donde está rodeado de pensantes que están igual que él. No pueden confiar, pero tienen que confiar.
   Está confiando que su dinero está seguro en el banco, pero no deja de vivir desconfiando, esperando que un día le digan que el banco se declaró en banca rota.
  Está esperado que un día llegue al trabajo y le digan estás botado; o que su pareja le diga; “vamos a separarnos” o se entere que anda con otra persona.
   Compras en el supermercado un kilo de papas y luego lo llevas a otro peso y le faltan 150 gramos.
  Ya hemos descrito lo que está sucediendo; ¿pero que se puede hacer al respecto?
  En el artículo anterior vimos la capacidad de un pensante para mover su asignación de importancia a las cosas. Sean estas negativas o positivas. Esa flexibilidad, esa movilidad es importante para que no se vuelven ideas o conductas fijas, crónicas o extremas.
  Hacerse del control de su criterio, de su toma de decisiones, de producir ideas fundamentadas en su capacidad reflexiva, le permite al pensante, no quedarse atorado en un extremo de la confianza o permanecer en un estado de incertidumbre y a la vez tener que seguir tomando decisiones para poder sobrevivir.
   Recuerda, no vas a cambiar la conducta de los demás pensantes. No tienes ese poder, y no creo que puedas conocer “muy bien”, ni a tu propio hijo. Imagínate que ni la misma persona se conoce bien así mismo, que es el que vive en ese mundo que apenas ves desde fuera.  
  Así que este asunto lo resuelves; tu contigo mismo. Para que hagas un camino más fácil; “piensa nada”, controla la producción de pensamientos PENSANDO.
   La comunicación se mejora comunicando, el pensar se mejora pensando. Ponerse bravo y no comunicar, o tratar de no pensar para buscar tranquilidad, es una acción contraria y lo que ayuda es a perpetuar el problema.
   La importancia del acto de pensar sale a relucir en todos los aspectos de la conducta humana. Anótelo, y cuando busques soluciones ve a ese principio y parte a inspeccionar desde allí.
  Ha sido un placer. Buen provecho con tu confianza. Nos vemos pensante.
    Autor: Emilio Fernández Ramos

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