LLEGÓ EL MOMENTO DE RENDIRSE CUENTA
LOS ÉXITOS Y FRACASOS FUERA DE TI, NO TIENEN TANTO VALOR COMO LOS ÉXITOS Y FRACASOS EN TU PROPIO MUNDO
Hola
amiga(o) pensante. Los seres humanos somos un mar de contradicciones, la vida
deja experiencias, resiliencias, y se producen epifanías como luces de
señalización, sin embargo, si no se está con el agua al cuello, estos
conocimientos valiosos no salen de la gaveta.
Se acaba otro año y todos piden al creador y a
todas las figuras que se le atribuyen el don de poder conceder regalos; que no
se olvide de meter en el contenedor de regalos, la salud física, mental y
espiritual.
“La salud está primero que cualquier otra cosa
material”. Todos lo saben, pero se le da su verdadero valor real, cuando se
padece una enfermedad o cualquier problema grave de salud.
Del resto del tiempo parece que es obligación de la vida, del destino, o
de Dios, mantener la salud de cada uno de nosotros.
Esa actitud que parece reflejar una gran fe en el todo poderoso y en sí
mismo, lo que esconde es la indolencia. El desinterés por cuidarse o evitar
problemas de salud se justifica por las tantas cosas importantísimas que hay
que atender primero, y nunca queda tiempo.
¡Carajo! Pero cuando están en una cama con una
grave enfermedad, o con pronósticos de muerte, se vuelven ejemplos y voceros
para mostrarle al mundo lo importante que es la salud, el desapego de lo
material y la importancia de buscar la satisfacción espiritual. (Por ahí hay
vídeos de famosos, unos ya muertos reconociendo la importancia de la salud y la
espiritualidad)
El año no ha terminado, la pandemia pica y se extiende, las tempestades anunciadas
de una crisis económica mundial amenaza. Más vacunas, más químicos para el
cuerpo, sin tener tiempo de hacer un estudio profundo hasta donde llegan los
efectos negativos a la entidad genética o cuerpo. Aparte de unos pocos que ya
están en pánico, aterrorizados construyendo bunker bajo tierra armados hasta
los dientes para sobrevivir ellos solos; el resto de la población parecen
zombis sin consciencia del mundo donde se encuentran.
La humanidad está pasando por una zona de peligro. Vivimos en este momento
como en la “Era del hielo”, películas animadas donde los personajes (animales)
van huyendo porque el planeta se cae en pedazos.
No pretendo ser alarmista. Hay que responder la pregunta: ¿Nos importa
de verdad mantener una buena salud física y mental y vivir favoreciendo la
espiritualidad por encima de lo material?
Estamos en manos de la Organización Mundial de la Salud y los decretos
de los gobiernos para hacer obligatorio los cuidados que consideran ellos
pertinentes.
Cada vez se presentan más motivos para que los
gobiernos hagan “declaraciones de estado de emergencia”, y los derechos
constitucionales se puedan poner a un lado.
Estado de emergencia: Wikipedia. ( Durante este llamado régimen de excepción, el
gobierno hace la función de hacer una de reserva de el poder de restringir o
suspender el ejercicio de algunos derechos ciudadanos en virtud de la defensa o seguridad
nacional. Los
derechos restringidos pueden ser los relativos a la libertad y seguridad
personales, la inviolabilidad de domicilio y la libertad de
reunión y de
tránsito; en los sistemas democráticos, la Constitución prevé un papel del
Parlamento en su convocatoria y en su conclusión.1 Durante ese estado las fuerzas armadas de un
país pueden asumir el control de orden interno.)
Así está el mundo fuera de nosotros. La autodeterminación se reduce a lo
que ocurre en nuestros propios mundos. En la mente, en el cuerpo y en nuestra
espiritualidad.
Claro
que existen los privilegiados, ese 1% de la humanidad que tiene las riendas del
poder de la vida y la muerte de cualquier persona.
Por supuesto que hay que trabajar para generar ingresos y poder comer y
mantener la familia lo mejor posible. Y ese trabajo consume un tiempo muy importante,
pero, aun así, la única libertad verdadera es la que cada quien tiene en su
mundo propio.
El problema es que muy pocos se interesan en hacer uso de esa libertad.
Muchos les han hecho creer que la han perdido y se encuentran tan dependiente
en el mundo exterior como en su mundo interno.
El mal estado psicológico, o ser una persona susceptible
de quebrarse psicológicamente, es como un sobreviviente de alcantarilla después
de una explosión nuclear.
Camina por el desierto sin ninguna protección, nada en un rio lleno de
cocodrilos esperando tener suerte de que no sea la próxima cena. La típica actitud
de que su vida no le pertenece, y no tiene por qué preocuparse.
La salud en general es competencia de cada pensante. Las ayudas, la
ciencia y la tecnología son bienvenidas, pero el destino de una persona no
puede ser igual al que tienen los pollos o el ganado en las granjas donde los
crían para el matadero.
¿Qué se puede esperar de un pensante que no se
hace responsable de sí mismo? ¿Qué se puede esperar de un pensante que solo se
interesa en su salud cuando no la tiene?
Lamentablemente así se encuentran la gran
mayoría de los habitantes en este planeta.
Se acostumbra que cada fin de año las personas se rinden cuentas así
mismo de los resultados de sus ciclos de acciones, rendimiento y progresos
obtenidos durante el año.
Los éxitos y fracasos de mundo exterior son expuestos a la vista, pero
los resultados de lo que ha ocurrido en ese año en el mundo interior, NO
IMPORTA.
Es una inversión completa que han sufrido los pensantes. Lo único que les
importa es lo que ha ocurrido con ellos en su relación con el mundo exterior.
Pero todos tienen el suficiente criterio para darse cuenta que sus éxitos
o fracasos externos dependen de su condición interna. De los éxitos o fracasos
que ha tenido en el control o manejo de su psiquis. En general, de las
condiciones de la salud física, mental y espiritual.
Este fin de año debiera ser el año de la corrección. Debiera ser el fin
de año donde se retome el rumbo correcto, o se corrija la burrada de poner la
carreta por delante del burro que debe jalarla.
El mundo cambia para los que cambian su propio
mundo. La vida cambia para los que cambian su propia vida. La mejor salud es aquella
que se está pendiente de ella y se cuida.
Yo no sé ustedes, pero yo ya me he rendido cuentas, y estoy muy feliz
con los que he logrado en mi mundo interior en este año.
Por favor, no me pregunten por los resultados
externos. Solo les digo que sigo trabajando en mis grandes sueños, y ustedes
son el objetivo. Quiero colaborar para el GRAN DESPERTAR ESPIRITUAL QUE DEBE
SUFRIR LA HUMANIDAD.
Ha sido un placer compartir por este año. Publicaré algunos versos,
poemas y cualquier ocurrencia para seguir en contacto.
No se olviden de poner el arbolito o
nacimiento con muchas luces, pero no en un rincón de la sala de tu casa. Me
refiero al que debes poner en tu aposento interno, en tu verdadero hogar. Ese
que llevas a todas partes que vayas o estés.
F-E-L-I-Z
N-A-V-I-D-A-D. Y buen provecho con tus ganancias espirituales. Nos vemos
pensante.
Autor: Emilio R. Fernández Ramos.
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