¿QUÉ HACER CON ESTE AÑO VIEJO?
LOS HECHOS SE CONVIERTEN EN PASADO CUANDO EL PENSANTE SE SUPERA A SÍ MISMO.
Hola amiga(o) pensante. Ya es casi un hecho que el 2021 pase a ser un
viejo pasado. Pero para ser un pasado muerto, primero hay que sacar las
lecciones y superar nuestro nivel de competencia en aquellos puntos donde todavía
regresan a la memoria para causar mortificaciones en el presente.
Hay quienes no solo tienen puntos argüidos en
el año que está por terminar, arrastran una acumulado que sigue interfiriendo
en su estado de ánimo, emociones y sentimientos.
A veces
son puntos tan resistentes que el pensante no puede sacarlos de su memoria
activa. Cuando menos piensa, se encuentra dándole vueltas a ese viejo recuerdo y
no puede evitar que altere su emotividad y reincida en sus viejas conclusiones
que de nada le han servido hasta ahora para liberarse y conseguir la serenidad.
El pasado usado como datos informativos para los análisis que haya que
hacer en el presente, nunca pierden esa utilidad. Sin embargo, cuando una parte
de él se viene al presente, bien sea porque el pensante lo permita o porque no
puede evitar volver a ser afectado por ese viejo recuerdo, continuará entorpeciendo
su actualización de consciencia en el presente.
El año 2020 y el 2021 rompieron todos los paradigmas, modelos y maneras
de ver la vida. Son tantas las experiencias imprevistas que se han tenido que
vivir, que se han roto todas las zonas de confort. La gente quedó expuesta,
forzada a adaptarse para no sucumbir por completo.
Esta adaptación forzada tiene que ser reconsiderada para reiniciar un
nuevo ciclo de vida, a consciencia. Iniciar un ciclo de vida premeditado.
Las actividades que nos vimos forzados a tomar para poder sobrevivir ante
la emergencia, si hay que continuar con ellas, debe hacerse, pero limpiándolas de
cualquier idea o sentimiento de disconformidad, protesta o cualquier alteración
del confort.
El año nuevo no trae nada, ni el viejo trajo nada. No son personajes que
cargan una gran mochila repartiendo lo que le toca a cada persona.
El año pasado de cada pensante son las experiencias vividas que puede
acceder a ellos mediante el recuerdo. Formando parte de estos recuerdos en
forma de apreciación, de opinión, de consideración o ideas, se encuentran los
pensamientos hechos en esos momentos.
Este es el contenido significativo que produjo el pensante, el cual le
va a afectar la vida presente y futura, si son pensamientos en situaciones que
no ha podido superar.
La superación espiritual que debiera estar sucediendo en cada pensante,
es obstaculizada por viejos recuerdos, ya que se lo llevan al pasado. Lo sacan
del presente y lo obligan a reeditar los hechos sin que pierdan su esencia, o
lo que tanto les mortifica.
Unos minutos dedicados a la reflexión, a observarse en la posición o
puntos de vista en los que se encuentra, es de gran utilidad para el pensante
que quiere no ser producto de decretos o decisiones que fueron tomados en
situaciones de apremio o en contra de la voluntad.
La actividad pensativa reflexiva se vuelve pesada y fastidiosa debido a
que todo el día se vive pensando. Pero como ya les he explicado en otros
artículos, el acto de pensar que no es producto de la iniciativa propia, es un
acto donde se producen casi siempre los mismos pensamientos.
La repetición de estos mismos pensamientos es
lo que causan que el pensante se petrifique o se convierta en alguien carente
de flexibilidad, de fluidez, no apto para actualizarse a la nueva realidad de
su entorno.
Ya saben lo que deben hacer con este año
viejo. No permitan que en el 2022 sus vidas sean afectadas de manera negativa
por contenidos de ese viejo año.
Ha sido un placer y hagan del 2022 un año feliz y de prosperidad. Buen
provecho con la limpieza del año viejo. Nos vemos pensantes.
Autor: Emilio R. Fernández Ramos
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