¡QUE MALAGRADECIDOS SON!

   


¡QUE MALAGRADECIDOS SON!

PROSAS

Silencio… silencio por favor, estoy oyendo la vida. Ustedes quieren que les preste atención para que oiga lo que están haciendo con sus vidas, y a la vida la amortajan para su entierro, pero quieren hablar de todo lo que pueden hacer con ella. Ya sé todo lo que puedo y no puedo hacer con mi ración de vida, ¿y eso qué? ¿De qué me sirve pavonearme con el uso que puedo darle a la vida, si para vivirla plenamente tengo que sentirla, tengo que observarla, tengo que oírla, y para hacerlo necesito guardar silencio y prestarle atención? El ser humano sabe muy bien qué; cuando se pierde la vida, se pierde todo. Pero la vida que le importa vivir con plenitud y que además es la fuente de su sufrimiento, es la vida producto de su imaginación. La vida concedida milagrosamente, la carga de manera descuidada, para entregarse a vivir la vida que le apetece; la vida que el mismo se ha inventado. Solo despiertan cuando sus sueños están amenazados porque a la verdadera vida parece que se le acaba el tiempo. No sufren por la posible pérdida de la vida que el creador les concedió, sino por lo que van a dejar de hacer con ella. Que malagradecidos son.

Autor: Emilio R. Fernández Ramos  

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