FALLAS TÉCNICAS EN EL AMOR

 


LA MALA SUERTE AL DESCUBIERTO   

  Las vicisitudes de un fracasado o fracasada en el amor, que atribuye sus fracasos a la mala suerte, es el cliente preferido de los timadores que ofrecen soluciones mágicas.

  La mala suerte en el amor es el resultado de errores técnicos en la comunicación de los sentimientos. Existen aspectos en la personalidad que contaminan cuando se trasmite, la pureza del sentimiento que se está sintiendo.

  Entre todas las fallas que un enamorado o enamorada puede tener, la más importante es dejar de seguir enamorando a quien ya es su pareja.

  Por tradición, cultura y género, todavía se recarga todo el peso de la galantería al hombre, y la mujer solo puede enamorar siendo complaciente o prestando un buen servicio, “u obligaciones.”

  Ella puede ver que su relación se está destruyendo, tiene la inteligencia y suficiente amor para avivar la llama antes que vientos cruzados la apaguen, pero ella no puede, no debe enamorar.

  ¿Qué va a pensar él? ¿Será que se está rebajando si lo hace?

  Pero resulta que su galán comete el error técnico de creer que no tiene que seguir enamorando a quien se supone ya conquistó.

  Él está convencido que ella le pertenece, y lo más seguro es que ella también considera ser de él. ¿Pero él de ella?

  Él ha dejado un lazo corredizo, de modo que pueda zafarse ante la más leve señal de peligro. Y pensar que tiene que enamorar a quien ya enamoró, eso es inconcebible. La regla o lo normal es enamorar a quien no se ha conquistado.

  Toda la energía, talento e inteligencia, se queman para lograr el “SÏ”. Para lograr la entrega del cuerpo, el alma y el corazón.

  Si la conquista es validada por un juez, un cura o testigos de peso como los familiares cercanos, la pertenencia es un hecho. Ambos se atribuyen los derechos sobre el amor del conyugue, y lo depositan como dinero en un banco, esperando que por sí solo genere intereses que aumenten el capital.

  La mala suerte en el amor, que sufren quienes no entienden porque les sucede si ya han jurado que se quieren. De hecho, han convivido un buen tiempo ratificando esa decisión de estar juntos; entonces; tiene que ser mala suerte.

  “Pero yo no sé enamorar”. Ninguno de los dos puede siquiera pensar tal tontería. Si ya han entrelazado las piernas, se han saboreados las salivas y hasta se han olidos los pedos, no vengan con ese cuento infantil.

  Y hablando de pedos. (por aquí decimos peos) Aquella pareja que tiene que lanzarse por el balcón para no tirarse un pedo delante de su pareja, por vergüenza o lo que sea, está condenada al sufrimiento, y desperdicia una distancia que les hace falta para ser más íntimos y sinceros el uno con el otro.

  Se entiende que la cultura le puede dar esa libertad al hombre, pero no a la mujer, argumentando que la hace indigna o la hace perder el glamur.

  Que glamur puede existir entre dos personas desnudas durmiendo amuñuñados (apretujados) en la misma cama y bajo la misma sábana.

  No estamos hablando de caer en la vulgaridad o falta de respeto. No existe ningún acto, ni siquiera una risa, que en cierto contexto no pueda ser ofensiva.

  El buen juicio le hace mucha falta al amor, este es otro detalle técnico, que actúa como la mala hierba que hace perder la relación.

   Pero también tiene solución, se puede observar que la terquedad, actitudes fuera de lugar, respuestas incoherentes o que no se ciñen a los hechos, son producidos por personas que se niegan a reflexionar esos puntos específicos.

  Simplemente no les da la gana de analizar, pero sobre todo para no tener que reconocer su error. O por lo menos saber, a si no lo comunique, que no actúa de la mejor manera,

  La persona que tenga como pareja a una de estos seres, y lo ame, lo más seguro es que guarde la esperanza de que algún día cambie. Pero mientras tanto, está poniéndole el corazón como una diana para que le clave todos los dardos que le dé la gana.

   Y el resultado, será una operación de emergencia a corazón abierto para intentar salvar lo que queda del sacrificio de ese amor.

  Existen muchos más detalles técnicos en la entrega de amor que son únicos, no existen dos personas iguales, por esa razón cada pareja tiene que sumar su buen juicio, inteligencia y amor, para superar sus propias dificultades.

  Ha sido un placer. Buen provecho enamorando a quien ya amas.

   Autor: Emilio R. Fernández Ramos

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