¿QUÉ PASA SI LA IDENTIFICACIÓN TE TRANSFORMA?

  


LA PAZ Y LA RECONCILIACIÓN LLEVA EL ENEMIGO POR DENTRO

Hola, amiga(o) pensante. Para desenvolverse en una sociedad el ser humano necesita tener identificaciones. Hasta ahí todo está bien, pero durante el proceso ocurre que la persona se siente parte de eso y eso parte de ella.

Y llega un momento que no puede separarse, se convierte en aquello con lo que se ha identificado, y se pierde de vista a sí mismo.

Es como un actor que se identifica con un personaje para darle vida en el cine o en el teatro y se baja del escenario, pero continua su verdadera vida siendo el personaje adoptado.

O en un metaverso tecnológico se crea un avatar para vivir en ese mundo ficticio, y con el paso del tiempo, el pensante siente que de verdad es ese avatar, al punto que se puede levantar de la silla, agarrar un arma e ir a matar a su amigo, porque su avatar lo traicionó y perdió una fortuna de mentira.   

La identificación con algo es la experiencia más vívida que se siente. Mire una de sus mejores identificaciones y observe como siente ser parte de eso, y eso es parte de usted.

La fuerza de la identificación con el cuerpo es tan fuerte que ni pensándolo puede sentir que no es ese cuerpo. Imagine por un rato que su nombre y apellidos desaparecen. Notara que es “nadie”, no tiene la identificación que concentra todo lo que usted siente ser.

En vista de este fallo, la mejor manera de liberarse de ese confuso apego es hacer consciencia de cómo nos hemos estado haciendo creer que somos lo que no somos.

Haber. Tómese unos minutos y empiece a descartar lo que no es. Pero empiece con todo aquello con lo que se identifica.

Si hace una revisión profunda, va a sentir que comienza a desaparecer, como a no existir. Pero… vea que sigue consciente y sintiéndose ser tanto como al principio.

Notará como si se estuviera desvistiendo. Hágalo, quede desnudo y tendremos a un pensante centrado en su esencia. Centrado en su verdadera naturaleza. Y con el poder de recuperar la libertad perdida por el apego compulsivo o condicionado que se tiene con ciertas cosas.

La inclusión que tanto clama la humanidad para evitar tantas fobias por género, raza, nacionalidad, credos ideologías, apellidos, etc. solo se solventará cuando los seres humanos dejen de convertirse en aquello con lo que se identifican.

Se puede observar que existen muchas más cosas con la cual una persona no se identifica, que con las que sí.

Si alguien es segregacionista, es aquel que este fuertemente identificado con algo. Y mientras más sea esa fuerza de apego, mas irracional se vuelve contra aquellos que no comulgan con sus creencias.

Los hay. padres que, identificados con su sexo, prefieren ver su hijo o hija muerta a que sea gay. Los hay, quienes están exterminando pueblos por diferencias de credos, de nacionalidad, de raza, de ideologías políticas, y pare usted de contar.

El amor de una persona segregacionista, convertida en aquello con lo que se identifica, su amor es únicamente para los suyos, para los que le pertenecen o el pertenece.

Se oyen buenos argumentos. “No los odia ni les desea la muerte, pero no le importa lo que les pase.” “Y darles amor o ser amorosos con ellos… nunca.”

La paz lleva el enemigo por dentro. Pensantes dominados por aquello con lo que se identifican, y que bogan “por la paz”. Yo te aviso.

Autor. Emilio R. Fernández Ramos  

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