LA PRESIÓN DE TENER QUE SER

 


DE NIÑOS Y ADOLECENTES SOMOS NADA

¿Qué vas a ser cuando seas grande?

Es una pregunta desesperanzadora a quien se ve a sí mismo con un cuerpo pequeño y una mente diáfana, limpia y pulcra.

Obligado a observar todo el tiempo que le falta para tener barba y bigote, o poderse maquillar para ir al trabajo si es mujer, debe de admitir que hasta ese momento es nadie. Solo el hijo de mamá y papá si los tiene a los dos, así que es obligado a crear una personalidad lo antes posible.

El estado de SER natural y la inocencia de la vida con la que llegó al mundo por obra y gracia del creador supremo, no es un estado de ser deseable en esta sociedad. Hay que apurarse en ser alguien de los tantos modelos que están en las vitrinas del mercado.

Y los padres, familiares y allegados son los encargados de violar su esencia, presionados por la necesidad de sobrevivir. SER se mide por cuanta riqueza generé para sostener el modelo de vida donde se encuentre de acuerdo a las exigencias económicas.

Es un largo tiempo para la persona siendo y sintiéndose algo así como nada, o no siendo. Justamente en las primeras etapas de la vida donde se deben establecer fuertes pilares para desarrollar una personalidad resistente, adaptada a los tiempos actuales.

Esa larga espera para llegar a Ser no depende del más interesado que es la misma persona. La sociedad y el sistema educativo tienen que modelarlo como si fuera una plasta de arcilla amorfa.

Pero que malos escultores son los adultos con la autoridad para modelar vidas. Los pueblos y las ciudades están llenas de gente que lo que sienten que son, o en lo que los han convertido, es una paupérrima obra. Incapaz de SER feliz teniendo o no teniendo, siendo o no siendo.

Con la esperanza de llegar a ser y manteniendo un deseo intenso de que el tiempo pase rápido, se pierde la mitad y el mejor del tiempo de vida que se tiene y no se aprovechan al máximo las experiencias naturales de una vida que está en un desarrollo físico y mental acelerado.

Ya con la barba y los bigotes y con la autonomía para maquillarse como les dé la gana, los pensantes sienten que ahora son libres y están listos para comenzar a ejercer la personalidad que le modelo la sociedad y las circunstancias particulares que vivió.

¡Sorpresa para los nuevos adultos!

Se sienten tan vacíos por dentro, llenos de inseguridad porque no saben si tienen la habilidad y capacidad para SER.

Lo primero que se dan cuenta, es que no saben hacer nada. Y no se puede ser, si no puedes hacer. Pero la sociedad tiene rabos de paja y todos se quedan callado. Un silencio cómplice.

Pero la realidad exige que hay que hacer, prestar servicios y construir cosas que funcionen y beneficien a la sociedad.

La exigencia real que todos viven cuando entran al mercado laboral; ¿Qué sabes hacer?

El quien eres, sea con título o sin título queda en un segundo plano, en espera que muestres tu talento. Muestras lo que tienes y dependiendo de eso puedes pasar a formar parte de la montaña de mediocres, conformistas con lo que le depare el destino.

Pero como en todo, siempre hay excepciones. Rebeldes con causa y sin una causa clara, pero que no se dejan envolver como si fueran un tabaco y mueren luchando contra la fuerte corriente que los quiere arrastrar al desperdicio de una vida inmensamente valiosa.

Esa vida valiosa aún está ahí, debajo de esos artificios que la están tratando de suplantar. Solo te digo si me puedes oír.” Se puede salir de esos escombros”.

Ha sido un placer. Buen provecho preguntándote: ¿Cómo lo hago?

Autor: Emilio R. Fernández Ramos   

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