MAL USO DE LA IMAGINACIÓN


CONOCE LA MANERA DE DESPERDICIAR EL TALENTO Y CONVERTIRSE EN UN PENSANTE INCOMPETENTE
    Hola amiga(o) pensante. Somos pensantes que a pesar de que nos vanagloriamos ante las demás especies de poseer un don que ellos no tienen, somos un peligro para nosotros y para otros con el arte de PENSAR.
   Es algo inexplicable; le preguntas a un herrero, carpintero, albañil, ingeniero acerca de su arte, y te explica y te demuestra todo lo que puede hacer con lujos de detalles.
  Pero le preguntas a un pensante adulto y lo que oyes son sus quejas de lo que no puede hacer como pensador: “no controla la mente, no controla sus emociones, no controla sus pensamientos, no puede, no puede. Sus creencias lo tienen anclado en maneras de ser extremas o crónicas, y está agotado de tanto intentar ser mejor pensante.
  Como siempre, trato de aportar algo que el pensante pueda poner en practica y por lo menos comprobar si le es útil para resolver sus dificultades como pensador.
 La modalidad de pensar, llamada imaginación, se ha convertido en la actividad de pensar más ociosa e improductiva que tienen algunos pensantes.
  Se ha vuelto una actividad tan rutinaria que apenas la persona deja de tener atención en algo que esté haciendo, de inmediato se viene a su cubículo “dentro de su cabeza” a ver películas fantasiosas, a imaginar hechos donde se la da de protagonista, a veces de víctima otras veces de héroe o a torturarse y flagelarse.
  Estos pensantes son buenos escritores, dramaturgos, escriben historias trágicas, de superhéroes, imaginan cualquier cantidad de disparates, pero los más espectaculares son aquellos que de verdad creen que lo que están imaginando se va hacer realidad en su vida.
  “Se hacen millonarios, se inventan enfermedades, adivinan tragedias, predicen el futuro, y cuando abren los ojos, y salen de su cuarto privado para ver el mundo real, las cosas siguen igual. Nada ha cambiado ni va a cambiar mientras este mal gastando el arte de pensar imaginando sandeces”.
  La imaginación con su contenido de alucinantes, enfocada para matar el tiempo, para solucionar conflictos, para lograr habilidades y éxitos que se sabe es incapaz en la vida real, se ha convertido en un fuerte hábito.
  Se ha vuelto una acción compulsiva y hasta obsesiva, al punto que el pensante no tiene tiempo para pensar de manera analítica o reflexiva en asuntos que sean de verdadera importancia y que requieran una respuesta que pueda poner en práctica.  
   Estos pensantes sienten hasta flojera de ponerse hacer análisis o reflexionar algún asunto. Sus respuestas se basan en sus viejos cómputos que vienen usando desde que eran adolescentes.
   Los pensamientos valiosos o de utilidad para el pensante, se hacen escasos cuando este padece el hábito de usar el acto de pensar para alucinar imaginando tonterías.
   Cuando uno le presta atención a este acto de pensar (imaginando), se puede dar cuenta de como se pierde el tiempo y se pervierte, o se vuelve negativo el uso del acto de pensar.
  Puedes comprobar, si le prestas atención cuando estés imaginando sandeces, que hay asuntos o temas que te tienen tan cautivado que tratas de retirarte o de poner atención a lo que estás haciendo, y cuando menos esperas, sin darte cuenta estás pensando la misma vaina. “Ya has hecho el amor con esa persona que te gusta, pero que no tienes nada, 20 veces”, “ya te has ganado el premio gordo de la lotería 10 veces y sigues gastando dinero a manos llenas”.
   A esos pensantes hay que decirles: “Sal de esa cabeza para que agarres un poco de sol”. En serio, amiga(o), este tipo de acto de pensar es el mayor desperdicio de poder que puede hacer un pensante.
   Las consecuencias son esclavitud, perdida de la libertad y una vida llena de sufrimientos, desencantos y decepciones. Mientras más se sueña con ese éxito o logro que se añora, y menos se piensa y se trabajan esos pensamientos, menos oportunidad de progreso y bienestar con uno mismo.
   Les mencione una prueba con el uso de la imaginación en la publicación anterior, si hiciste la prueba, pudiste haber comprobado como produces energía motivadora, excitante, o mejoradora del estado de ánimo. Esto era para que comprobaras tu poder de producir energía positiva para ti, y para desmentir el mito de que necesites ser motivado, porque naciste sin ese poder.
   Pero ahora vas a observarte cuando estés imaginando. Ojalá se pudiera filmar la película que se imagina, para sentarse a verla con los amigos y ver el ridículo que uno hace y las estupideces que uno imagina. Pero es suficiente que tu solo, veas esa película como un espectador ajeno al pensante que está inyectándose la droga, inhalando o fumando.
  Te vas a reír de como los efectos sensitivos o emocionales que imaginas, tienen a tu personaje cautivado. Su cuerpo físico se eriza, suda, tiembla, hace gestos, se le salen las lágrimas, se ríe o suelta la carcajada.  
  “Pero si eso no hace daño”. Es una justificación perfecta, ya que es verdad; no hace daño a quien no quiere encarar el mundo real, no hace daño a quien anda mendingando y siguiendo ideas de otros en el mundo, envidiando, añorando felicidad, o lamentándose de su pobre destino. A estas personas el vicio los tiene dominado. Así que no hay nada malo con perder el tiempo de esa manera.
   El pensante que observa para analizar las escenas donde se dedica a fantasear, va a entender la razón de su escasa inteligencia, la razón de su falta de creatividad, la razón de ser victima de sus propios pensamientos.
   Y lo va a entender porque ese fantasear es una práctica para deshacerse del poder, para perder el control del acto de pensar, para dejar toda la autonomía a la mente y que ella se encargue de darnos respuestas y dirigir nuestros estados emocionales o nuestros estados anímicos.
  Hay muchos pesantes que hacen uso productivo de la imaginación, pero les caracteriza el hecho de que ese pensar, o tema que se está pensando es en búsqueda de respuestas, es en búsqueda de entendimiento.
  Es ese impulso innato del pensante de saber, el que lo mueve a pensar. No es el uso del pensar como un alcohol o droga para alucinar y vivir estados irreales.
  Cuando ya hayas comprobado y hecho consciencia del estado en el que se cae de tanto pensar sandeces. Te vas a encontrar con un serio problema. ¿Cómo recuperar el control para no caer de manera involuntaria en esa imaginación loca?
   A ese pensante le recomiendo que intente por su cuenta de frenar ese impulso. De ver que tanto puede recuperar el control de su acto de pensar.
   Y si le es imposible lograr el control, y reconoce que está desperdiciando su poder, su talento y su creatividad. Hablemos; puedo responderle preguntas específicas.
   Ha sido un placer. Buen provecho con tu imaginación. Nos vemos pensante.
   Autor: Emilio R. Fernández Ramos

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