PONLE BUEN SABOR A TUS EXPERIENCIAS
PERO PRIMERO APRENDE A CONDUCIR TU MENTE
Hola,
amiga(o) pensante. La vida es una línea de sucesos ocurriendo para todos los
seres. Cada uno como si fuera el centro del universo recibe una confluencia de manifestaciones
perceptivas que le dan una continuada experiencia propia, que finaliza el día
que se muera.
Al
tiempo se le percibe como una línea que pasa a través de nosotros. No sabemos
de dónde viene ni a donde va, pero se puede comprobar que el tiempo no se
detiene.
Y
si no se detiene, no podemos fraccionar o separar las experiencias. Pero lo
hacemos.
Lo
que está sucediendo es un proceso continuo y novedoso de experiencias en curso.
Énfasis en novedoso, ya que las experiencias ocurriendo en este instante, vienen
puras y cristalinas como el agua potable. No tienen olor, color ni sabor.
Pero
cometemos la estupidez de considerar que los hechos traen ya ese paquete
emocional y sentimental que hemos pensado que contienen basado en viejas
experiencias.
He
ahí la fuente de problemas psicológicos con repercusiones fisiológicas.
Esa
libertad de condimentar y poner contenidos sabrosos a las experiencias que continuamente
están ocurriendo, se perdió.
Los
hechos les caen a trompadas a los pensantes y ellos aturdidos, confundidos y
asustados no pueden entender porque la vida se empeña en amargarlos y
mantenerlo infelices.
Aquí
aparece la acusada por ese continuo intento de magnicidio. La mente.
Está
claro que se necesita aprender a conducir la mente. Creía que conducía bien,
pero cuando no lo lleva remolcado una grúa, lo llevan en una ambulancia.
Ya
muchos se han convencido de que no conducen bien su mente. Necesitan un manual que
les indique la manera correcta de conducir su mente. (Por ahí oí una buena
noticia el respecto)
La
sociedad ha cometido un crimen por omisión que afecta a sus integrantes.
La
conducción de la mente requiere actos y movimientos precisos, pero sin
comprensión verdadera, comprobable, de los mecanismos mentales y sus funciones,
el pensante siempre anda más enredado que un gallo arrastrando una cuerda atada
a una pata.
Pobrecito
gallo. A veces que se enreda tanto que queda crucificado sufriendo sin poder
moverse.
Ha
sido un placer. Buen provecho.
Comentarios
Publicar un comentario