EL ENGAÑO PSICOLÓGICO PERFECTO

LA FACULTAD DE DECIDIR ESTA CASI PERDIDA

  Hola amiga(o) pensante. Ustedes tienen la facultad de decidir. Pueden pensar que los estoy llamando tontos por repetirles algo que ya saben.

  Pero no es con ustedes. Ustedes son la excepción, me refiero a esas personas que podemos observar, que les cuesta tomar una decisión, y si la toman; no pueden ejecutarla hasta el final.

 No pueden mantener una posición firme con las promesas que se hacen a sí mismo. ¿Haber, cuál de ustedes está fallándose a sí mismo?

 Espero que ninguno, pero si así fuera, algo malo está pasando. No se está viviendo la vida como se debe vivir.

 Se supone que los animales no se toman su tiempo para elegir o seleccionar lo que quieren ser, hacer o tener para experimentar la vida. Este es un privilegio de los seres humanos. Un privilegio de los pensantes.

 Entonces, ¿Qué ha sucedido con la humanidad, que la gran mayoría se conduce por las directrices que recibe del exterior?

 ¿Qué está pasando que no se tiene un criterio propio; al punto que los medios de comunicación tienen el poder de implantar en la gente los puntos de vistas que deben tener?

 Muy pocos pensantes se dan cuenta que su manera de pensar, sus opiniones, consideraciones y puntos de vistas, no son productos de su observación o experiencia.

 La ilusión de ser quienes eligen, seleccionan y deciden ser, es el logro tecnológico - psicológico de la era moderna más espectacular que se haya visto.

  Lograr que la gente crea que piensa libremente, que los temas elegidos para pensar los llevan a conclusiones de manera libre; sin ninguna fuerza subliminal que los estén conduciendo a llegar a esas conclusiones: es el engaño más espectacular que se haya visto.

  Pero lo más grave de esta manipulación psicológica, son los efectos directos que el mismo individuo se está produciendo en su interior.

  Estos efectos siempre son negativos para la esencia del ser; siempre van en contra de esa vida. Están viviendo una vida que no la están dirigiendo ellos. Todo lo que sienten o experimentan en su mundo interior, son dictados desde el exterior.

 El engaño perfecto. Es un crimen perfecto para muchos que se mueren sin enterarse que no han vivido una vida producto de su propia elección.

  Aquellos que se ven libres eligiendo lo que quieren y tomando una decisión en lo que respecta a ellos mismos: como su desarrollo personal, mejoras en su salud física y mental, y en su personalidad en general, pueden comprobar si fueron libres de verdad, siendo capaces de cumplir lo que se han prometido.

  Primero hay que ver que tan libre de pensar es uno con uno mismo. Las opiniones, ideas o creencias con la que uno se califica, determinan la personalidad; así que échenle una mirada.

 Si encuentran aspectos de ustedes con bajas calificaciones, tengan la seguridad que fueron inducidos a menospreciarse.

  Nadie en su sano juicio, o en su sano criterio, se va a calificar como un minusválido sabiendo que no lo es.

  Los restos de este crimen se pueden observar por la seguridad o intuición que sienten las personas, de que pueden ser mejor de lo que son ahora.

  Saben que en ellos hay suficiente espacio y energía para crecer, pero algo les pasa que no pueden accionar en esa dirección.

  Aquellos que quieran observar este engaño mirando lo que ocurre fuera de ellos, y ver su accionar en el mundo exterior; no van a ver el engaño. La proyección de la ilusión de ser un libre pensador, viene desde afuera.

 El trabajo para romper con ese engaño, debe efectuarse en el mundo interior. Todo lo que está ocurriendo por dentro; eso que se está sintiendo o experimentando psicológicamente en todos los aspectos, en su mayoría son inducidos.

 Estamos entrando a la trampa voluntariamente. “Aunque usted no lo crea”. Miren lo que hacen las nuevas generaciones si no se pueden observar ustedes.

  Entender los tres estados de consciencia, ayuda a desenmarañar lo que ocurre en el mundo exterior. ¿Te interesa que hablemos de eso?

  Ha sido un placer por ahora. Buen provecho decidiendo tu experiencia de vida. Nos vemos pensantes.

  Autor: Emilio R. Fernández Ramos