LA EXPERIENCIA Y LAS ACCIONES CORRECTAS

 


LA INTELIGENCIA Y EL INTELECTO ESTÁN EN PELIGRO, CORRIGE TUS ACCIONES.

 Hola amiga(o) pensante. La experiencia es sinónimo de haber aprendido las acciones correctas, o las mejores acciones necesarias para alcanzar un objetivo, u obtener un producto.

 Si las estadísticas promedian resultados por debajo de lo esperado, con seguridad se han estado efectuando más acciones incorrectas que correctas. Una no acción, o no hacer lo que se debiera hacer, es una acción incorrecta.

  Cada persona desarrolla un criterio que le permite decidir qué acciones son o no son correctas. Es algo que resume la esencia de su personalidad para ese momento vivido. Ya que mañana puede ser distinto.  

  Lo que se piense que otro debe o no debe hacer, o la manera o modo que lo debe hacer, solo es posible exigirse en relaciones de trabajos u otras sociedades que se rigen por leyes, normas o principios.

  Pero en lo que respecta a su mundo interior, a su criterio, al resumen de su personalidad, a su memoria, conocimiento o creencias, nadie más puede evaluar sus acciones y calificarlas con tanto efecto sobre él, como lo hace el mismo. Y si alguien evaluara sus actos, depende de esa persona estar de acuerdo o no. Lo que pasa en su mundo interior, es de su exclusividad.

  Si el pensante hace, lo que para él es una acción incorrecta, esa esencia de su personalidad llamada “consciencia”, empieza a sufrir retorcijones.

  La acumulación de estas memorias de situaciones donde se hizo lo que no se debió hacer, o que no hizo lo que debía hacer; es la construcción de un infierno en el mundo propio.

  Un pensante que quiere despertar en su esencia espiritual, y alcanzar elevados estados de iluminación, debe llevar a cabo las acciones adecuadas para deshacerse de esa carga.

  Pero no solo es para salirnos del propio infierno que hemos creado, la supervivencia, la salud mental y física, todo el mejoramiento y desarrollo personal se obstruye.

  El intelecto, la inteligencia, la capacidad cognitiva y la capacidad creativa, se estropea, se daña y desmejora su nivel de eficiencia.

 Las razones se pueden observar poniendo un poco de atención. Hay acciones correctas e incorrectas ante la vista del propio pensante, que tienen diferentes niveles de importancia.

 Cuando la no acción o la acción es de mucha importancia, y no se hace lo que se debe hacer, desde su punto de vista, la “consciencia”; (la personalidad parece volverse loca). El pensante se siente impulsado a hacer algo para calmar los intensos retorcijones que sufre de “consciencia”.

  Aquí viene un incremento del crimen que está cometiendo consigo mismo. Empieza a sacrificar su inteligencia, su capacidad para la lógica o la reflexión, Necesita argumentos para justificar que lo que hizo o no hizo, fue una acción correcta.

  Tiene que lograr que en su “consciencia”, la opinión de que había actuado de la manera incorrecta, se transforme en una acción correcta. Necesita más que nunca auxilio de su mente, y empieza con pequeños detalles a construir toda una historia “Lógica, razonable”; de que esa acción incorrecta, fue en verdad correcta.

 La autodestrucción psicológica alcanza su máximo nivel, cuando el pensante; viendo que no es suficiente con darse justificaciones a sí mismo, ya que no logra parar la hiperactividad mental, recurre a buscar aliados para desprestigiar aquello o aquella persona que para él es el afectado.

  Por ejemplo. Si es una persona o un grupo, tiene que lograr convencerse y convencer a otros que se merecía que hiciera lo que hizo.

 No solo exagera o magnifica cualquier pequeño detalle que antes no tenían mucha importancia; inventa cosas, supone cosas y las afirma como si fueran ciertas.

  Cuando observas a una expareja que dejó a la otra, hablando mierda de ella, insistiendo en convencer a los demás que es una o un “coño de madre”; ten la seguridad que gran parte lo está exagerando o mintiendo.

 Los pensantes poco a poco adquieren la “experiencia de lo que deben de hacer para calmar a su “consciencia” cuando venga a reclamarle algo o atormentarlo. 

  El pensante se vuelve un experto en meter la basura bajo la alfombra, y jurando que todo su ambiente está limpio. Pero no sabe que el precio que tiene que pagar con su calidad de vida interior, su calidad de vida social, su salud mental y física, es un precio que solo otros podrán evaluar las condiciones en las que se encuentra.

 Son otros que pueden ver las condiciones que muestra. El mismo pensante no se puede ver, no puede analizar, su inteligencia la tiene invertida en mantener su escudo protector.

  Para la fortuna de los seres humanos, el creador nos permitió la capacidad de observar el universo físico, y encontrar cuales son las acciones correctas y cuales las incorrectas.

  Desde las acciones en el campo para la cría y el cultivo, hay que aprender las acciones correctas para obtener el producto deseado. En la industria y el uso de la tecnología, hay acciones correctas e incorrectas.

 Y en el mundo interior hay acciones correctas e incorrectas en el manejo de nuestra psicología.

 Es obvio que, si un pensante tiene la mente en su contra, el rendimiento en la calidad del modo de vida interior y exterior desmejora, y su salud parece que está montada en una montaña rusa. Podemos decir con mucho acierto, que no está conduciendo su actividad pensativa con las acciones correctas.

  “Cada quien puede hacer con su vida lo que le dé la gana”, pero sus fracasos, el no poder tener una vida como lo desea, el no poder causar estados emocionales que le den placer, el tener que excluirse de su relación con los demás y con el mundo, no debe estar rebuscando justificaciones, quejándose o arrepintiéndose.

 Hablando muy en serio. Aquellos que no se ocupan de sus acciones; paguen el precio que tengan que pagar y dejen la lloradera. Eso es justicia.

 Ha sido un placer. Buen provecho en la corrección de tus incorrecciones. Nos vemos pensantes.

  Autor: Emilio R. Fernández Ramos

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