LA VENTAJA DE NO SER PRODUCTO DE UN CEREBRO


PUEDES DUDAR DE TODO, MENOS DE QUIEN ERES EN VERDAD.

  Hola amiga(o) pensante. Es normal que las personas vean a su mente como algo separado de ellos. Ya que de hecho es así; el pensante posee una mente y no es un producto de ella como afirman los que consideran al cerebro como creador de quienes en esencia somos.

  Reafirmar esta posición separada, coloca al pensante en una posición de poder. En lugar de creer y sentir que es un efecto de su mente, se convierte en causa. No solo sobre su mente, sino de su personalidad, ya que es producto de lo que ha programado en ella.

  La confianza o desconfianza que se tenga de la mente (de lo que usted considere que es la mente) es resultado de la indecisión o dudas de si se es un espíritu o un cerebro pensante.

  Aquel que tiene la certeza de ser en esencia de una naturaleza distinta al cuerpo en general, lo único que debe hacer es hacer consciencia de esa condición y de las ventajas que tiene con el uso de su mente y pensamientos que produce, y de los que ya ha producido, que como se sabe, quedan a cargo de la mente para su activación.

  Existen quienes le tienen miedo a la mente. Los expertos y autoridades en la materia mental la hacen culpable de todos los desórdenes psicológicos y de la mala salud física, que cualquiera anda asustado y más cuando afirman con razón que es peligroso meterse con le mente (el cerebro).

  Y tienen razón, ya que meterse con el cerebro sin ser un neurólogo, lo más seguro es que se haga daño. Pero usted y yo consideramos que el cerebro es un órgano de uno de los varios sistemas que forman el cuerpo, y que la verdadera mente; esa que nos llevamos después que el cuerpo muere, más bien nos conviene NO dejarla por su cuenta.

  La supervisión de la mente es una tarea urgente para aquel que no lo ha hecho. Aquel que solo se ha dedicado a pensar desde que nació y a vivir la vida de acuerdo a sus pensamientos, debe detenerse, no debiera llegar al final de la vida física sin reasumir consciencia de quien es en esencia.

  La personalidad con la que hemos vivido, es un producto pasajero, modificable y temporal. Y siendo así, la vivimos como una realidad tan sólida y consistente, que nos perdemos de vista, quedamos ciegos e inconscientes de quienes somos en verdad.

  Pero lo más grave, es que, en este estado de inconsciencia de nosotros mismos, pero conscientes de la personalidad que creemos ser, el pensante se encuentra en una posición de efecto, a expensas de los acontecimientos y directamente de su mente.

  Hay muchas personas ciegas de sí mismo que creen con firmeza en la espiritualidad, practican rituales religiosos, hacen prácticas de introspección, meditación y otras técnicas de control de sus emociones para desarrollar su personalidad. Otros buscan tener fe, confianza y alcanzar niveles superiores de consciencia. Y los resultados son; mucho conocimiento teórico y en la práctica no se ven los resultados.

  El conocimiento adquirido puede solucionar problemas de supervivencia, pero no soluciona los problemas esenciales del pensante. La física, química, matemática o cualquiera otra ciencia, no le sirven a un pensante para causar el despertar que necesita con urgencia.

  El pensante se encuentra en un sueño profundo y anda viviendo y caminando como un zombi, sin saber de dónde viene y a donde va.

  Las interrogantes acerca de su verdadera naturaleza y la razón de su existencia, a veces hostigan tanto al pensante, que se ve en la necesidad de aferrarse a algo que le parezca creíble para tener una orientación y saber de dónde vienen y a donde van.

  Con estas respuestas tranquilizadoras que les dan estas creencias, los pensantes ya no tienen pesadillas, pero siguen en su sueño profundo durmiendo en paz.

  Por lo general cuando hablas contigo mismo, es tu personalidad hablando con otra parte de ella. Los propios pensamientos generando instrucciones para que se hagan pensamientos dentro del mismo contexto.

  Las personas viven tratando de cambiar a mejor en actitudes o maneras de ser. Pero al no estar conscientes de su verdadera esencia, el éxito de sus cambios, dependerá de los cómputos que haga su mente con la información ya programada.

  Son factores de la misma personalidad que influyen para que una nueva actitud sea admitida, o se modifique alguna de las que ya existen. Por esa razón no se puede continuar viviendo sin una marcada diferenciación de la mente.

  Si has leído hasta aquí y estas en algún grado de acuerdo; no te inquietes si sientes con más intensidad la interrogante de: “pero y entonces, ¿quién soy yo?”

  Lo único que te puedo responder: “estás más cerca de la verdad de lo que imaginas”.

   Ha sido un placer. Buen provecho con tu despertar. Nos vemos pensante.

  Autor: Emilio R. Fernández Ramos

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