BAJO LOS EFECTOS DE UNA ATMÓSFERA PSICOLÓGICA


 LA HUMANIDAD PERDIÓ EL EQUILIBRIO, NO SABE COMO RECOBRAR LA COMPOSTURA

  Hola amiga(o) pensante. La humanidad de manera dócil ha permitido que la ciencia se ocupe de resolver el problema del virus. Se ha puesto las vacunas y con esfuerzo ha cumplido las medidas restrictivas que le han impuesto.

  Pero la pandemia no ha sido vencida, un nuevo rebrote dejará en evidencia el fracaso de la ciencia y las esperanzas se desvanecerán. En ausencia de esperanzas, lo que brota es el miedo, la inseguridad y el descontrol de la actividad pensativa.

  La ciencia ha informado al público de lo que ocurre con su sistema inmunológico cuando se sufren crisis emocionales.

  Ya se vivió una paralización mundial de todo el sistema productivo y económico, y a duras penas los gobiernos más poderosos pudieron palear la crisis, con la esperanza de que pronto se iba a retornar a la normalidad.

  Una nueva oleada de pandemia que obligue a retomar las medidas que ya todos conocen, va a poner a la gente en una alarmante expectativa. Y tú y yo sabemos que esta sociedad no ha desarrollado métodos para lograr un nivel de autosuficiencia psicológica mejor que el que tiene el promedio de la gente hoy en día.

 Existen personas con un sistema inmune natural, capaz de contrarrestar el virus en todas sus variantes y mutaciones. Y existen personas que pueden inducir su sistema inmunológico a desarrollar la capacidad de anular de la misma manera el virus.

  Pero ya no hay tiempo para que las investigaciones se encaminen por el desarrollo de la capacidad psicológica en cada individuo para modificar el genoma humano.

  Lo hemos dicho aquí; no tienen que ser los gobiernos, los líderes, expertos o científicos quienes convenzan a la población de la importancia que tiene el dominio de la psiquis para prevenir más del 85% de las enfermedades y fortalecer las actitudes que favorecen las conductas humanas.

 Cada pensante debe asumir su responsabilidad. En los hechos y sus consecuencias, las víctimas seguirán siendo las víctimas, aunque se enjuicien todos los culpables que se puedan encontrar.

  Los muertos seguirán muertos y las secuelas de la enfermedad y los tratamientos químicos tendrá que calárselos las víctimas.

  Por los vientos que soplan, se puede deducir que los pensantes van a necesitar más de ellos mismo como nunca se han necesitado.

  Los pensantes van a necesitar de una psiquis en buenas condiciones. No se pueden dar el lujo de estar en una montaña rusa, subiendo y bajando emocionalmente, con estados de ánimos que no responden a su voluntad y sintiéndose incapaz de controlar su acto de pensar.

  La humanidad va a ser diezmada a como dé lugar; de una manera u otra el planeta va a ser despejado, y no hay mejor manera, que se vea que es la naturaleza la causante.

  No me miren como un fanático de las conspiraciones. Pero, sí, en este momento háganlo. Sean fuerzas naturales o fuerzas promovidas por pensantes, el planeta cruzó el límite del equilibrio y es inevitable un reajuste.

  Las energías de mayor peso y poder obligaran a una sincronía, y todo aquello que sobre se transformará o desaparecerá. La humanidad y el planeta no se destruirán por completo, pero se sostendrá en una escala menor y allí la vida podrá seguir su curso en una nueva normalidad.

  Los pensantes con ellos mismos en su mayoría están desequilibrados. Son generadores de energías sin ningún control de ellas. Miles de millones de pensantes andan por todas partes fluyendo energías inconscientes de los efectos que están causando en ellos mismos y en el clima social que se produce entre todos.

  Miren a su alrededor, por todas partes pueden ver cómo hemos transformado el planeta. Todos sus enseres, equipos, herramientas, casas, carros, etc. todo eso es energía física transformada por energía psíquica. Eso no son comportamientos de energías naturales, sin embargo, se puede lograr un equilibrio e impedir que se rompa de manera inevitable los comportamientos de energía indispensable para sustentar una vida orgánica saludable.

  Pero además existe un comportamiento de energía que envuelve al planeta, que yo llamaría: “atmósfera psicológica”.

  Esta atmósfera psicológica la mantiene activa todos los pensantes durante las 24 horas del día. Es la fuerza principal que mueve el resto de los comportamientos de energías naturales y no naturales involucrados en nuestra supervivencia y medios de vida.

  El destino de la humanidad depende más del comportamiento de esta atmósfera psicológica que de la misma naturaleza. Todos los días hace erupción una noticia, una declaración, una decisión proveniente de alguna fuente poderosa, que causa que esta atmósfera cambie de color, de temperatura, de intensidad y le llegue su radiación a todo el mundo.

  No hay donde refugiarse, pero los pensantes recurren a trucos como suicidarse, volverse locos o jugar a la ruleta rusa, dejar que sea la suerte que decida si vive, sufre o muere.

  El control del acto de pensar se verifica cuando se está pasando por situaciones difíciles. Cualquier persona con unos años de vida, tiene experiencias que puede recordar.

  No hay excusa para no saber en qué condiciones se encuentra como pensante. Tengan la seguridad que, si una vez perdieron el control en una determinada circunstancia y no han hecho nada para superar eso, llevan esa debilidad con ustedes.

  Una persona desequilibrada tiende a desequilibrar a otros. Aquel que no esté firme, se va a tambalear. Y si un grupo numeroso de pensantes andan desequilibrados, el efecto es multiplicador. Las estampidas de seres humanos fuera de control, se llevan por delante a quienes pueden mantener la cordura.

  No hay garantía de estar a salvo, pero los pensantes en esencia son de los que mueren peleando. Son de los que se rinden de la boca para afuera, pero por dentro están pensando en la revancha.

  Si algo hay que no se debe olvidar, es que somos víctimas de la inconsciencia que tenemos de nuestra verdadera naturaleza, y esa es la misión fundamental de todos nosotros; despertar de esta falsa realidad y poner cada cosa en su sitio.

  Históricamente se ha demostrado que las sociedades productos de la inconsciencia que tienen de ellos mismos, terminan construyendo altares para efectuar rituales, sacrificios, y adorar y rendir pleitesías a todo tipo de deidades. Y después de esos periodos de oscuridad, desaparecen como por arte de magia.

  Esta sociedad “moderna”, va por el mismo camino, hará sus sacrificios para que el dios de la pandemia tenga piedad y sienta lastima por su ignorancia.

  Ha sido un placer. Buen provecho con tus creencias. Nos vemos pensante.

  Autor: Emilio R. Fernández Ramos     

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