LA DIGNIDAD Y EL SENTIDO DE MERECIMIENTO EN LA EXPERIENCIA HUMANA

  


PARA ESTAR INVOLUCRADO CON LA VIDA HAY QUE SER INTEGRO

Hola, amiga(o) pensante. Sentirse merecedor o no es una manera usual de considerar las experiencias que se viven, causando de esta manera el quiebre de la dignidad de la persona que lo hace.

Al hacer una selección de lo que consideramos merecer y no merecer. Y si lo que consideramos merecer está ocurriendo, la aceptación de ser digno de eso es una experiencia deseada, y se asume plena responsabilidad.

Pero si lo que creemos merecer no está sucediendo, la actitud es contraria. Los efectos psicológicos trastornan, y los efectos emocionales causan depresión.

El hijo no lo está tratando como considera que debe hacerlo. No se merece ser tratado así, por lo tanto, sufre.

Pero puede suceder peor: la persona recibe de su hijo un trato tan bueno que considera que no se lo merece. No se siente digna de tanto amor, y sufre por la bondad que recibe. Este sentimiento de indignidad puede causar un gran malestar emocional, llevando a una autopercepción negativa y una incapacidad para aceptar el amor y la bondad que se le ofrece.

El día que se entienda a cabalidad que en esta vida terrenal las cosas no suceden al gusto de cada persona, y no se puede pensar por otro, ni obligarlo a que piense como uno lo desea, ese día se asume plena responsabilidad por las experiencias que está experimentando a lo largo de la vida y se convierte en una persona digna para sí mismo y merecedor de todo lo que le acontece, bueno o malo.

No se puede lograr un equilibrio psicológico clasificando los hechos en los que consideramos merecer y los que no.

La cultura social establece reglas de convivencia y se crean códigos morales para conducir el rebaño, pero una cosa es que los demás piensen que no te mereces el mal trato de tu hijo, y hasta llamen a las autoridades, y otra cosa es la manera de gestionar nuestro propio estado psicológico y espiritual.

Nuestro destino es vivir y experimentar lo que se vive. La impresión que los hechos causan en uno es la experiencia que se vive. Eso es lo que muchos afirman que uno se lleva cuando muera.

Muchos son fieles creyentes de los beneficios de vivir en el presente, en el aquí y ahora. Pero para experimentar el ahora entresacando lo que nos gusta y lo que no, es imposible. No se puede dejar de estar involucrado con todo, por lo tanto, no se está experimentando la vida a plenitud.

El hecho de que sucesos del pasado sigan afectando psicológicamente a una persona, es una muestra de negarse a experimentar esos hechos, de los cuales se niega a asumir responsabilidad o ser causa, y no se reconoce merecedor de que eso le haya sucedido.

No debió suceder lo que ya le sucedió. Se niega a aceptarlos por ser dolorosos, y no fueron como le hubiera gustado. ¿Cuántas personas reconocen que viven con esa carga emocional acumulada?

Para ayudarlos no se le pide que acepte responsabilidad de sopetón. No se le pide que deje de considerarse indigno de algunas cosas y dignos de otras. Ya viene arrastrando una cadena de hechos pasados que han distorsionado su personalidad y debe guiarse con entendimiento de lo que ha estado haciendo mal con su mente, y encarar de nuevo su pasado para restituir orden y alcanzar un elevado nivel de consciencia.

Saber conducirse mientras se conduce la mente, es un aprendizaje que el sistema que impera ha evitado que llegue a las escuelas. Pero el Manual del Pensante va a estar accesible a todo el mundo.

La paz interior antecede a la paz del mundo. Un ser humano sin dignidad, que no puede asumir responsabilidad por sus pensamientos y decisiones, son los que solucionan sus discrepancias con otros con la violencia, y van a la guerra por pura ambición, dominio y poder.

Autor. Emilio R. Fernández Ramos  

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